La lluvia de esta lunes 22 de junio en la Ciudad de México, acompañada por potentes truenos, colocó entre las tendencias de Twitter el nombre de Tláloc, el dios mexica de la lluvia.
El monolito dedicado a la deidad es uno de los más representativos de la cultura mexica y también uno de los más famosos, pues adorna la entrada al Museo Nacional de Antropología, en la capital mexicana.
Aquí recordamos la historia de cómo el monolito fue trasladado a la capital y cómo ese día hubo una inusual lluvia.
Dice la leyenda que la inclemente tormenta que azotó ese día la Ciudad de México no tocó un solo centímetro del monolito de Tláloc, el dios de la lluvia entre los mexicas, que llegaba a la capital mexicana para ser colocado en la entrada del Museo Nacional de Antropología.
Era el 16 de abril de 1964 y aunque no está comprobado que el monolito librara intacto el aguacero, fue cierto que en plena primavera en la capital se desató una lluvia atípica que duró más de una hora.
Fue como si el dios mexica de la lluvia, el rayo y los terremotos anunciara así su llegada a su nuevo hogar.
La tormenta no impidió que miles de personas siguieran el paso de la monumental pieza, de 4,5 metros de ancho por 7,11 metros de altura. Se le considera el quinto monolito más grande del mundo.
Entre las divinidades de Mesoamérica, Tláloc fue una de las más antiguas y veneradas, pues se le asociaba a las nubes y el agua, elementos fundamentales como fuentes de vida y para la producción de alimentos.
Los mexicas lo asimilaron como dios agrícola y continuó siendo una de sus divinidades más importantes. Su culto se extendió rápidamente por todo el centro de lo que hoy es México.
Fue precisamente Coatlinchán, una comunidad de Texcoco a 57 kilómetros de la Ciudad de México donde el monolito tenía su morada. Se sabía de su existencia desde finales del siglo XIX y en 1903 el arqueólogo Leopoldo Batres aseguró que se trataba de Tláloc.
Ahí permaneció el monumento, en posición horizontal, formando parte de la comunidad (algunas personas se subían al monolito) que la conocía como "la piedra de los tecomates", hasta que el presidente Adolfo López Mateos pidió que se trajera una pieza representativa para colocar en la entrada del Museo de Antropología. Sería la escultura estrella en la inauguración del recinto, en septiembre de 1964.
Tláloc fue la pieza elegida y aunque en 1963 se logró un acuerdo con los habitantes de la comunidad para su traslado, algunos no querían que el monolito saliera del lugar y boicotearon el transporte que se lo llevaría.
Entonces el presidente envió al Ejército para que acompañaran la travesía de la piedra monumental, de 167 toneladas de peso, hasta la ciudad.
Su traslado no fue sencillo. Se tuvo que cavar un foso de tres metros de profundidad y se construyó una plataforma de 24 metros de largo y seis de ancho para ser transportada.
De acuerdo con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en un video sobre el tema, el peso total de la piedra y su plataforma fue de 250 toneladas.
A su paso tuvieron que cortarse más de 300 cables y 50 líneas de alta tensión que se interponían en su trayecto.
Tláloc pasó por el Zócalo de la Ciudad de México y siguió hacia el Bosque de Chapultepec.Era casi media noche cuando llegó a su nueva casa sobre Paseo de la Reforma. Unas 60,000 personas atestiguaron su viaje.
La lluvia que recibió a Tláloc aún es motivo de comentarios entre quienes vieron su llegada.
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