Eran los tiempos en los que el sanguinario cártel de Los Zetas buscaba adueñarse del territorio de otras organizaciones criminales, demostrando prácticas intimidatorias que hasta entonces eran desconocidas por el narco.
El 10 de marzo de 2009, los habitantes del municipio de Ixtlahuacán del Río, en los límites entre Jalisco y Zacatecas, se despertaron con un macabro espectáculo, que para ellos no era extraño, ya que anteriormente habían encontrado hieleras con tres o cuatro cabezas, pero esta vez, además de la cantidad, que hasta ahora se recuerda como el máximo número de cabezas encontradas en un solo lugar, el modus operandi fue distinto al de otras ocasiones.
Las cinco cabezas fueron abandonadas en la carretera junto al municipio de Ixtlahuacán del Río. Los responsables cometieron el homicidio en Zacatecas y dejaron los restos en Jalisco, para dificultar y burocratizar las acciones de las procuradurías estatales.
“Son cabezas recién partidas, cortadas unas cuatros horas antes de su hallazgo”, dijo entonces un vocero a la agencia de noticias Reuters.
En el lugar había dos mensajes dirigidos a un narcomenudista identificado como “Goyo”, perteneciente al grupo de Los Zetas. Las cabezas eran de cinco hombres de entre 30 y 50 años de edad.
Se estableció que Goyo secuestró al hermano de un capo local que maneja el negocio para ese mismo grupo de narcos. El secuestrado había sido asesinado, pero nunca apareció su cadáver.
En venganza por la intromisión a su plaza y el plagio de su familiar, el narcotraficante agraviado levantó y decapitó a los cinco hombres más allegados a Goyo, todos ellos de origen zacatecano, y cuyas cabezas fueron localizadas a dos cuadras del que ocupaba la Policía Investigadora en Ixtlahuacán del Río.
Las investigaciones, de acuerdo a las autoridades policiales, apuntan a que se trató de un pleito entre Zetas por la plaza de Zacatecas.
Las torturas y decapitaciones entre cárteles rivales ya son comunes en la despiadada guerra de los grupos criminales, que no cede pese a operativos del Gobierno en el que participan decenas de miles de militares y policías.
Desde 2006 a la fecha, al menos 61,000 personas se encuentran desaparecidas en México. Un incremento del 52% con respecto a las contabilizadas en el último informe difundido el año pasado.
De la cifra total de desaparecidos, 11,072 corresponde a niños. Organismos internacionales de derechos humanos han cuestionado la labor que han realizado por años autoridades mexicanas para contener el creciente número de desaparecidos.
Y es que el presidente Andrés López Obrador cerró su primer año de gobierno con un total de 34,579 homicidios dolosos, convirtiéndose en el año más violento en la historia del país. Además, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, las autoridades registraron 9,164 nuevos casos de personas desaparecidas. De ese total, 6,067 fueron hombres, 3,093 mujeres y 4 indeterminados; además, 61% de las fosas clandestinas y casos registrados este año se concentraron en 5 estados del país: Sinaloa, Colima, Veracruz, Sonora y Jalisco.
Los más de 60,000 desaparecidos ponen a México entre los países con más casos de desapariciones forzadas en la historia de América Latina. Y a diferencia de Guatemala y Argentina, que entre 1970 y 1990 sufrieron una guerra civil y una dictadura, México nunca ha estado oficialmente en guerra.
Los resultados de este último informe señalan que tan solo en el último año, el 41% del total de mujeres que desaparecieron se mantienen en calidad de no localizadas. Jalisco, Puebla, Nuevo León y Chihuahua fueron los lugares que presentaron mayor índice de casos por género, aunque Jalisco, Puebla, Yucatán, Guerrero y Nuevo León fueron los que localizaron a más desaparecidas.
En el caso de niños y jóvenes, en 2018 se reportaron 2,720 desaparecidos, de los cuales fueron encontrados 1,713 menores de edad mientras que 1,007 siguen sin ser localizados. Las entidades de Jalisco, Puebla, Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León son los lugares que más casos de este tipo, y Jalisco, Puebla, Yucatán, Guerrero, Nuevo león y Chiapas fueron los estados que más menores localizados registraron.
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