Hernán Cortés, el español conocido por haber conquistado América, es una mítica figura de la que se habla hasta nuestros tiempos. A pesar de haber vivido hace más de 500 años, aún se especula sobre la realidad de su vida y acciones, sobre todo las cometidas en territorio tenochca.
Su relevancia es tan grande, que el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aún se toma tiempo de sus conferencias matutinas para hablar de las obras de Cortés. La última ocasión que lo hizo fue el 19 de noviembre, cuando aseguró que el español cometió el “primer fraude” de la historia mexicana.
“Apenas desembarcó en Veracruz, el conquistador Hernán Cortés, sin ningún fundamento legal, se autonombró alcalde. Fue el primer fraude” dijo AMLO. Estas palabras llegaron hasta España, en donde miembros del partido derechista arremetieron en su contra.
La información dada por el mandatario mexicano, así como mucha otra que ronda a su mítica figura, no se puede comprobar por completo. Lo que se sabe de su travesía por tierras ahora mexicanas ha sido rescatado por historiadores que han analizado documentos de la época y cartas en donde se habla de sus actividades. A través de este método se han logrado aclarar algunos hechos ficticios que se difunden acerca de Cortés.
1. Los mexicas pensaban que era un Dios
En varias ocasiones se ha dicho que Moctezuma II y el pueblo mexica, bajo su mandato, creyeron que Hernán Cortés en realidad era Quetzalcóatl encarnado en humano. Esta creencia nace debido a los testimonios que hay acerca de que el emperador llenó de regalos y tributos al español, cuando se enteró de su desembarque en Veracruz.
Sin embargo, escritos de la época han desmitificado esta versión. Es verdad que se le entregaron preciados tesoros, pero fue con el objetivo de alejarlo de Tenochtitlan. Los mexicas pensaron que al enviarle obsequios hasta donde estaba le quitarían la tentación de acercarse al Gran Imperio, pero el efecto fue el contrario.
2. Diplomacia y enfermedades: los verdaderos derrocadores de los mexicas
Aunque sí existió un levantamiento de armas comandado por Hernán Cortés para apropiarse de Tenochitlan, fueron otros factores los que lograron su triunfo. La gran habilidad diplomática del español logró convencer a los pueblos enemigos del Gran Imperio para enfrentarlos.
También es muy fuerte la teoría de “colapso demográfico” que sostiene que fueron las enfermedades como salmonelosis y viruela, traídas de Europa, las que debilitaron a la población y favorecieron el triunfo de los españoles.
3. Cortés no quemó sus naves
Se piensa que cuando Cortés llegó a México quemó las naves que lo transportaron para dar todo de sí sin la esperanza de regresar a España. Sin embargo, en reportes que envió a Carlos V, se descubrió que no es verdad.
Después de que desembarcó en el Puerto de Veracruz desarmó sus barcos para extraer cosas que le serían útiles durante la expedición. Además, quiso evitar que sus tropas se amotinaran en ellos.
4. Los restos de Hernán Cortés
Durante mucho tiempo no estuvo claro en dónde se encontraba el cuerpo del conquistador. Después de su fallecimiento en España tuvo ocho destinos hasta que regresó a lo que él fundó como la Nueva España.
Había decretado que el lugar de su sepultura fuera una parroquia que mandó a construir en Coyoacán, pero su edificación nunca se llevó a cabo, por lo que los restos de Cortés nunca llegaron ahí.
La “tumba” de Cortés es un muro de la iglesia de Jesús de Nazareno ubicada en República del Salvador 119, recinto que pasa inadvertido en el trajín de la Ciudad de México, a pesar de ser un compendio de momentos históricos del país.
5. Hernán Cortés no fue el único conquistador
El español fue el líder del grupo de combate que llegó a México en 1519. Pero no fue la única persona que participó en la conquista del territorio. Pedro de Alvarado, Diego de Ordás y Jerónimo Aguilar, que también son mencionados en los libros de historia pero con papeles menos relevantes, también tuvieron un peso importante en las pláticas con pueblos indígenas.
Los tres tenían habilidades de convencimiento y eran buenos estrategas, por lo que Cortés tuvo que apoyarse totalmente en ellos para cumplir sus cometidos.
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