Confinados con su agresor: por qué el COVID-19 recrudeció la violencia familiar en México

El cuerpo de una bebé de menos de un año fue encontrado dentro de una maleta a finales de junio; tenía huellas de maltrato físico y sexual. Un niño de 10 años era violentado por sus padres, incluso le quemaban las manos en un sartén caliente; fueron detenidos el pasado marzo. Dos hermanos de 6 y 8 años fueron encontrados mientras estaban amarrados, junto con un perro, en la azotea de una vivienda. Ahí los había dejado todo el día su tía –quien está detenida– la figura adulta a su cargo. Eso acaba de ocurrir a principios de este mes de julio.

Los tres episodios ocurrieron solo en el Estado de México, pero ejemplifican el aumento en los casos de violencia infantil durante el confinamiento por el COVID-19, tendencia reflejada en las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

De mayo a junio aumentaron en un 17.6% las denuncias de violencia en el hogar, de 16,060 a 18,884. Y en mayo se sumaron 1,469 más casos a los 14,591 contabilizados en abril.

Mientras que la Red Nacional de Refugios ha registrado, en las últimas semanas, un incremento del 60 al 80% en las llamadas que reciben con reportes de violencia, y un crecimiento del 30% en las solicitudes de asilo en los refugios.

¿Cómo ha influido la pandemia en la violencia familiar?

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en México ya advertía que el aumento en los niveles de estrés, la inseguridad económica y alimentaria, así como el confinamiento por la pandemia, han causado un crecimiento radical de los niveles de violencia doméstica en el país.

Además, el encierro ha intensificado la vulnerabilidad de las víctimas ya que pierden la visibilidad que el contacto con el exterior les proporcionaba. “Los niños tienen una posibilidad muy limitada para denunciar porque quienes resultan ser sus agresores son quienes tienen que cuidar de ellos, quienes tendrían que ser su entorno más protector”, explicó a Infobae México Leonardo Mier, oficial nacional de Protección a la Infancia de Unicef.

Este punto se reflejó en la comparativa de los casos reportados en marzo y abril.

El último día de clases en México, de cara a la contingencia sanitaria, fue el viernes 13 de marzo. Desde entonces, se supone, los menores han estado confinados en sus hogares.

En marzo, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registraba 20,232 casos de violencia familiar; en abril fueron 14,591. En teoría se registró una baja significativa de un mes a otro del 27.9%.

Pero en la práctica, lejos de reflejar un avance positivo en el problema, esa variación ha retratado otro factor de riesgo emulado por la pandemia.

“Se ha reducido el número de denuncias porque son los cuidadores los que ahora definen los temas vitales de niños y niñas, los mismos que normalmente los agreden”, recalcó Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), en entrevista con Infobae.

Ambos expertos coincidieron en que el descenso de casos de violencia en abril no se debe a que se presentaran menos delitos, sino a la interrupción de los servicios de acceso a la justicia, derivada de las medidas sanitarias, así como la nula interacción de las víctimas con el entorno fuera de su hogar.

No obstante, con todo y esos factores en contra de las víctimas, desde abril las denuncias de abuso doméstico solo se han incrementado.

“Hay menos denuncias y aún así hay aumento en la violencia”, subrayó el oficial de Unicef en México, advirtiendo que los reportes que se han hecho durante los meses de la contingencia sanitaria “solo son la punta del iceberg que subestiman la magnitud del problema”.

El COVID-19 solo visibilizó una crisis ya existente

“La pandemia no cambió la realidad que teníamos antes (...) el confinamiento solo incrementó las tensiones que ya habían”, subrayó el representante de la REDIM.

La Unicef también alertó que la pandemia ha agravado la violencia que viven los menores en sus hogares. Pero desde antes del COVID-19 ya veían cifras alarmantes. En su “Informe Anual 2019: Avances y desafíos para la niñez y la adolescencia en México”, el organismo indicó que de los 39.8 millones de niñas, niños y adolescentes que hay en el país: 63% de los menores entre 1 y 14 años han sufrido algún tipo de violencia en el hogar y a diario se registran 4 homicidios de niños, niñas y adolescentes.

Para Leonardo Mier la cuestión principal es que en México la violencia infantil doméstica está sumamente invisibilizada, principalmente, por percepciones culturales.

“Las instituciones siguen dándole poca importancia a la violencia en contra de los niños porque se siguen viendo como si fueran propiedad de sus padres. Como si fuera algo normal, algo permisivo, el que ocurra violencia en contra de los niños”, indicó.

Desde la REDIM identifican que el error principal, que propició la intensificación de este mal, fue no haber dado prioridad a la integridad de niñas y niños en esta pandemia. “Ni siquiera los (menores) que ya estaban siendo víctimas de agresiones fueron protegidos”, lamentó Juan Martín Pérez.

Mientras que Unicef urge como medida inmediata –para tratar de contener el recrudecimiento de la violencia doméstica durante el tiempo que aún falta de confinamiento– que se facilite el acceso de las víctimas a los sistemas de justicia y que se fortalezca, y adecue, la capacidad de respuesta de los proveedores de atención a estas.

“Que el gobierno asuma como una prioridad el fortalecimiento de los servicios de atención a niñas, niños y adolescentes”, concluyó Leonardo Mier.

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