“Veneno embotellado”.
Así calificó este domingo el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, las bebidas azucaradas que se consumen sin medida en el país. Dos palabras incendiarias y contundentes que llevaron al funcionario público a ganarse la enemistad de las compañías de refrescos a nivel nacional.
En plena pandemia, el epidemiólogo mexicano instó a la población, especialmente a las personas que padecen COVID-19, a reducir la ingesta de estos productos. Los calificó como “veneno” y “pintura con azúcar”, y aseguró que son detonadores de afecciones como la obesidad, la diabetes o la hipertensión.
Como era de esperar, las declaraciones no pasaron inadvertidas, e hicieron estallar un convulso debate a favor y en contra del subsecretario. Pero, ¿hasta qué punto fueron ciertas o exageradas las palabras de López-Gatell? ¿Son tóxicos los refrescos? ¿A qué enfermedades se exponen quienes los consumen regularmente?
En entrevista con Infobae México, Simón Barquera, Director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), aplaudió el mensaje del subsecretario, y reveló que en el país más de 25,000 muertes al año se asocian al consumo de bebidas azucaradas.
“Definitivamente el consumo de bebidas azucaradas es una práctica que deberíamos reducir al mínimo posible. Es como consumir dulces líquidos, y se ha visto en muchos estudios que está asociado con un gran daño a muchos órganos del cuerpo”, explicó el experto.
“En México se ha estimado que más de 25,000 personas mueren cada año asociados con el consumo de bebidas azucaradas. Entonces, estamos realmente preocupados por las personas, por la sociedad. Tener ahí un factor de riesgo que genera tantas muertes, más muertes que el COVID-19, y no hacer nada... Y que el secretario tenga el valor, por primera vez un funcionario público, de señalar este tipo de cosas, y que lo quieran censurar cuando se está diciendo la verdad, pues es terrible”, agregó.
Según detalló el doctor Barquera, las personas que ingieren regularmente refrescos se exponen principalmente a padecer obesidad. Y esta desencadena a su vez numerosos problemas en el organismo.
La obesidad está hilada con más de 14 enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión... También causa dislipidemia, que es la alteración de los lípidos en sangre. Genera caries dentales, que es otra cosa terrible. Y luego las bebidas azucaradas estimulan mucho el páncreas, entonces están muy relacionadas con mala función de diversos órganos
El pasado domingo, durante su conferencia en Chiapas, López-Gatell insistió en que ahora más que nunca, debido a la pandemia del COVID-19, la población debe reducir el consumo de refrescos. Una afirmación que secundó el experto del INSP.
En palabras de Simón Barquera, beber con regularidad estos productos azucarados podría complicar la recuperación de un paciente con COVID-19, ya que agrava la dificultad de oxigenación. Esto se produce porque el azúcar, cuando está presente en el cuerpo en cantidades ingestivas, genera glucosidad. Es decir, se une o se pega a las proteínas, y limitan su función.
“Las personas que viven con diabetes tienen la hemoglobina glucosilada, que es la hemoglobina con azúcar pegado muy alto. Y esa hemoglobina deja de funcionar y de ayudar a las funciones de oxigenación. Entonces, las personas que toman muchas bebidas azucaradas y tienen alta la hemoglobina glucosilada oxigenan menos. ¡Imagínate ahorita en tiempos de COVID-19, con un virus que ataca las vías respiratorias, y además, consumir un producto que hace que oxigenen menos! Cuando vienen con diabetes, es terrible”, explicó.
¿Por qué son tan perjudiciales las bebidas azucaradas?
Poco después de que López-Gatell detonara la polémica al hablar del “veneno embotellado”, la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) reaccionó a las declaraciones y aseguró que la industria “cumple a cabalidad con todas las normas y regulaciones en México”. Además, dijo que la información del funcionario era imprecisa, y se basaba en prejuicios.
Ante el comunicado de ANPRAC, la pregunta entonces es: ¿dónde está el problema? Si los refrescos no infringen las medidas sanitarias, ¿por qué los organismos internacionales y las autoridades aseguran que son perjudiciales?
Según el doctor Simón Barquera, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba hasta hace poco una ingesta máxima diaria de 50 gramos de azúcar para los adultos, pero ahora, redujo la cantidad a 25 gramos al día.
