El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, realizará la próxima semana su primera visita de estado desde que asumió el poder a finales de 2018 y lo hará nada menos que con una cumbre en Washington, Estados Unidos, para visitar a Donald Trump.
El mandatario mexicano fue invitado por el presidente estadounidense para festejar la entrada en vigor del T-MEC, el acuerdo comercial entre ambos países y Canadá, país que aún no confirmó la asistencia del primer ministro Justin Trudeau debido a sus preocupaciones por la pandemia de coronavirus.
A pesar de ello, López Obrador ratificó su presencia esta semana y viajará al país vecino del norte, donde se reunirá el miércoles 8 y jueves 9 de julio con Trump, en medio de momentos delicados para ambos países por sus respectivas epidemias de COVID-19 en curso. Tal la importancia de concretar el encuentro.
La reunión llega en una situación en la que México fue superado por Canadá como el principal socio comercial de los Estados Unidos. AMLO tiene, pues, que consolidar su vínculo. Según la Oficina del Censo estadounidense, de enero a mayo del corriente la nación azteca vendió a la nación vecina USD 201.500 millones, cifra apenas inferior a los 204. 600 millones que le vendió Canadá. Sin embargo, los números colocan al país norteamericano como el principal socio al que AMLO no quiere desantender.
Para algunos analistas, López Obrador busca en Estados Unidos una tabla de salvación para la economía, que de acuerdo con los pronósticos más optimistas registrará una caída de 20% al finalizar el año. Esto se da en un contexto peculiar: desde el inicio de su gobierno, AMLO siempre ha expresado su apoyo a países y personajes de estado contrarios a Trump, como el caso del dictador Nicolás Maduro, en Venezuela; además, su administración dio temporalmente asilo al ex presidente boliviano Evo Morales, acusado de un escandaloso fraude y alineado histórico al chavismo y a Cuba. El depuesto mandatario boliviano viajó luego a tierra segura: la administración kirchnerista de Alberto Fernández en la Argentina lo acogió como refugiado.
“México tiene poco margen de maniobra. Pero sería una grosería no aceptar la invitación del presidente de la nación con la que tiene la relación estratégica más importante”, dijo a Infobae México Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad de las Américas de Puebla.
“La gestión del canciller Marcelo Ebrard y de la embajadora Martha Bárcena ha sido de bajarle los niveles de tensión. En el marco del T-MEC, fue una buena estrategia invitar a Canadá para hacerlo un acto de celebración”, añadió.
Por su parte, Guadalupe Correa, profesora asociada de Política y Gobierno en la Universidad de George Mason en Arlington, Virginia, aventuró que López Obrador no irá a Washington solamente “a ser golpeado como una piñata”, como aseguró la oposición mexicana. Además, indicó que la agenda de AMLO podría ser más amplia y plantear sus propios intereses.
Lo que AMLO pone en riesgo
“La política exterior para Estados Unidos es también interior. Puede ser un acto de campaña, pero México debe hacerle saber a su contraparte que tiene una agenda más amplia que sólo ir a la Casa Blanca, mantener la relación del más alto nivel con todos los sectores políticos”, manifestó por su parte Rodríguez Sánchez Lara.
Como debía esperarse, la oposición en México tildó como “inoportuna” la visita a Trump. “Es un error que acepte una invitación con un tinte de mitin político”, dijo Mauricio Kuri, coordinador de los senadores del PAN (Partido Acción Nacional). “No se nos olvidan sus expresiones en donde califica a los mexicanos de violadores, criminales y traficantes”, añadió. Sin embargo, AMLO mira más allá de sus propias posturas ideológicas en este caso.
Ambos expertos consultados por Infobae coincidieron en que rechazar la invitación sería más costosa para el país que aceptarla. ”Recomendaría que se buscaran los encuentros con liderazgos demócratas, como la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, o el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer”, detalló Rodríguez Sánchez Lara.
“Hay que recordar que Peña Nieto nunca fue a Washington. Pero siempre es positivo que se sepa que la agenda de México es amplia, con el Congreso, con gobernadores, con empresarios de allá”, agregó.
Sin embargo, a las complicaciones comunes para acordar una agenda así, se le suma la pandemia de COVID-19. “No se puede agendar tanto como se quisiera, complica que se pueda armar una agenda interesante además de ver a Trump”, finalizó el catedrático.
