El Estado de México y Ciudad de México, junto a todos sus municipios o alcaldías tuvieron un retroceso en el semáforo epidemiológico y cayeron al indicador rojo, es decir, la máxima alerta por el alza de contagios, muertes u hospitalizaciones a causa de la enfermedad COVID-19.
A mediados de enero, las necesidades de hospitalización en el área metropolitana de la capital alcanzarán casi 50% más que la capacidad actual de alrededor de 10,000 camas, incluso suponiendo un mayor distanciamiento social durante las fiestas de fin de año, según un estudio de la Universidad de Stanford y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México.
“Bajo todos los escenarios y políticas, la capacidad hospitalaria actual parece insuficiente”, escribieron los autores, y agregaron que, en el peor de los casos, la demanda de camas podría superar las 35,000. “Las autoridades deberían priorizar la rápida expansión de la capacidad hospitalaria”.
El estudio del consorcio es la evidencia más clara hasta ahora de que la respuesta de México al coronavirus es insuficiente para hacer frente a lo que parece ser un segundo brote más virulento. El país se encuentra entre los más afectados en América Latina y registra el cuarto mayor número de víctimas mortales a causa del covid-19 en el mundo, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
La única forma de evitar saturar los hospitales es intensificar el distanciamiento social al inicio del nuevo año, señaló el estudio.
Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes de América Latina, se resistió en un comienzo a implementar restricciones severas, incluso cuando el número de camas de hospital ocupadas se disparó a niveles récord.
La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, suspendió recientemente todas las actividades no esenciales hasta el 10 de enero y puso a la capital en “semáforo rojo”, el máximo nivel de alerta por COVID-19. También agregó la semana pasada 260 camas hospitalarias y planea seguir expandiendo esos servicios.
El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a la población mantener la mayor distancia social posible durante las fiestas, pero se ha negado a decretar un cierre nacional, diciendo que el Gobierno no debería obligar a nadie.
El gobierno de la llamada Cuarta Transformación ha puesto sus esperanzas en gran medida en un oportuno despliegue de la vacuna. El martes, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, anunció que Pfizer Inc. había enviado las primeras vacunas a México y que llegarían el miércoles.
Los casos confirmados acumulados de COVID-19 en México aumentaron el martes a 1.3 millones y el número de personas que han perdido la vida se incrementaron a 118.598. Según un informe sobre el exceso de mortalidad, la nación ha registrado 40% más muertes de lo esperado este año.
En la Ciudad de México se confirmaron 297,345 contagios acumulados de coronavirus hasta el 23 de diciembre de 2020, pero únicamente 30,481 fueron considerados como activos; es decir, presentaron la sintomatología de la enfermedad durante los últimos 14 días.
Del total, 51.13% son mujeres y 48.87% son hombres. Además, 12.35% fueron hospitalizados por diferentes niveles de gravedad, mientras que el 87.65% pudieron seguir con revisiones ambulatorias.
La Dirección General de Epidemilogía confirmó, además, que 62,490 personas fueron consideradas como sospechosos de portar el virus SARS-CoV-2. También se registró un estimado de 229,747 recuperados, así como 545,111 diagnósticos negativos.
Lamentablemente han muerto también 15,679 mexiquenses. 34.37% son mujeres, mientras que el 65.63% restante son hombres. Por otra parte, se indicó que 90.62% murieron en el hospital y el 9.38% lo hizo en circunstancias fuera de los nosocomios.
Entre las personas que fallecieron, las comorbilidades principales encontradas fueron la hipertensión con el 41.33%, la diabetes con el 35.81%, la obesidad con el 22.18% y por último el tabaquismo con el 10.63%.
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