El cambio climático no solo implica que se registren temperaturas más cálidas. Las ciudades costeras, desde Boston y Buenos Aires, en las Américas, hasta Singapur, en Asia, o Hamburgo, en Europa, se ven gravemente afectadas por el impacto del cambio climático, con problemas como las inundaciones o la frecuencia mayor de olas de calor.
Un equipo internacional de científicos investigó cómo se están adaptando las ciudades costeras frente a los impactos del cambio climático, y publicaron los resultados en la revista Nature Cities.
Con la dirección del profesor Matthias Garschagen, geógrafo de la Ludwig-Maximilians-Universität München en Alemania, los investigadores se centraron en 199 ciudades costeras de 54 países alrededor del mundo.
Estudiaron si las ciudades tienen en cuenta determinados factores de riesgo en sus esfuerzos de adaptación y de qué manera. La suba del nivel del mar, las tormentas, las inundaciones y el calor fueron algunos de los parámetros clave considerados; también se tuvieron en cuenta en el análisis otros aspectos, como la exposición y vulnerabilidad de la población, las infraestructuras y los ecosistemas de cada región.
Con el término “adaptación”, los investigadores se refieren a las acciones y a las estrategias que las ciudades costeras implementan para enfrentar los riesgos y efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, las inundaciones, los ciclones, la erosión costera y las olas de calor.
Qué resultados arrojó la investigación
Los resultados indican que la adaptación en estas ciudades es lenta, de alcance limitado y carente de transformaciones significativas. Entre los resultados se detallaron:
- Identificaron que las medidas de adaptación implementadas por las ciudades costeras están principalmente basadas en patrones de peligros, exposición y vulnerabilidad pasados y actuales, en lugar de proyecciones futuras
- Las ciudades de países de altos ingresos tienden a implementar respuestas institucionales e infraestructurales, mientras que en las ciudades costeras de países de ingresos bajos y medios muchas veces son las viviendas las que adoptan medidas de adaptación, señalaron.
En diálogo con Infobae, la climatóloga Inés Camilloni, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet en la Argentina, y vicepresidenta del Grupo de Trabajo I del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), comentó: “El estudio publicado en Nature Cities realiza un aporte valioso en el diagnóstico del estado de situación de la adaptación en un número importante de ciudades costeras del mundo. Evalúa los efectos del ascenso del nivel del mar junto con otras amenazas que pueden ocurrir en forma simultánea, como por ejemplo las sudestadas en el caso de Buenos Aires”.
También -señaló Camilloni- pone de manifiesto las diferencias entre países desarrollados y en desarrollo que van más lentamente en la implementación de políticas, así como se distinguen en el tipo de adaptación que proponen. Además, demuestra que hay vacíos de conocimiento.
Otra cuestión es la importancia de la llamada “adaptación transformativa” de las ciudades, según la experta. Esto significa que no solo se deben considerar las amenazas climáticas, sino también actuar sobre las causas que generan vulnerabilidad a estas amenazas. Por ejemplo, la población de bajos recursos viviendo en zonas costeras bajas es mucho más vulnerable.
Qué pasa en América Latina y el Caribe
Con respecto a América Latina y el Caribe, la doctora Camilloni sostuvo que “la región no escapa a la situación del resto de los países en desarrollo. La adaptación es lenta, aunque hay experiencias en diversos países”.
Una de las cuestiones más importantes a resolver en la región es “que, en gran medida, las políticas de adaptación se basan en las tendencias observadas y no en las proyecciones previstas del cambio climático. Es todavía una cuestión pendiente incorporar a las políticas de adaptación cambios estructurales en aspectos sociales y ecológicos”, dijo.
En tanto, Jorge Marcovecchio, investigador del Instituto Argentino de Oceanografía, que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Sur y ha realizado estudios sobre las costas de Sudamérica, comentó que el trabajo evalúa los avances que hay sobre la planificación, las precauciones y las medidas de mitigación contra riesgos producidos por procesos naturales en ciudades costeras.
“Muestra claramente que hasta el momento se ha hecho poco, y que en función al nivel económico de los países se trabaja en diferentes niveles de acción. En los países con mayor poder económico hay más trabajos de adaptación estructural, mientras que los de nivel intermedio o menor el trabajo es básicamente para modificar comportamientos o hábitos de la población”, destacó.
En América Latina hay pocos estudios informados, en pocas ciudades, y la mayoría de ellos son desarrollados en ciudades relativamente pequeñas, que no tienen más de 1 millón de habitantes. “Obviamente, es insuficiente y deberían hacerse muchos más estudios de este tipo para tener un panorama global válido para esta región”, subrayó.
“Las ciudades costeras de América Latina van lentas en su adaptación. Entiendo que está ligado a los costos de este tipo de medidas, pero claramente deben encontrarse los recursos para que puedan llevarse adelante, porque de lo contrario podrían llegar antes los efectos que las previsiones necesarias”, dijo Marcovecchio.
Desde el Reino Unido, Leslie Mabon, profesor de sistemas ambientales en The Open University, consideró que quizás “lo más sorprendente no es lo que los resultados nos dicen, sino lo que no nos dicen”. Como las ciudades costeras en países de bajos ingresos “están siendo las primeras y más afectadas por los efectos del cambio climático, hay una brecha importante, pero esto no significa que no exista evidencia”.
Los autores señalan acertadamente -opinó Mabon en Science Media Centre España- que “podría haber una gran cantidad de evidencia en informes gubernamentales, en trabajos de organizaciones no gubernamentales o en investigaciones publicadas en idiomas distintos al inglés que pueden ofrecer una visión más completa de cómo las ciudades costeras más vulnerables se están adaptando al cambio climático”.