La situación de los migrantes centroamericanos que en la ciudad fronteriza de Tijuana esperan su paso hacia Estados Unidos en busca de asilo ha llegado a un límite crítico: para ellos y las autoridades municipales.
A tal punto ha llegado su desesperación que algunos ya comenzaron a organizarse para realizar una huelga de hambre que presiones al gobierno de Estados Unidos y les permita el paso a aquel país.
A la carencia de servicios, instalaciones adecuadas y refugio ante las inclemencias del tiempo que enfrentan los migrantes, se suma la crisis de las finanzas del municipio, según el alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, y el gobernador de Baja California, Francisco Vega.
Los cálculos oficiales advierten que al gobierno estatal le costará 16 millones de pesos al mes (800.000 dólares aproximadamente) atender a los centroamericanos que esperan cruzar a Estados Unidos en Tijuana y Méxicali, también ciudad fronteriza.
El municipio, por su parte, asegura que gasta 600.000 pesos al día (unos 30.000 dólares) en la manutención de los 7.000 migrantes, aproximadamente, que hay en la ciudad. El alcalde incluso aseguró este miércoles que ya sólo contaba con recursos para dos días.
También citó datos del Consejo Coordinador de Empresas para advertir que la presencia de los centroamericanos ha afectado a 80.000 tijuanenses que diario cruzan a la frontera con Estados Unidos para trabajar de manera legal en California, lo cual ha representado un déficit de 134 millones de pesos (unos 6.7 millones de dólares).
Para hacer frente a la situación, el consejero jurídico del ayuntamiento de Tijuana viajó a la Ciudad de México para pedir apoyo y recursos a la Organización Nacional de las Naciones Unidas, la Secretaría de Gobernación y el Congreso de la Unión.
No obstante el panorama, el canciller Luis Videgaray afirmó que el gobierno federal ha apoyado a Tijuana con víveres y otros materiales, y negó que la situación esté fuera de control.
Pero lo que mira la prensa en aquella ciudad de la frontera es la precariedad en que se encuentran los migrantes de las caravanas, que desde el pasado 19 de octubre comenzaron a llegar a México.
Prensa local y la agencia EFE han documentado que en el más grande albergue de Tijuana, instalado en el deportivo "Benito Juárez", sólo hay 25 baños para más de 6.000 personas que permanecen allí.
Muchos además duermen a la intemperie, sin un techo que los proteja de la lluvia y el frío, y han tenido que recurrir a plásticos y tiendas de campaña para resguardarse o dormir bajo los vehículos de la Secretaría de Marina.
En el albergue además hay 40 mujeres embarazadas. El miércoles pasado el director del Registro Civil de Baja California, Javier Mayoral, informó del nacimiento de un bebé de la caravana, quien será registrado como mexicano.
Ante la falta de espacios y el desabasto de servicios en el deportivo "Benito Juárez", el Instituto Nacional de Migración rentó un predio al que trasladará a una parte de los migrantes.
El lugar se encuentra a 20 kilómetros del deportivo donde permanecen, lo que representará inconvenientes para los migrantes que quieren permanecer cerca de la frontera.
Sin palabras… #Tijuana
Fotografía de Pedro Pardo. pic.twitter.com/MLFbFLQ71b— Tijuana Local (@TijuanaLocal) November 26, 2018
El presidente municipal de Tijuana también dijo que les ha ofrecido otros espacios de la Iglesia y organizaciones civiles, pero rechazan la oferta porque no quieren separarse del contingente.
Desde su llegada a la ciudad, los migrantes han enfrentado episodios de rechazo de mexicanos en Tijuana. Incluso han organizado marchas para exigir que se vayan.
Las autoridades mexicanas además intentan convencerlos de volver a sus países y les han dicho que hay recursos suficientes para ayudarlos a regresar.
Pero son miles las personas que siguen a la espera de una respuesta a las peticiones de asilo en Estados Unidos, que podría tardar meses en llegar.
Según datos de Amnistía Internacional, el gobierno de ese país atiende entre 30 y 70 peticiones diarias, y desde antes de la llegada de la caravana ya había 2.000 pendientes.
Ante la situación, pequeños grupos se han trasladado o ya consideran moverse a otros puntos de la frontera como Ciudad Juárez, en Chihuahua.
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