Abatieron a El Güero, líder del CJNG en Huetamo, Michoacán

Un enfrentamiento entre elemento de la policía de Michoacán y hombres armados, dejó como saldo tres personas muertas, entre ellas el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Huetamo, a quien apodaban “El Güero”.

La balacera ocurrió alrededor de las 13:00 horas de este martes en la carretera de Huetamo-Churumuco, cuando policías y militares ubicaron una camioneta en donde viajaban varios hombres armados, a quienes les marcaron el alto, por lo que al no hacerlo, comenzó la balacera.

Además de “El Güero”, otros dos presuntos sicarios fueron abatidos, mientras que una oficial y una menor que pasaba por la zona resultaron con heridas.

De acuerdo con información de la policía, “El Güero” figuraba en la lista de la lista de los objetivos criminales más buscados.

Tras el operativo se aseguró una camioneta, en la cual había diversas armas largas de uso exclusivo del Ejército.

“El Caballo”: el sicario del CJNG que fue ejecutado tras incendiar casa con niños dentro

Jorge Enrique Cuesta, alias “El Caballo”, fue ejecutado el pasado fin de semana por un grupo armado en el Valle de Guaymas. El presunto sicario fue identificado como el responsable del incendio en el que se quemaron dos niños el pasado 11 de septiembre en el municipio de Empalme, Sonora.

Medios de comunicación locales señalaron que “El Caballo”, presunto integrante del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fue asesinado a manos de un grupo de hombres que viajaba a bordo de un automóvil sedán, quienes le dispararon en al menos 12 ocasiones. La víctima, de 30 años de edad, murió acribillado en el Valle de Guaymas.

Enrique Cuesta formaba parte de la organización criminal que controla la región del Valle de Guaymas y Empalme, bajo las órdenes de Tony Navidad, primo-hermano de Sajid Quintero Navidad, alias “El Cadete”.

Fue el pasado 11 de septiembre cuando el grupo armado en el que operaba “El Caballo” incendió una casa en la colonia Libertad, en Empalme, en donde se encontraban dos niños y su madre. Se trataba de los niños Dyaron, de 8 años y Keyla, de 2, así como su madre Perla Verónica, de 31 y Christian Abel, de 25, quienes resultaron con quemaduras de segundo y tercer grado.

Según los reportes, antes del incendio, los sicarios detonaron varias armas de fuego hacia el interior de la casa, luego ingresaron por el padre de los infantes, identificado como José de Jesús, alias “El Pelón”, de 23 años.

Los hechos ocurrieron a las 18:50 horas del martes, en el inmueble ubicado en el boulevard 16 de septiembre y calle 20, en el sector Libertad.

Según los reportes del incidente, el comando roció gasolina a la vivienda y le prendieron fuego. Las pequeñas víctimas reportaron quemaduras del 90% en el cuerpo, mientras los adultos tuvieron heridas en el 60% del mismo.

El incendio fue reportado al número de emergencia 911, por lo que acudieron elementos del departamento de bomberos, quienes rescataron a las personas de la casa en llamas. Paramédicos de la Cruz Roja los trasladaron a un hospital de Guaymas, Sonora.

A pesar de las atenciones médicas, Dyaron murió a causa de las quemaduras. Fue cremado y se ofició una misa en su honor, a la que acudieron familiares, amigos, vecinos, maestros, y sus compañeros de segundo año de primaria.

El día del incendio, el padre de los niños fue secuestrado sin que hasta el momento se sepa de su paradero.

Este es uno de los múltiples ataques que han azotado Sonora y que incluso provocaron la cancelación de la celebración del Grito de la Independencia el pasado 15 de septiembre en el municipio de Empalme.

El 4 de octubre se reportó un nuevo ataque en esta localidad. Se trató de un convoy de cinco camionetas que ingresó al poblado de La Atravesada y disparó contra varias casas. Se presume que los sicarios iban buscando a Mario Antonio, “El Toñito” Abato, de 27 años.

En su búsqueda, casi mataron a un vecino y cuando hallaron a su objetivo lo sacaron de la casa y lo ejecutaron en la banqueta. Luego, prendieron fuego al domicilio.

Los incendios a inmuebles se han convertido en un modus operandi sistematizado en el norte del país, recurso usado especialmente por el cártel de Los Salazar, que se vengan de sus víctimas ejecutándolos y prendiéndoles fuego a sus viviendas.