Hay ídolos que son inmortales y México tiene uno. Nació hace 100 años en Guamúchil, Sinaloa, cuando en ese estado del norte de país la violencia era nada más que un rastro de la Revolución y no del narcotráfico. Se llamaba Pedro Infante Cruz, fue carpinterio antes que cantante y actor, y le bastaron 39 años de vida para convertirse en leyenda.
En el centenario de su nacimiento, que el país entero celebra este 18 de noviembre, Pedro Infante revivirá en un disco de edición especial, en un billete de la Lotería Nacional, en un museo más para su memoria –el quinto en el país– y en una serie biográfica que estrenará Televisa en 2018.
Así celebrará México a su ídolo muerto hace 60 años. El actor que filmó 61 películas. El único mexicano que ha ganado un Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín. El cantante que grabó unas 351 canciones, ha vendido 25,3 millones de discos, tiene la versión más vendida de Las Mañanitas –la tradicional canción mexicana para los cumpleaños– con 20 millones de copias y todavía hoy compite en ventas con 100.000 unidades al año.
Por eso, la compañía discográfica Warner Music adelanta que el disco "Cien años pensando en ti", editado para conmemorar a Pedro Infante, será un éxito con el CD que en su versión de lujo integra 100 interpretaciones y un DVD documental de la vida de este hombre que fue molde para una manera de ser mexicano.
Eso dice José Antonio Valdés, investigador, crítico cinematográfico y experto en la llamada Época de Oro del cine mexicano, que abarcó de 1936 a 1957, precisamente los años de fama de Pedro Infante como actor.
"Es el estereotipo del hombre mexicano ideal, posterior a la Revolución mexicana", dice Valdés. "Representa valores todavía vigentes para los mexicanos: solidario, generoso, conquistador, sacrificado por su familia, preocupado por el bien común, el que desde abajo llegó a la cumbre y nunca olvidó su procedencia".
Es el estereotipo del hombre mexicano ideal, posterior a la Revolución mexicana
Sus personajes además son un recorrido de la trasformación de los mexicanos de su época: del charro de campo al hombre urbano, Pedro Infante transitó por todos los matices de la mexicanidad. Incluido el indio Tizoc, película que en 1957 le valió el premio como mejor actor en el Festival de Cine de Berlín.
"Primero es el héroe de la comedia ranchera, después se vuelve un personaje urbano y al final entra dentro de los cánones de la clase media", dice Valdés.
También es el espejo del macho mexicano y la inspiración de los hombres de una época, explica Valdés. Personajes como Pepe "El Toro" (de las películas Nosotros los pobres y Ustedes los ricos), Silvano Treviño (La oveja negra), Pedro Malo (Dos tipos de cuidado) y Juan Menchaca (Los gavilanes) educaron sentimentalmente a los mexicanos de los años 40 y 50.
Son películas que reúnen todos los estereotipos de la cultura popular mexicana: desde el borracho –que nunca fue porque no bebía una gota de alcohol– y el mujeriego, hasta el hijo ejemplar y el marido y padre devotos (como papá soltero de la Tucita en la película Los tres huatecos). De su herencia, todavía hay huella en la sociedad mexicana, que "no ha cambiado tanto como queremos creer", dice el investigador.
Pero la gente sigue celebrando a Pedro Infante porque nos recuerda sobre todo la alegría y el goce de ser mexicanos, asegura Valdés. "Ese gusto estaba en él y en sus películas".
El carpintero desafinado
Pedro Infante buscó su primera oportunidad como cantante en 1938. Tenía 21 años cuando se presentó en la estación de radio XEB, acompañado de su primera pareja, María Luisa León. La leyenda difundida en libros y entrevistas cuenta que su audición fue un desastre. A Ernesto Belloc, director de la radiodifusora, le pareció que desentonaba y tenía vicios de dicción. No le gustó y le recomendó mejor volver a Sinaloa y seguir con la carpintería.
Pedro insistió, hizo una segunda audición y consiguió un contrato para cantar tres veces por semana en la radiodifusora. Luego ganó un concurso de aficionados en el Teatro Colonial y por las noches se presentaba en el cabaret Waikikí y en el Salón Maya del Hotel del Prado.
Su primer contrato discográfico lo consiguió en 1942 para grabar dos temas con el sello RCA Víctor Mexicana: las canciones "Guajirita" y "Te estoy queriendo". Debut y despedida, dicen, porque sólo vendió 10 discos de una edición de 500. Pero con los años, se convirtieron en dos clásicos de su discografía.
Pavel Granados, autor del libro "XEW. 70 años en el aire", recuerda que Pedro Infante también fue "crooner", es decir, un estribillista de orquesta de los años 30. Así se formó en el bolero y la serenata, hasta que sobresalió como intérprete de música ranchera.
Según los testimonios de la época, no se dejaba dirigir tan fácilmente, hasta que llegaron a su carrera directores de orquesta como Manuel Esperón, que lo metió en cintura. "Le dijeron que, por lo menos, tenía que aprenderse la letra de las canciones porque no lo hacía y las cantaba como él quería", narra Granados.
Valdés asegura que Pedro no tenía tanta seguridad como aparentaba. En realidad, lo intimidaban las grandes estrellas con quienes trabajaba, entre ellas, Jorge Negrete, "la mejor voz mexicana del siglo XX", asegura el investigador.
