Thwaites es el glaciar más ancho de la Tierra, con unos 120 km de anchura. El hielo que fluye más rápidamente está situado entre 50 y 100 km al este del monte Murphy, en la costa norte de la Antártida Occidental.
Una colaboración entre científicos de los Estados Unidos y el Reino Unido usa barcos rompehielos y robots submarinos para estudiar al glaciar. Así, los expertos encontraron que se está derritiendo a un ritmo acelerado y podría contribuir al aumento global del nivel del mar.
El equipo se formó en 2018 como “Colaboración Internacional del Glaciar Thwaites” (ITGC). Frecuentemente, es llamado “Glaciar del Juicio Final”, ya que si esa capa de hielo del tamaño de la superficie de Florida, Estados Unidos, se derritiera, podría elevar el nivel del mar en 65 centímetros.
Como actúa a modo de una piedra angular que impide que otras capas de hielo fluyan hacia el océano, su desaparición podría desencadenar una subida total del nivel del mar de más de 3 metros.
Según el doctor Rob Larter, de la Coordinación Científica del ITGC y geofísico marino del Relevamiento Británico Antártico (British Antarctic Survey), el glaciar Thwaites “ha estado retrocediendo durante más de 80 años, acelerándose considerablemente en los últimos 30 años, y nuestros hallazgos indican que va a retroceder más y más rápido”.
Durante esta semana los investigadores de la Colaboración se reunieron en Cambridge, Reino Unido. Llevan adelante ocho proyectos, que concluirán el año que viene.
De acuerdo con Larter, uno de los peores escenarios, como el colapso descontrolado del frente del glaciar, que se adentra en el océano como una plataforma de hielo, son improbables en este siglo. Esa preocupación “no es el enorme monstruo que podría haber sido hace 10 años”, dijo.
Sin embargo, habrá cambios. Los resultados preliminares de uno de los grupos de modelización del ITGC sugieren que en las próximas décadas Thwaites retrocederá de forma constante, pero no se derrumbará. Contribuirá hasta 6 centímetros al aumento global del nivel del mar a finales de siglo.
Eso sigue siendo una fracción importante de los 38 a 77 centímetros de aumento que, según el último informe de la ONU sobre el clima, se producirán de aquí al año 2100 debido al cambio climático. Y ocurrirá incluso si la humanidad detiene repentinamente las emisiones de gases de efecto invernadero, dado el calentamiento que ya se ha producido y la lentitud de respuesta de la capa de hielo, afirmó Daniel Goldberg, glaciólogo computacional de la Universidad de Edimburgo, en diálogo con la revista Science.
A largo plazo, las perspectivas siguen siendo sombrías. Según una estimación publicada en la revista Earth’s Future por un gran grupo de modelizadores, entre ellos algunos miembros del ITGC, en el peor de los escenarios de emisiones, Thwaites y muchas de las capas de hielo que soporta podrían derrumbarse para el año 2300, aumentando el nivel del mar en más de 4 metros.
Además, científicos especializados en paleoclima ajenos al ITGC están hallando cada vez más pruebas en núcleos de hielo, e incluso ADN de pulpo, de que esta región perdió grandes cantidades de hielo hace unos 125.000 años, cuando las temperaturas eran similares a las actuales.
En la década de 1970, los glaciólogos reconocieron la singular vulnerabilidad de Thwaites y otros glaciares de la Antártida Occidental. El hielo llena una inmensa llanura que se encuentra por debajo del nivel del mar y se inclina hacia el interior. Esta topografía hizo temer que, una vez que el glaciar se desprendiera de una cresta rocosa, o umbral, que ayuda a frenar su avance, las aguas cálidas del océano se precipitaran hacia él, corroyendo la parte inferior del glaciar y acelerando su retroceso.
Dos de los proyectos del ITGC utilizaron explosiones controladas para sondear este lecho rocoso con ondas sísmicas. Por los retrasos provocados por la pandemia, “obtuvimos algunos datos, pero no tantos como me gustaría”, reconoció Sridhar Anandakrishnan, sismólogo glaciar de la Universidad Estatal de Pensilvania, que dirigió uno de los proyectos. Aun así, su equipo descubrió que bajo el glaciar subyace una agitada mezcla de roca dura, sedimentos y lagos.
La compleja topografía podría dificultar la predicción de la velocidad a la que se deslizará el Thwaites y sobre qué se precipitará una vez que supere el umbral. Por ahora, el retroceso solo puede llegar hasta cierto punto, afirma Jeremy Bassis, glaciólogo de la Universidad de Michigan.
En un estudio publicado en la revista Science Advances, los investigadores descubrieron que la inestabilidad no se produciría ni siquiera cuando el glaciar Thwaites retrocediera más allá de su zona de asentamiento en el umbral del lecho rocoso.
La tendencia del glaciar a fluir más rápido una vez liberado del umbral ayudaría a mantenerlo delgado y evitaría que el hielo sobresaliera más de 1 kilómetro por encima del agua, que parecía ser el umbral para el colapso.
“Los resultados sugieren que el glaciar Thwaites y gran parte de la capa de hielo de la Antártida Occidental podrían desaparecer en el siglo XXIII. El glaciar Thwaites es excepcionalmente vulnerable porque su hielo descansa sobre un lecho muy por debajo del nivel del mar que desciende hacia el corazón de la Antártida Occidental”, afirmaron los científicos en un comunicado.
Ted Scambos, coordinador científico estadounidense del ITGC y glaciólogo de la Universidad de Colorado, consideró: “Es preocupante que los últimos modelos informáticos prevean una pérdida continua de hielo que se acelerará a lo largo del siglo XXII y podría provocar un colapso generalizado de la capa de hielo de la Antártida Occidental en el XXIII”.
Además, Scambos mencionó: “Una intervención climática inmediata y sostenida tendrá un efecto positivo, pero retardado, sobre todo para moderar el aporte de agua caliente de las profundidades oceánicas, que es el principal motor del retroceso”.