En diciembre de 2004, el caso de Gumaro de Dios García causó asombro y temor en México. Fue un asesino serial, que también cometió canibalismo.
Nació el 7 de abril de 1978 en el municipio de Cárdenas, Tabasco. Su vida quedó marcada cuando a los siete años fue violado por uno de sus tíos. A los 18 años ingresó al Ejército del que más tarde desertó. Según estudios médicos, desde los 15 años padecía esquizofrenia y paranoia, además de que consumía cocaína, heroína y marihuana.
Atacaba a todo aquel que se interponía en su camino, incluyendo a un subteniente, a quien apuñaló en el tórax y en las piernas, dejándolo tirado en un charco de sangre. “Cuando salí, quise vengarme y entonces me lo topé, quien sabe si se murió yo salí huyendo del ejército”.
Padeciendo de sus facultades mentales, ya en Quintana Roo, sostenía relaciones sexuales con animales incluyendo una yegua de la cual se enamoró diciendo que con ella procrearía un hijo, incluso en su sexualidad se transformaba al tener relaciones con hombres a quienes Gumaro de Dios les decía, “Soy un chico malo, soy una mujer mala”.
En el año 2000 fue ingresado al penal de Cárdenas por el robo de una grabadora y cinco camisas. Violó a su sobrino de un año. Pasó un año y medio en la cárcel y tras salir se mudó a Chetumal, en donde comenzaría a cometer sus atroces crímenes, que lo llevarían a ser conocido como “El Canibal de Playa del Carmen”.
En 2004, mató a un hombre en Mahahual, Quintana Roo. Años después declaró: “el tipo me jugó bronca. Traía un machete y me retaba. Lo dejé que se cansara de gritar. Luego, cuando se apendejó le quité el machete y madres, que lo empiezo a cortar como pescadito. Vi cómo se desangró. Ahí lo dejé y me largué. Ese día en la noche se me apareció su espíritu. Yo le dije a mi Dios Jehová que me ayudara a ya no oír. Pero todavía lo escucho”.
Gumaro de Dios huyó a Petén, ubicado entre México y Belice en donde vivía en una obra en construcción. Ahí conoció a un viejo brujo maya al que llamaba “El Sabio” y a quien prometió asesinar a tres personas. También conoció a Raúl González “El Compinche”, “El Guacho” o “El Pelón”, de 19 años, también desertor de la Infantería de Marina, quien en su brazo izquierdo tenía tatuado el nombre de una mujer.
Se hicieron amigos y cómplices. Poco tiempo después se convirtieron en amantes y se fueron a vivir a un lote abandonado a 100 metros del kilómetro 126 de la carretera Chetumal-Playa del Carmen, lugar donde robaban casas y se prostituían con turistas nacionales y extranjeros.
Fue el día 12 de diciembre de 2004, cuando “El Caníbal de Playa del Carmen” y Raúl tuvieron problemas mientras se drogaban y embriagaban, luego de que Gumaro reclamó a su amante 550 pesos mexicanos (USD 29) que le debía. Cuando le dijo que no tenía dinero, Gumaro enfureció y con un block golpeo a Raúl hasta dejarlo inconsciente y al ver que todavía se movía lo ahorcó con un cable que encontró en el lugar.
Una vez muerto, Gumaro de Dios García, colgó el cadáver con la cabeza hacia abajo hasta desangrarlo. Descuartizó el cuerpo para preparar un caldo con las vísceras. En una parrilla asó el corazón, algunas costillas y un riñón, y cortó en filetes el muslo izquierdo, que cocinó con una salsa de chiles verdes, cebolla y tomate. “Sabían como a barbacoa de borrego”, fue la frase que utilizó.
Fue un fin de semana de festín para “El Caníbal de Playa del Carmen”, hasta el 14 de diciembre cuando fue descubierto a lado de los restos del cadáver por vecinos de la zona, quienes dieron aviso a la policía que lo detuvo.
Fue recluido en la cárcel municipal de Playa del Carmen donde contó que tenía pacto con el diablo para entregarle a tres personas y aseguró que le gustaba tener relaciones sexuales con animales, principalmente con perras.
No mostró ningún arrepentimiento por sus crímenes. “No me arrepiento de nada, ya lo hice". En 2006 se cercenó parte de la oreja izquierda para comérsela porque -afirmó- extrañaba el sabor de la carne humana.
Debido a su peligrosidad y al temor que provocaba entre los reos, en 2007 fue trasladado a un Centro Federal de Readaptación Psicológico en Cuautla, Morelos, pero en 2008 en la fase terminal del SIDA que padecía fue enviado de regreso al Cereso de Chetumal, de donde fue sacado la madrugada del martes 11 de septiembre de 2012 para morir en el Hospital General de esa ciudad a los 34 años. Fue trasladado por su familia a su natal Tabasco en donde fue sepultado en la ranchería llamada Azucena.
El asesino confesó, también otro asesinato, la violación de un niño y una monja. “¿Qué siento al matar? ¡Ah! Pues nada, no se siente nada, es como matar a un pollo”.
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