Qué puede ganar México en la capital de EEUU
Para Correa, López Obrador entiende que la cumbre representa un alto riesgo, pero probablemente tenga su propia agenda para la próxima semana. “No creo que sea tan tonto”, afirmó. En su opinión, hay varios temas potenciales en su mente.
Uno sería el buscar apoyos económicos por haber aceptado que los migrantes que buscan asilo en Estados Unidos esperen el resultado de sus solicitudes del lado mexicano. “Podría buscar un paquete de ayuda económica, alguna línea de crédito, porque hasta ahora no se han recibido recursos para apoyar a esos individuos”, contó.
También se encuentra un tema que potencialmente podría beneficiar a las administraciones de Trump y de López Obrador, por lo que podrían aprovechar la oportunidad: el operativo “rápido y furioso”, con el que se introdujo a territorio mexicano miles de armas de alto calibre.
“Podría discutirse eso para poner en jaque a las autoridades pasadas de ambos países: dañar la imagen de Joe Biden, rival de Trump en las elecciones de noviembre, a través de Barack Obama, y Andrés Manuel ganaría en el sentido de las rencillas que tiene con el ex presidente Felipe Calderón”, ahondó.
Y es que el gobierno mexicano investiga si Calderón y sus funcionarios sabían o no del operativo cuando se llevó a cabo. El ex mandatario, que criticó con vehemencia la visita de la próxima semana, asegura que no tuvo conocimiento durante su mandato de aquella operación.
Otro de los aspectos a tener en cuenta del viaje es que López Obrador no planea reunirse con Joe Biden, quien ahora mismo es el favorito para ganar las elecciones presidenciales de este año a Trump. “Uno de los problemas es que es una visita oficial, por eso es mejor que se puedan buscar reuniones con los liderazgos demócratas”, indicó Rodríguez Sánchez Lara. El objetivo de AMLO, pues, parece claro: estar con la Casa Blanca, independientemente de las elecciones.
Su propuesta es que López Obrador pudiera reunirse con legisladores estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, que representen a estados fronterizos con México. Por su parte, Correa dijo que “Andrés Manuel está haciendo cálculos y dice: si gana las elecciones Biden se puede enojar por la visita, pero al final tiene que trabajar con México”, señaló.
“Por el otro lado, si Trump gana, que no lo podemos dar por perdido, el país estaría en problemas si no hubiera aceptado la invitación. Biden de cualquier manera no le puede decir ‘no vuelvo a hablar contigo’, así son las cuestiones políticas”, consideró.
Un presidente de izquierda en la Casa Blanca
La visita, además, tiene otros componentes que la hacen interesante más allá de lo agendado. Se trata de uno de los pocos mandatarios que se asumen de izquierda en América Latina. En su mandato, el gobierno mexicano acogió al depuesto Morales y le dio asilo antes de que el ex presidente boliviano partiera a Argentina.
Ha tenido guiños con regímenes como los de Cuba, al contratar personal médico de aquel país para enfrentar la epidemia de COVID-19, lo cual fue criticado por la comunidad profesional mexicana por supuestamente ser muy costosa y opaca.
Con la dictadura venezolana de Maduro, López Obrador también ha sido menos estricto que la mayoría de países del continente. A mediados de junio, el mexicano invocó la soberanía del país para asegurar que estaría dispuesto a venderle a Venezuela gasolina y combustibles por razones humanitarias pese a las sanciones impuestas por Washington a varios funcionarios del país latinoamericano, así como a su petrolera estatal.
Sin embargo, la visita a Trump no es una contradicción para el gobierno lopezobradorista, de acuerdo con los expertos consultados. “México tiene que tratar de mantener su relación con los otros gobiernos de izquierda de la región, como Argentina, aunque quedan pocos”, señaló Rodríguez Sánchez Lara.
“Son los lazos internacionales de los políticos, México tiene que tener también una política independiente con respecto a Estados Unidos”, añadió.
Por su parte, Correa señaló que “no es una contradicción” tener relaciones tan amplias. “México no tiene de otra, se tiene que cuadrar ante Estados Unidos, es tan dependiente que sería una tontería decir ‘yo no voy’, aunque no quiera hacerlo. Eso va a pasar con Andrés Manuel o quien esté en el poder, sea quien sea, de derecha o de izquierda”, concluyó.
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