En la vida de Rafael Caro Quintero, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, se identifican tres grandes amores: Sara Cosío, la sobrina de un ex gobernador de Jalisco; Diana Espinoza Aguilar, su actual pareja y ex reina de belleza de la cárcel de Puente Grande; y María Elizabeth Elenes Lerma, la madre de sus cuatro hijos mayores, quien también es su primera esposa.
Sara, cuya familia es demasiado conocido en el estado de Jalisco, ha decidido permanecer apartada de la vida pública después de que se le relacionara con el “Narco de narcos”; Diana ha roto en silencio para dar algunas entrevistas e incluso ha tratado de registrar la propiedad del nombre de Rafael Caro Quintero, mientras que, de la que menos se conoce es de Elenes Lerma, a quien el gobierno estadounidense ligó desde 2013 a la organización delictiva del “Narco de Narcos”, por el que ofrece una recompensa de USD 20 millones.
De la primera esposa del narcotraficante se conoce tan poco que ni siquiera ha sido mencionada en series como Narcos México, producida por Netflix. Incluso de ella sólo se conocen dos fotografías: la difundida por el gobierno estadounidense y otra en la que un joven Caro Quintero y una mujer, que se sospecha es ella, están en una fiesta.
Elenes Lerma, nacida en Culiacán, Sinaloa, es identificada por el gobierno estadounidense como una de las principales cómplices en la red financiera de Caro Quintero junto con sus hijos: Héctor Rafael, Roxana Elizabeth, Henoch Emilio y Mario Yibran.
Elizabeth y a su hija, de acuerdo con un reporte de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) citado por el diario El Universal en septiembre de 2013, serían dueñas de una de las propiedades más caras de Caro Quintero: una casa que entonces fue valuada en 10 millones de pesos.
Madre e hija también fueron mencionadas como propietarias de un spa llamado Las Limas, ubicado a dos horas de Guadalajara, una hacienda con 15 habitaciones que se alquilaba a 4,500 pesos (USD 450 dólares, al tipo de cambio de entonces) la noche por persona.
Los miembros de la familia Caro Elenes eran vistos en los distintos negocios que establecieron en las ciudades de Guadalajara y Zapopan. La más productiva de las firmas era El Baño de María, S. de R.L. de C.V., con sucursales en conocidos centros comerciales tapatíos: Gran Plaza, Plaza México y Plaza Patria, así como en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara y otros tres domicilios.
El crimen del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena Salazar, en 1985, llevó al narco mexicano a la cárcel. La justicia mexicana le condenó a 40 años, pero en 2013 , cuando aún le faltaban 12 años por cumplir, logró que un tribunal de Jalisco le dejase en libertad por un defecto de forma. Cuando la sospechosa sentencia fue invalidada, Caro Quintero ya estaba en clandestinidad.
Desde entonces, su salida no escapó a los ojos de la DEA, que puso en marcha una gigantesca operación dentro y fuera de la ley para atrapar a los culpables.
Según gente de la sierra de Badiraguato, Sinaloa, Caro Quintero se mantiene oculto en alguna choza perdida entre vericuetos del Triángulo Dorado, viviendo a salto de mata y con mil rutas de escape, pues su principal temor es que lo agarre el gobierno y lo extraditen a Estados Unidos.
En más de dos ocasiones, “El Narco de Narcos” ha reclamado la ilegalidad de su extradición a Estados Unidos para ser juzgado por ocho cargos penales, entre ellos el asesinato del agente de la DEA. Sin embargo, desde 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha presentado proyectos, negándole medidas precautorias.
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