El Día Mundial del Ozono, celebrado cada 16 de septiembre, conmemora el éxito del Protocolo de Montreal, implementado en 1987 para frenar el uso de sustancias que dañan la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFCs).
Este acuerdo fue clave para evitar el colapso de esta suerte de manto que protege al planeta de la radiación ultravioleta (UV), la cual es nociva para la salud humana y el medio ambiente. Gracias a las políticas establecidas, la capa de ozono está en camino a su recuperación total, algo que sería posible para el año 2066 en la Antártida, 2045 en el Ártico, y 2040 en el resto del mundo.
De acuerdo con el Boletín sobre Ozono y Radiación UV publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el agujero de ozono mostró signos positivos de mejora desde el año 2000. Sin embargo, el informe de 2023 señala que el agujero presentó un comportamiento atípico, con un inicio temprano en agosto y una persistencia hasta diciembre.
Este fenómeno estuvo influenciado por la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai en 2022, que afectó la dinámica de la estratosfera y la distribución del ozono. A pesar de estos eventos, los valores totales de ozono para 2023 se mantuvieron dentro de los rangos esperados, lo que refuerza las proyecciones optimistas sobre su recuperación.
El Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, destacó en su mensaje con motivo del Día Mundial del Ozono que “la capa de ozono, que alguna vez fue como un paciente grave, está en camino hacia la recuperación”.
Además, subrayó la importancia de la Enmienda de Kigali, una extensión del Protocolo de Montreal aprobada en 2016, cuyo objetivo es reducir el uso de hidrofluorocarbonos (HFCs), que no solo contribuyen al calentamiento global, sino que también tienen un fuerte efecto como gases de efecto invernadero. La implementación total de la enmienda podría evitar hasta 0,5 °C de calentamiento global hacia finales del siglo.
Por su parte, Matt Tully, presidente del Grupo Asesor Científico sobre Ozono y Radiación Solar UV de la OMM, resaltó la importancia de continuar con el monitoreo científico para garantizar el control y seguimiento de los cambios en la capa de ozono.
“Es fundamental que las observaciones del ozono, las sustancias que lo agotan y la radiación UV se mantengan con la calidad, resolución y cobertura global necesarias para medir los cambios durante las próximas décadas”, afirmó Tully. El Programa de Vigilancia Atmosférica Global (GAW) de la OMM continúa como un pilar en este esfuerzo, ya que proporciona datos esenciales que permiten entender la evolución del ozono y prever futuras alteraciones.
Asimismo, uno de los puntos destacados del boletín de la OMM es la necesidad de continuar las investigaciones sobre los factores atmosféricos que influyen en la capa de ozono. Si bien el agotamiento de cloro y bromo en la atmósfera disminuyó gracias a la eliminación de los CFCs, todavía se necesitan más análisis para comprender la manera en la cual los fenómenos naturales, como las erupciones volcánicas, pueden alterar temporalmente la evolución del ozono.
La erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai es un ejemplo de cómo los eventos atmosféricos extremos pueden influir en el comportamiento del agujero de ozono, aunque no alteran la tendencia general hacia su recuperación.
Además, los Ozone Research Managers (ORM), que se reúnen cada tres años para evaluar el estado de la investigación internacional sobre el ozono, subrayaron la importancia de continuar con el estudio de la distribución y las tendencias de la radiación UV, así como las necesidades futuras en cinco áreas clave: la investigación, las observaciones sistemáticas, las brechas en la cobertura global de sustancias controladas, el archivado de datos y la creación de capacidades.
En la reunión más reciente, celebrada en abril de 2023, se discutieron las áreas que requieren mayor atención para garantizar que la capa de ozono continúe con su recuperación dentro de los niveles predichos.
El Protocolo de Montreal, y en particular la Enmienda de Kigali, fueron vitales para la recuperación de la capa de ozono y para la mitigación del cambio climático. El éxito de estas medidas es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede abordar desafíos globales complejos de manera efectiva.
Es por eso que el Día Mundial del Ozono resalta los logros alcanzados y refuerza la importancia de continuar con los esfuerzos de monitoreo y eliminación de sustancias que ponen en riesgo la capa de ozono.
A medida que este componente esencial para la vida en la Tierra se acerca a su plena recuperación, es esencial mantener el enfoque en la protección ambiental a largo plazo y en la reducción de los efectos del calentamiento global, una lucha que es crítica para la salud del planeta.