Fueron sus socios, distribuidores y supuestos "amigos", quienes hundieron legalmente al exjefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán en una Corte de Nueva York, exponiendo detalles explícitos de sus brutales crímenes, negocio de drogas, enemigos, rutas de envío y sobornos.
Hablaron sobre el viejo socio que lo ayudó a escapar de una prisión, su mejor proveedor de cocaína, y hasta del temido técnico que instaló un sistema de comunicación y de espionaje para la célula delictiva de Sinaloa.
"El Rey", hermano menor de Ismael "El Mayo" Zambada y quien representaba al cártel en la Ciudad de México, fue el primer testigo cooperante de la Fiscalía estadounidense en sacudir la estrategia de la defensa de Guzmán, alegando que éste era uno de los principales líderes.
Realizó una radiografía del tráfico de drogas que lideró el acusado desde Colombia hasta Nueva York, Estados Unidos.
En el libro El Chapo Guzmán, el juicio del siglo, la periodista Alejandra Ibarra Chaoul, una de las pocas comunicadoras en el mundo que cubrió el juicio del capo, relató que "El Rey", con su carisma, se ganó la atención del jurado.
Ahí, el narco aseguró que "El Chapo" invertía con otros narcos en la importación de cocaína: compartían el transporte se dividían los sobornos y el personal para mover esa droga hasta el otro lado de la frontera norte de México.
La estructura del Cártel de Sinaloa, digna de una empresa trasnacional, incluía líderes que manejaban a sublíderes: si un cargamento tenía que llegar a Guerrero, había una persona ahí. No importaba de dónde llegaba la cocaína colombiana, pues la célula delictiva tenía la infraestructura para recibirla y llevarla a EEUU.
Una parte importante de esa organización eran los funcionarios públicos que recibían una paga de los narcos, al igual que los transportistas, pilotos, ingenieros, choferes y guardias de seguridad.
En las anécdotas de "El Rey" se escuchó por primera vez los detalles de la pistola que siempre llevaba consigo "El Chapo": una súper .38 con cachas de diamantes que tenía sus iniciales.
Una de las responsabilidades del hermano menor de "El Mayo" Zambada, era administrar las bodegas en la Ciudad de México. La cocaína llegaba de diferentes puertos y el principal proveedor era "Chupeta", un narco colombiano que trabajaba para el Cártel del Norte del Valle.
La coca se empacaba en una especie de hule, se amarraba y se le ponía otro. "Se encinta, otro hule, lo encintas. Hasta que tengas la seguridad de que no se va a mojar si le cae agua", decía.
Cuando la droga salía a la Ciudad de México, se mandaba al país vecino en pipas de gas, a las que les hacían un doble fondo. Si detenían alguna y abrían la válvula, salía olor a gas. También transportaban cocaína a través de túneles, mediante operación hormiga de coches particulares con la droga escondida en comportamientos secretos, dentro de submarino caseros y por avión.
Los sobornos se distribuían una vez al mes. "El Rey" le daba USD 300,000 al director de la Procuraduría General de la República, al de Caminos y Puentes Federales, al de la Policía Judicial, al de homicidios, a las autoridades del aeropuerto y a policías municipales.
Asesino a sueldo
El último testigo presentado por la Fiscalía, Isaías Valdez Ríos, quien era un guardespaldas cercano a Guzmán, contó detalladamente los asesinatos a sangre fría que habría cometido el propio mafioso hace una década.
A cada una de sus víctimas, miembros de cárteles rivales, les quitó la vida disparándoles a quema ropa.
En una ocasión, Guzmán ordenó el asesinato de uno de sus socios sólo porque no le quiso dar la mano al final de la reunión.
Otro, integrante de Los Zetas, lo enterró vivo luego de que el disparo que dio no lo mató. La persona jadeaba por aire; sin embargo, lo tiraron a un agujero y lo sepultó.