Datos difundidos en julio del 2020 por la Revista del Consumidor de Profeco, indican que una Coca-Cola Sabor Original de 600 mililitros contiene 63 gramos de azúcar. Es decir, 38 gramos más que la recomendación máxima vigente.
Estos datos implican que un adulto que consume esa botella para acompañar la comida, ya estaría rebasando notablemente la cantidad máxima diaria de azúcar establecida por la OMS. Sólo con esa botella. A esto, habría que sumar después el resto de azúcares presentes o añadidos en otros alimentos, como la fruta, la bollería o el café de la mañana.
Además, recuerda el experto del INSP, la pauta de 25 gramos de azúcar al día se establece para la población adulta. No para los niños.
“Las refresqueras, en el etiquetado que pusieron en México, el estándar en que se basan es 90 gramos, y tenemos en cuenta que eso es para un adulto, y son productos que consumen los niños. Entonces, a veces si un niño se toma una lata de refresco está consumiendo más del 60 o 70% del azúcar que tenía que consumir durante todo un día. Darle a un niño un refresco es realmente poner en riesgo su salud”, apuntó el doctor del INSP.
En México, tres de cada 10 niños padecen sobrepeso. Según datos de la Secretaría de Salud del gobierno federal, hasta principios de julio habían muerto 109 menores por COVID-19. Algunos de ellos presentaban comorbilidades como obesidad, asma o diabetes.
“Los niños lo que deben tomar es agua. Pueden tomar infusiones, pueden tomar un poco de leche, una taza o dos al día, y listo. Eso es lo que deben tomar los niños”, explicó Simón Barquera.
A las altas dosis de azúcar que presenta cada lata o botella, se añade el problema de un etiquetado confuso, que algunas compañías de alimentos utilizan para enmascarar el total de azúcares de un producto.
“Lo que busca mucho la industria es disfrazarlos para que no diga azúcar, entonces le ponen distintos tipos de azúcares: hay fructosa, hay glucosa, lactosa, galactosa... Bueno, buscan combinaciones de otros tipos de azúcares, pero que en el cuerpo siguen teniendo un efecto de caloría muy similar”.
Aunque el azúcar es el ingrediente más dañino, algunos refrescos incluyen en sus fórmulas otras sustancias que afectan a la salud, como los químicos estimulantes o los edulcorantes.
“Muchas bebidas ahorita van dirigidas a jóvenes o adolescentes. Les añaden cafeína y algunas otras sustancias que tienen efectos estimulantes y esto no es recomendable. También se añaden edulcorantes no calóricos que han sido poco estudiados, y que no es seguro dárselos a los niños, pues uno desconoce los efectos a largo plazo de estas sustancias químicas”, apuntó el doctor.
Un consumo desorbitado: mexicanos ingieren 464 latas de refresco al año
Con un total de 8.7 millones de personas, México ocupa el noveno lugar a nivel mundial en casos de diabetes, según la OMS. Una cifra que en opinión de los expertos escalará hasta alcanzar el puesto número siete en 2025.
Además, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, siete de cada 10 mexicanos padecen sobrepeso, y un tercio de estos, presenta obesidad. Los datos también son alarmantes para los infantes: el 30% de ellos está por encima de su peso ideal.
A esos preocupantes números se unen los malos hábitos alimenticios. Los refrescos y la comida chatarra, explicó Simón Barquera, suponen de media un cuarto de la dieta de los mexicanos. Y las cifras nacionales del consumo de bebidas azucaradas son completamente desorbitadas.
Al año, un mexicano ingiere en promedio 165 litros de refresco, lo que equivale a beber de forma más sencilla y gráfica, 1,37 latas de 355 mililitros al día o 464 latas al año. Esto convierte a México en uno de los cuatro países que lideran el consumo de estos productos, según explicó el doctor del INSP.
El consumo es muy elevado. Somos uno de los primeros cuatro países junto con EEUU, Chile y Argentina. Se estima que es alrededor de 165 litros promedio nacional al año. Claro que este promedio nacional, tomando en cuenta que muchos son niños lactantes o personas que no toman bebidas, quiere decir que los que sí toman, toman mucho más de 165 litros al año. Y eso es una estimación
En promedio, una familia en México destina el 10% de sus ingresos totales a la compra de bebidas azucaradas, de acuerdo a datos proporcionados a finales de 2019 por la especialista Florence L. Théodore, del Instituto Nacional de Salud Pública. Además, diversos estudios han demostrado que este hábito afecta en mayor medida a las comunidades rurales, donde siete de cada 10 niños desayunan con refrescos o jugos procesados.