Pedro se dirigía a Jorge como "señor Negrete", y éste le decía "Pedrito", según testimonios recabados en libros y entrevistas. Con él tuvo que medirse en películas como Dos tipos de cuidado, una de las más exitosas en la carrera de los dos.
"Manuel Esperón le dijo: mira, aparte de la autoestima, tú tienes el problema de que quieres llegar a donde llega Jorge. El le canta a la novia del segundo piso, pero tú no puedes. Mejor cántale a la novia del primer piso y ya no sufras".
Aunque Pedro Infante quería ser cantante de bolero, lo suyo fue la ranchera. Los ejecutivos de discos Peerles, su disquera de toda la vida, habían firmado con él en 1943 y desde su primer disco lo convencieron de grabar la ranchera "Soldado raso".
Pero la primera canción que todos los mexicanos escucharon en la voz de Pedro Infante fue Mañana, un vals que comenzó a transmitirse en radio a principios de 1944. Al año siguiente ya había alcanzado el éxito como cantante con Viva mi desgracia.
Durante su carrera grabó 351 canciones de 170 compositores mexicanos y extranjeros, así como 80 pistas para películas. Antes de morir a los 39 años en un accidente de avión en la ciudad de Mérida. Yucatán, grabó 4 canciones para su último disco y le quedó pendiente uno más con canciones del yucateco Guty Cárdenas, recuerda José Ernesto Infante en el libro "Pedro Infante, el ídolo inmortal".
La obra de Ismael Rodríguez
Como actor, Pedro Infante lleva un sello de autor. Se llama Ismael Rodríguez y fue el director que mejor supo aprovechar sus atributos para encajar en su molde a los personajes de las más memorables películas del sinaloense.
Al interpretar al compositor Juventino Rosas en la película Sobre las olas (1950), Ismael Rodríguez adaptó "la luminosidad" de Infante a la personalidad del músico mexicano de quien poco se sabía, dice el investigador.
Rodríguez tomó bajo su dirección a Pedro Infante, cuando éste ya había caminado trecho. "No fue un actor de éxito inmediato, sino una figura que se fue cimentando película a película", dice Valdés. "Llevaba 6 años de carrera en el cine cuando hizo su primera cinta importante con el director: Cuando lloran los valientes (1945)".
En esa película además se encuentra con su pareja ideal cinematográfica: Blanca Estela Pavón, su inseparable y fiel "Chorreada" de las cintas Nosotros los pobres y Ustedes los Ricos, las dos dirigidas por Ismael Rodríguez.
De ella, Pedro Infante siempre dijo que era su amor platónico. Inseparables hasta la muerte porque, quién lo diría, como él también murió en un accidente aéreo y fue sepultada en el Panteón Jardín, donde están los restos de su "Pepe El Toro", uno de los personajes más entrañables en el ánimo popular de la filmografía del actor.
Sobre su actuación como "Pepe el Toro", Valdés recuerda una anécdota que retrata si pasión y entrega por al actuación. "Ismael Rodrígez narra que en la película Ustedes los ricos, cuando filmaron la muerte de "El Torito" –el hijo apenas bebé que muere quemado en un incendio–, Pedro realmente entró en shock y tuvieron casi que bofetearlo para sacarlo de la emoción que ya se le había atorado en el pecho".
Pero su mayor reto fue "Tizoc", la cinta en la que interpreta a un indígena y ya no a un "charro atravancado" ni a un "héroe popular, romanticón y explosivo", dice Valdés.
De nuevo con Ismael Rodríguez en la dirección y María Félix como protagonista femenina, Pedro Infante ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín como mejor actor y la película obtuvo el Globo de Oro.
Valdés asegura que a Infante le imponían figuras como María Félix, Sara García, Fernando Soler y Jorge Negrete, pero lograba adaptarse a sus personalidades. "A Sara García la convirtió de verdad en su abuelita (como la película de "Los tres García") y a Fernando Soler en su papá (como en la cinta La oveja negra)". Era su manera de perderle el miedo a la estatura de esos actores.
La imagen perdida de México
En el país hay 5 museos dedicados a Pedro Infante. Uno en Mérida, Yucatán, donde murió en 1957, antes de cumplir los 40 años, al estratellarse la avioneta que pilotaba. Hay otro en Campeche y uno más en Mazatlán, Sinaloa, donde hay pertenencias del artista como trajes de charro, posters originales, discos y fotografías de su niñez que donaron sus familiares. Y está por inaugurarse, el 17 de noviembre, en Guamúchil, el que será el más completo, según autoridades del municipio.
Pero el más conocido espacio dedicado al "Ídolo de México" está en Cuajimalpa, donde él construyó la mítica mansión en la que recibía a los niños del rumbo para regalarles juguetes, comida y hasta cortarles el cabello en la silla de peluquero que tenía en uno de sus salones.
Su casa fue derrumbada en 1996 para construir en su lugar un edificio de departamentos, pero las autoridades de la delegación adaptaron un espacio en su memoria en la explanada central, justo frente a la iglesia de San Pedro donde filmaron escenas de "Los tres García".
No hay otro artista en México que disponga de tantos espacios para albergar sus recuerdos. Tal vez porque ninguno otro retrata tanto toda una época de un país.
Pedro Infante seguirá siendo un ídolo por muchos años, asegura Valdés. "Quizás porque queremos reencontrarnos con esa capacidad de hacernos a nosotros mismos, de que si llegamos a la cumbre no se nos olvide de donde venimos, de pensar en el bien común, es lo que Pedro hizo de manera exepcional".
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