En el marco del Día Internacional de la Infancia, Unicef publicó un informe global que revela cifras alarmantes sobre los desafíos climáticos y de salud que enfrentará la niñez en las próximas décadas.
Según el reporte, el número de menores expuestos a olas de calor extremas podría multiplicarse por ocho para el periodo 2050-2059, mientras que los afectados por inundaciones extremas triplicarán las cifras registradas en los años 2000.
El documento, titulado Estado Mundial de la Infancia 2024: el futuro de la infancia en un mundo cambiante, insta a que los gobiernos y las instituciones prioricen acciones concretas que protejan a la infancia frente a los efectos del cambio climático y otras megatendencias globales.
El impacto del cambio climático en la infancia
El cambio climático ya afecta de forma directa la vida de millones de niños y niñas en todo el mundo, y las proyecciones para las próximas décadas son inquietantes. Se espera que fenómenos extremos como olas de calor, incendios forestales e inundaciones se vuelvan más frecuentes y severos, afectando tanto la salud física como mental de los menores.
En regiones vulnerables como Oriente Medio, los menores enfrentan una combinación devastadora de crisis climáticas y sociales.
Según un estudio citado en el informe, muchos expresan preocupación por la calidad de su educación y las oportunidades económicas futuras, al igual que por la seguridad alimentaria debido a la disminución en la calidad de las cosechas.
Además, fenómenos como la escasez de agua potable y los desplazamientos forzados aumentan la sensación de ansiedad y desesperanza entre los jóvenes.
Las niñas enfrentan desafíos adicionales. La interrupción del acceso a la educación, junto con prácticas nocivas como el matrimonio infantil precoz, son consecuencias desproporcionadas de las crisis climáticas, lo que refleja la urgencia de tomar medidas específicas para proteger a los sectores más vulnerables de la población infantil.
Cuáles son los principales desafíos demográficos y sociales para la infancia
El informe subraya que, para 2050, los países enfrentarán escenarios demográficos contrastantes. En regiones como África Subsahariana, la población infantil continuará siendo alta, lo que requerirá ampliar los servicios básicos y garantizar recursos suficientes.
En contraste, Asia Oriental y Europa Occidental verán una caída en la proporción de menores dentro de sus poblaciones, lo que podría desplazar prioridades hacia el cuidado de una población envejecida.
De forma global, se proyecta que la proporción de niños disminuya significativamente, con África cayendo del 50% en la década de 2000 a menos del 40% en 2050. Mientras tanto, en Asia Oriental y Europa Occidental, los menores representarán menos del 17% de la población, frente al 29% y 20% de principios de siglo. Estas dinámicas plantean retos importantes para equilibrar las políticas de protección infantil con las demandas de una población adulta mayor en aumento.
La brecha digital y acceso desigual a la tecnología, otro punto que destaca Unicef
Un aspecto central del informe es la persistente brecha digital que margina a millones de niños y jóvenes en países de ingresos bajos y medios. Más del 95% de los habitantes de países de renta alta tienen acceso a Internet, pero apenas el 26% en los de renta baja.
Esta desconexión afecta de forma directa la capacidad de los menores para desarrollar competencias digitales, esenciales para acceder a oportunidades educativas y laborales en un mundo cada vez más digitalizado.
La falta de acceso a Internet no solo perpetúa desigualdades económicas, sino que también profundiza las barreras vinculadas al género, el idioma y la accesibilidad.
En muchas comunidades, la brecha digital dificulta que los jóvenes puedan competir en igualdad de condiciones con sus pares en países desarrollados, afectando su desarrollo personal y profesional a largo plazo.
Medidas recomendadas para proteger la infancia
Unicef propone una serie de acciones urgentes para mitigar los efectos negativos de estas megatendencias en la infancia:
- Invertir en infraestructuras resilientes y sostenibles: garantizar que las ciudades y los servicios básicos puedan soportar los efectos del cambio climático y garantizar el bienestar infantil.
- Fomentar el acceso universal a la conectividad y la tecnología: diseñar herramientas seguras y accesibles que permitan a los niños participar plenamente en la era digital.
- Aumentar la resiliencia climática: mejorar infraestructuras y servicios esenciales como el acceso a agua potable, atención sanitaria y educación en comunidades vulnerables.
- Fortalecer los sistemas educativos y de salud pública: invertir en estos sectores podría cerrar brechas de género en los logros educativos y reducir los riesgos climáticos que afectan de forma desproporcionada a las niñas y los niños.
La directora Ejecutiva del organismo, Catherine Russell, enfatizó que las decisiones actuales de los líderes mundiales tendrán un impacto directo en las generaciones futuras. “Podemos mejorar el futuro de los niños y niñas del mañana, pero debemos empezar hoy”, declaró.
Las sombrías proyecciones del informe Estado Mundial de la Infancia 2024 resaltan una verdad ineludible: la infancia está en el centro de las crisis climáticas, tecnológicas y demográficas que moldearán el futuro.
Las cifras, como el aumento de niños expuestos a olas de calor e inundaciones extremas, no son solo estadísticas; representan un llamado urgente a la acción.
Desde Unicef resaltaron que si los gobiernos, instituciones y la sociedad actúan con determinación desde ahora, será posible construir un mundo donde los menores no solo sobrevivan, sino que prosperen en un entorno más seguro, sostenible y justo.