Tirar chicles en la vía pública podría ser motivo de multas de hasta 16.000 pesos en Ciudad de México

Una diputada presentó la iniciativa de reforma a la Ley de Residuos Sólidos con el objetivo de evitar que los habitantes arrojen gomas de mascar al pavimento

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(Foto: Cuartoscuro)
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Forman parte del paisaje urbano y muchos habitantes ni siquiera los notan, pues con el paso del tiempo se convierten en manchas negras en el pavimento, pero el hábito de las personas por tirar chicles en la calle es un problema que le cuesta al gobierno de la Ciudad de México.

Sobre el tema, este martes se presentó una iniciativa para sancionar a quienes arrojen la goma de mascar en la vía pública, con multas que van de entre los 1.689 pesos a los 16.898 pesos mexicanos.

Así lo expuso Teresa Ramos Arreola, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente del órgano legislativo, quien expuso que el retirar los chicles pegados del pavimento cuesta “aproximadamente 2.5 pesos, tan solo en el centro histórico se contabilizaron 200.000 chicles en el suelo”.

En el documento de la “Iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley de residuos sólidos del Distrito Federal”, se señala que, aproximadamente, el 20% de la superficie del Centro Histórico está repleto de chicles. “En las zonas con más densidad de chicles pegados en el suelo, se han contabilizado hasta 75 por cada metro cuadrado”.

Justificó su iniciativa al señalar que el acto implica un alto riesgo sanitario y ambiental, “aunado al alto costo de su limpieza, en detrimento de la salud de la población y la imagen urbana”.

Y es que la diputada por el Distrito 8 señaló que cada chicle tirado en el espacio público “es un gran foco de infección y un riesgo para la salud de los habitantes, ya que puede albergar hasta 10.000 bacterias y hongos recogidos del medio ambiente en que se encuentra”.

En este orden de ideas, cada chicle es un foco de contaminación, ya que contiene los microorganismos de la propia persona que lo masticó. Tal es el caso de una persona que padece tuberculosis, salmonelosis o un estafilococo que, al desechar el chicle en el piso, causa que esas bacterias se esparzan en el aire. También será un acumulador de polvo, tierra e inmundicia de la ciudad.
(Foto: Cuartoscuro)
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La propuesta de reforma a la Ley de Residuos Sólidos quedaría sentada así en el Artículo 24: "Es responsabilidad de toda persona, física o moral, en la Ciudad de México: I. Separar, reducir y evitar la generación de los residuos sólidos; I. BIS. Tirar o arrojar chicles usados en los contenedores indicados".

Ramos Arreola señaló en su iniciativa que, “de acuerdo con la empresa Kraft Foods, México es el segundo país consumidor de chicles a nivel mundial. En ese sentido, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señala que en México se producen más de 92.000 toneladas de chicles anuales con un valor de mercado de poco más de 420 millones de dólares, por lo que el consumo promedio del mexicano es de los más altos en el mundo, solo después de Estados Unidos”.

“Chicle”, que proviene de la palabra en náhuatl “tzictli” y del maya “sicté”, que hace referencia al “sagrado” o fluido del árbol de chicozapote del que se extrae de forma natural al cortar la corteza. El líquido (látex) proveniente del árbol se calienta para quitarle lo líquido y así lograr la consistencia que tiene una goma de mascar. Se comprimen y se les agrega sabor y color, para su posterior venta.

(Foto: Cuartoscuro)
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El ex presidente de México, Antonio López de Santa Anna propuso en 1860 a Thomas Adams “fabricar llantas y juguetes con el látex que él mascaba y usarlo como caucho, sin saber que ahí iniciaría la historia del chicle. A Adams se le ocurre agregarle dulce a la resina y venderla en trozos”, se explicó en una exhibición llamada “Pega tu chicle”, realizada en la XXV Semana Nacional de Ciencia y Tecnología de Ciudad de México en noviembre de 2018.

Desde 2009 el gobierno de Ciudad de México ha buscado eliminar los chicles pegados en los espacios públicos. Manualmente se retiran con una espátula y gasolina, y en ocasiones con máquinas mediante calor y absorción.

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