Vecinos de la comunidad de Ahuirán, en el municipio indígena Paracho de Verduzco, Michoacán, agredieron este lunes a una familia de médicos que horas antes había atendido a un paciente que falleció de COVID-19.
Así lo denunció en un video el doctor Salvador Jasso, quien explicó que él y sus padres se vieron forzados a abandonar su hogar y huir del pueblo para evitar ser linchados y secuestrados.
“Hoy nos tocó ser testigos de la estupidez y de la ignorancia de nuestra gente, de nuestro querido México. En especial, de las comunidades. Hoy día lunes, salimos huyendo del pueblo de Paracho porque nos golpearon y nos tocó ver cómo una profesión tan noble, que es el ser médico, se ha convertido en un delito en este puto país”, dice el joven, que aparece en las imágenes con la cara ensangrentada y al borde del llanto.
Jasso explicó que alrededor de las 18:00 horas del lunes, un grupo de entre 15 y 20 personas se presentó en su casa, y le exigió ver a su padre, quien también se llama Salvador Jasso y ejerce como médico.
“Desgraciadamente, mi papá se encontraba descansando y yo y mi madre estábamos haciendo el aseo del pasillo de la entrada de nuestra casa. Y llegan a preguntarnos que si no estaba mi papá, el doctor Jasso que sé que muchos lo conocen, a lo que yo respondo que no, no se encuentra, que llega en unos 40 minutos”, relató el joven.
En ese momento, ni él ni su madre entendían por qué motivo andaban buscando a su papá. Pero en seguida supieron que no era una visita de cortesía. Rápidamente, el grupo empezó a comportarse de forma agresiva. Encapuchados, con cervezas en la mano y presuntamente alcoholizados, los hombres y las mujeres empezaron a gritar.
“Como veo que se empiezan a poner agresivos pues cierro la puerta me jalan, me empiezan a golpear. Literalmente, pues me secuestraron, me querían secuestrar. Que hasta que no saliera el doctor Jasso que no me iban a dejar, que yo me tenía que ir con ellos a la comunidad. A todo esto, no entendíamos ni por qué ni nada”, contó el joven médico en el video.
Las imágenes de lo ocurrido fueron grabadas por testigos, y se viralizaron en redes sociales, donde indignaron a miles de usuarios. Según relató Salvador Jasso en su video, los agresores le rompieron la nariz, y golpearon a sus padres. Se salvaron de ser linchados gracias a agentes de policía que al escuchar los gritos, acudieron a auxiliarlos.
“Ya entre todo el desmadre que pasó, me fracturaron la nariz, golpearon a mi padre, me golpearon a mí. Y realmente yo no entiendo cómo la estupidez y la ignorancia de nuestro querido México representa tanta idiotez”.
Entre lágrimas, y lleno de rabia, el doctor de Paracho explicó que todo ocurrió después de que su padre atendiera a un paciente de COVID-19 que se encontraba en estado grave.
“Mi padre que es médico, el mismo día de hoy en la mañana le llevaron un enfermo que no estaba saturando oxigenación, traía neumonía atípica. Él lo único que hizo es inyectarle dexometasona que es para desinflamar, y remitirlo al hospital porque es lo correcto, remitirlo al seguro”, contó Jasso. “Entonces, en el transcurso de que esto se lo llevan supuestamente, no se sabe si al seguro, se dice que se lo llevan directamente a su casa, pues él fallece. Y por eso todo el problema es que supuestamente mi padre le inyectó una inyección para que se muriera”, agregó.
Los familiares del difunto acusaron al doctor de haber asesinado al enfermo. Por ello, se acercaron a su vivienda para golpearlo y herir a su familia.
“Díganme si no es una estupidez, una pendejada, de esta puta gente, lo digo con mucho coraje. ¿Por qué? Porque hoy una noble profesión se convirtió en un delito miren, salimos huyendo de nuestro pueblo. Espero realmente que me den a compartir este video y que la gente sepa lo que pasó. Y que ayudemos a quitar la ignorancia que tiene la gente, porque mi papá se expone, nos expone a nosotros, expone a su familia con tal de ejercer su profesión. Y miren, cómo quedamos”, sentenció Jasso.
La familia denunció los hechos ante el Ministerio Público para exigir responsabilidades por un delito de lesiones. Se trata de la última agresión de una larga lista de ataques contra personal médico en el país. Sólo entre abril y mayo, se registraron 103 casos en 29 estados, según la Secretaría de Gobernación.
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