Polémico desde que inició su trayectoria política en los años 70. Personaje incómodo mucho antes de que asumiera la presidencia. Andrés Manuel López Obrador podrá estar en cualquier extremo pero nunca en el justo medio.
Para sus simpatizantes representa un cambio profundo, una cuenta saldada desde 1988 o incluso antes; una opción para salir un poco de la pobreza, la corrupción y la violencia. Pero para sus detractores es un político mesiánico, impredecible, contradictorio, visceral, y en algunos casos hasta es visto como la fiel representación de la izquierda más rancia de Latinoamérica.
Sus inicios en el PRI
Forjado en la escuela priista, López Obrador arrancó su trayectoria en las filas de la organización política más polémica de los últimos tiempos: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el mismo que gobernó México durante 71 años ininterrumpidos y al que solo le bastaron dos sexenios para volver al poder (2012).
Durante los años 70 AMLO ocupó varios cargos como la dirección del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco y la coordinación de campaña de Enrique González Pedrero para la gubernatura del mismo estado en representación del PRI; hasta que en 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari (PRI) resultó ganador tras unas polémicas elecciones presidenciales manchadas por un “fallo en el sistema”, se deslindó del partido junto con Cuauhtémoc Cárdenas, ex candidato presidencial del PRD.
Desde esos años supo lo que era una derrota electoral al contender sin éxito para la elección de la gubernatura por Tabasco, sin embargo, lejos de flanquear su ímpetu, aquello lo alentó más en el pedregoso camino de la política nacional.
En los tres años siguientes se convirtió en presidente estatal del recién fundado (1989) Partido de la Revolución Democrática (PRD) y también encabezó su primera caminata en Villahermosa, capital de Tabasco, hacia la Ciudad de México para denunciar y reclamar fraude en las elecciones locales.
La llamó el “éxodo por la democracia” y consistió en un recorrido de 759 kilómetros durante poco más de mes y medio. Llegó al Zócalo capitalino el 11 de enero de 1992 y al día siguiente, luego de una reunión en la Secretaría de Gobernación, consiguió para el PRD un concejo municipal en Tabasco. Ese fue el primer triunfo de un partido de oposición en el estado sureño.
Fue candidato al gobierno de Tabasco por segunda ocasión en 1994, esta vez ya por el PRD, pero perdió otra vez y de nuevo emprendió un “éxodo” hacia la capital del país, solo que ahora sin conseguir grandes resultados.
Su siguiente parada en el camino de la protesta civil ocurrió dos años después, en 1996, cuando encabezó un movimiento de resistencia a favor de campesinos y pescadores afectados por las actividades petroleras de la entonces paraestatal Pemex. Hubo enfrentamientos a puño limpio con la fuerza pública y más de 200 perredistas terminaron detenidos.
Una fotografía de López Obrador con la cabeza ensangrentada se volvió el emblema de aquel conflicto y fue portada de la revista Proceso en su número 1006. Ese mismo año consiguió lo que podría considerarse su primer “gran” triunfo al resultar elegido como nuevo presidente nacional del PRD.
Bajo su conducción, su partido fue la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados y con Cárdenas como candidato ganó la primera elección democrática en la Ciudad de México (que había sido hasta entonces un apéndice del gobierno federal llamado Departamento del Distrito Federal).
Jefe de gobierno del Distrito Federal
La siguiente aspiración del político tabasqueño fue la elección del 2000 para la gubernatura de la Ciudad de México: su primera victoria en las urnas, por un margen mínimo sobre su contendiente del PAN, Santiago Creel.
Desde entonces ya se le había metido en la cabeza la idea de arrancar la agenda política cada mañana con una conferencia de prensa a las seis en punto. También ya comenzaba a proyectar su imagen de político austero al viajar siempre en un Tsuru sedán blanco conducido por su chofer Nicolás. De su protección se encargaban “las gacelas”, un equipo de seguridad femenino.
Como jefe de Gobierno logró la pensión universal para adultos mayores, que venció todas las oposiciones hasta convertirse en ley y programa social federal. Sin embargo, no tuvo tanto éxito en la construcción del segundo piso del Periférico ya que generó controversia por su alto costo y la opacidad con la que se llevaron a cabo las licitaciones correspondientes.
Tras el sismo del 2017 salió a relucir una modificación en la regulación de uso de suelo que se realizó durante la administración de Obrador, y la cual buscaba dar facilidades a empresas inmobiliarias interesadas en zonas específicas de la capital. Con el magnate Carlos Slim emprendió la recuperación del Centro Histórico, pero a cambio le permitió extender sus dominios inmobiliarios en la zona.
En los cinco años que fue gobernador de la capital protagonizó una encarnizada oposición con el ex mandatario Vicente Fox. Desde entonces señaló al panista y a otros “enemigos” políticos, entre ellos el ex presidente Salinas de Gortari, como los responsables de urdir en su contra una serie de “complots” para desacreditarlo y despreciarlo de la vida pública.
Idéntico a su último escándalo protagonizado por su hermano Pío López Obrador, en aquel entonces fue duramente señalado por unos videos filtrados a Televisa que exhibían imágenes de su entonces secretario particular René Bejarano recibiendo dinero en efectivo, empaquetado con ligas y guardado en un maletín.
Pero lo peor para AMLO vino en 2005, cuando la Procuraduría General de la República (ahora FGR) solicitó a la Cámara de Diputados promover su desafuero por haber violado una orden judicial que lo obligaba a suspender la construcción de una calle en un terreno expropiado.
Nuevamente, lejos de debilitarlo, este episodio lo fortaleció. El argumento del complot en su contra surtió efecto y en la capital hubo manifestaciones multitudinarias para apoyarlo. El desafuero se concretó, pero la inconformidad llegó a tal punto que el gobierno federal tuvo que desistir y finalmente retirar la acusación. Así llegó como favorito a contender por primera vez por la Presidencia.
En 2006, AMLO protagonizó con el panista Felipe Calderón la contienda electoral más cerrada en la historia del país, que perdió por 0,62% de la votación.
Llevó su protesta postelectoral de los tribunales a las calles. En avenida Reforma convocó a un plantón popular que mantuvo durante 48 días y le ganó la animadversión de amplios sectores de la capital del país. Después se proclamó “presidente legítimo”, con una especie de gabinete “sombra”.
En 2012 volvió a contender por la Presidencia, pero perdió la elección en la que contendió contra la panista Josefina Vázquez Mota y el priista Enrique Peña Nieto, ganador con 38,21% de la votación. López Obrador vino de atrás en las preferencias para colocarse en el segundo lugar con 31,59% de los votos.
En 2012 renunció al PRD para fundar Morena en 2014 y finalmente alcanzar la presidencia en 2018. Durante estos años de aspiraciones y ambiciones presidenciales, López Obrador comenzó a tejer controversiales alianzas con personajes antes inimaginables: panistas y priistas que lo combatieron en su momento y que hoy lo acompañan en su polémica Cuarta Transformación (4T).
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