Rafael Caro Quintero, el “Narco de narcos”, el hombre cuya vuelta a la clandestinidad ha puesto en pie de guerra a las autoridades mexicanas y estadounidenses, envió una corona de flores al funeral de Óscar Armando López Uriarte, alias el “Mono” acribillado el jueves pasado.
De acuerdo con los reportes, el sábado 29 de agosto, alrededor de las 14:00 horas, la familia del Mono se disponía a sepultarlo; sin embargo, cuando el cortejo fúnebre se dirigía al panteón, fue interceptado por un grupo armado, que se robó el cadáver y lo trasladó hasta un rancho en Badiraguato, Sinaloa, de donde era originario López Uriarte.
En el sitio se realizó un sepelio privado y después fue enterrado en medio de un cortejo integrado por hombres armados, que lo despidieron con múltiples detonaciones de arma de fuego.
Según el semanario local Río Doce, el robo del cuerpo fue encabezado por los Chapitos, hijos de Joaquín, el “Chapo” Guzmán, para velarlo en privado.
El jueves 27 de agosto un comando atacó a cuatro sujetos que viajaban en un vehículo Chevrolet Spark por la avenida Álvaro Obregón entre Artesanos y Abogados frente a la primaria Agustina Ramírez en Badiraguato. Tres murieron y uno más quedó herido.
Uno de los fallecidos era Óscar Armando López Uriarte. Su familia lo veló en la funeraria San Martín, del fraccionamiento Montebello, hasta donde fue enviada una corona a nombre del narcotraficante Caro Quintero, actualmente prófugo de la justicia.
La imagen de la costosa corona de rosas rojas con el nombre del capo, fue difundida en redes sociales.
López Uriarte, según fuentes extraoficiales, trabajaba para Rafael Caro Quintero.
El fundador del Cártel de Sinaloa sigue siendo objetivo principal de la DEA. Por su captura ofrece USD 20 millones. “Caro Quintero es el nuevo líder del Cártel de Sinaloa y es buscado por su probable participación en el asesinato del agente especial de la DEA Enrique Camarena Salazar en 1985 y ha sido incluido en la lista de los Diez Fugitivos Más Buscados del FBI”, explica un comunicado de la Agencia Antidrogas.
El crimen del agente de la DEA “Kiki” Camarena, en 1985, llevó al capo mexicano a la cárcel. La justicia mexicana le condenó a 40 años, pero en 2013 , cuando aún le faltaban 12 años por cumplir, logró que un tribunal de Jalisco le dejase en libertad por un defecto de forma. Cuando la sospechosa sentencia fue invalidada, Caro Quintero ya estaba en clandestinidad.
Desde entonces, su salida no escapó a los ojos de la DEA, quien puso en en marcha una gigantesca operación dentro y fuera de la ley para atrapar a los culpables.
Según gente de la sierra de Badiraguato, Sinaloa, Caro Quintero se mantiene oculto en alguna choza perdida entre vericuetos del Triángulo Dorado, viviendo a salto de mata y con mil rutas de escape, pues su principal temor es que lo agarre el gobierno y lo extraditen a Estados Unidos.
En más de dos ocasiones, “El Narco de Narcos” ha reclamado la ilegalidad de su extradición a Estados Unidos para ser juzgado por ocho cargos penales, entre ellos el asesinato del agente de la DEA. Sin embargo, desde 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha presentado proyectos, negándole medidas precautorias.
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