“Se ha dicho que cuando uno separa por zonas, las zonas de alta pobreza como Chiapas, y zonas rurales, donde hay un monopolio de la industria de comida chatarra, pues ahí consumen mucho antes. Y por eso se está viendo que la epidemia de diabetes y obesidad ha alcanzado los lugares más pobres de forma mucho más acelerada que en la que llegó a los lugares urbanos”, explicó al respecto Simón Barquera.
Por ese motivo, las palabras del subsecretario López-Gatell el pasado domingo durante su conferencia de prensa en el municipio de Berriozábal, en Chiapas, no parecen una simple coincidencia. Un mensaje que ahora, en tiempos de pandemia y por las altas cifras de enfermedades como la obesidad y la diabetes, se hace más necesario que nunca.
Impuestos al consumo y un nuevo etiquetado
A principios de junio, Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) propuso aumentar un peso a cada cajetilla de cigarros y litro de refresco, cerveza y alcohol, por concepto de Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
La medida detonó gran controversia, y muchos cuestionaron que este tipo de acciones logre reducir el consumo de los productos afectados. Sin embargo, para los expertos no hay discusión y se trata de una acción eficiente y necesaria.
En 2014, se gravaron por primera vez en México las bebidas azucaradas, a las que se les aplicó un impuesto del 10%. Diversos investigadores evaluaron de forma rigurosa los resultados de la medida, y demostraron que habían sido positivos.
“Se ha encontrado tanto en el primer año de la imposición del impuesto como en el segundo reducciones importantes en el consumo. Se calcula que son más de 69,000 toneladas de azúcar las que se dejaron de consumir gracias al impuesto al refresco el primer año solamente. Entonces, sí tiene un gran impacto”, explicó el doctor Simón Barquera.
Aunque arrojó resultados positivos, el impuesto acordado por las autoridades mexicanas fue únicamente del 10%, cuando la OMS y otras organizaciones internacionales recomiendan que sea al menos del 20%. Para el experto, es necesario que en México aumente.
“Es tan grande el problema que se tiene de salud en México, hay tantas muertes, hace tanto daño, los consumen tantos niños, tantas comunidades y grupos vulnerables que tienen poca información, que sí sería muy importante buscar que el impuesto se aumentara por lo menos al 20% y si se pudiera pues más, porque estamos en una emergencia tanto por obesidad y enfermedades crónicas como por COVID. Le haría un gran bien a la salud de los mexicanos en estos tiempos tan complicados”, afirmó.
A partir de octubre, para los mexicanos será más fácil identificar los productos que contengan exceso de azúcares, o de edulcorantes, gracias a un nuevo etiquetado.
En esta leyenda, los ingredientes ya no irán segregados en nombres técnicos y desconocidos, sino que se explicarán de forma clara. Así, en la parte frontal del artículo se leerá: “Exceso azúcares”; “Contiene edulcorantes, no recomendable en niños”, o “Contiene cafeína, evitar en niños”.
“En el nuevo etiquetado todos esos azúcares los van a tener que poner juntos en la etiqueta, y van a tener que sumar las calorías de todos los tipos de azúcares. Antes como los ponían separados, uno buscaba y decía ‘a ver cuánto tiene de azúcar; ah, pues no tiene mucho’, pero uno no sabía que había muchos tipos de azúcares en el etiquetado, entonces, eso ya se va a corregir”, detalló el doctor del INSP.
“Si en el etiquetado a partir de octubre ve que dice ‘este producto tiene exceso de caloría o tiene exceso de azúcar', mejor comprar uno que no tenga sello. Y si dice que tiene edulcorantes, pues no comprárselo a los niños porque, aunque no tenga azúcar, si tiene un químico que engaña al cerebro para pensar que ese líquido tiene azúcar pues eso también tiene efectos metabólicos. Yo creo que va a ayudar mucho al país este nuevo etiquetado que va a poder orientar al consumidor a no estar ingiriendo este tipo de bebidas. Pero la verdad es que la recomendación es no tomar bebidas azucaradas”, sentenció el doctor.
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