Las plataformas de hielo que rodean a la Antártida se han ido derritiendo con creciente rapidez en los últimos años. Son barreras congeladas que están unidas al 44 % de la línea costera del llamado continente blanco. Su superficie total es de 1.541.700 kilómetros cuadrados.
Gran parte de este deshielo se produce desde abajo, a medida que el agua caliente corroe sus bases. Y esa agua se desplaza por la Antártida, a través de corrientes que solo se conocen parcialmente debido a la inmensidad y lejanía del continente.
Sin embargo, las focas que viven allí están ayudando a científicos de los Estados Unidos y del Reino Unido a tener más respuestas. Se podrá alcanzar una cartografía más detallada de las corrientes de agua que permitirá comprender mejor el futuro del manto de hielo del continente.
El grupo de trabajo está compuesto por Mar Flexas, científica del Instituto Caltech de California, y colegas de la Universidad del Estado de Florida, en los Estados Unidos, y la Facultad de Ciencias Ambientales de Norfolk, Reino Unido.
Combinaron datos de diferentes fuentes. Por un lado, usaron información procedente de un planeador submarino autónomo para observar mejor las propiedades hidrográficas de la región, como la temperatura, la salinidad y los niveles de oxígeno disuelto.
Por otro lado, utilizaron la base de datos llamada “Mamíferos Marinos explorando los Océanos de Polo a Polo” (MEOP). Esta iniciativa colocó sensores de temperatura y salinidad en focas que se desplazan en regiones remotas del mar de Bellingshausen, en la Antártida occidental.
El estudio se publicó en la revista Journal of Geophysical Research: Oceans. A través de la investigación, los científicos descubrieron que el agua de deshielo que fluye desde el mar de Bellingshausen -una masa de agua relativamente poco estudiada al oeste de la Península Antártica- tiene un fuerte efecto sobre las barreras de hielo de toda la Antártida Occidental.
También descubrieron una fosa en el fondo marino que bautizaron con el nombre de “fosa de las focas” por los animales pinnípedos cargados de instrumentos que ayudaron a descubrirla.
Los investigadores identificaron dos fuentes distintas de agua de deshielo que se desplazaba por el mar: una procedente de la plataforma de hielo Venable, que fluía por la Fosa de Bélgica, y otra procedente de la plataforma de hielo Abbot, situada más al oeste, que fluía por la Fosa de las Focas.
Ambos flujos contribuyen a la Corriente Circumpolar Antártica (CCA) y también pueden afectar a las plataformas de hielo de otras regiones de la Antártida. Los datos también indican que tanto el mar de Bellingshausen como la CCA se extienden más al oeste de lo que se creía, extendiéndose el mar hasta Seal Trough y la CCA hasta el mar de Amundsen.
Los autores afirman que en el futuro se podrían estudiar más a fondo los aportes del agua de las plataformas de hielo al mar de Bellingshausen. También se deberían actualizar con datos sincrónicos sobre los flujos de agua, teniendo en cuenta la disparidad de siete años entre sus conjuntos de datos actuales.
Qué reveló otro trabajo reciente sobre la Antártida
En febrero pasado, también se difundieron los resultados de un estudio sobre la Antártida en la revista Nature. Lo hicieron científicos de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, y contaron tienen ahora una idea más precisa de dónde y cuándo empezó a derretirse el margen de la Antártida.
Al usar imágenes capturadas por satélites de la NASA, los investigadores estudiaron las formas cambiantes de las protuberancias en la superficie del hielo que marcan los lugares donde los glaciares están anclados. Hace medio siglo, pocos mostraban grandes cambios.
Pero más de un tercio han reducido su tamaño desde el año 2000, una señal que demuestra la aceleración del deshielo. Los investigadores advirtieron que la creciente contribución de las pérdidas de hielo del continente influirá en la futura subida del nivel del mar en todo el planeta.
El autor principal, el doctor Bertie Miles, de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Edimburgo, afirmó: “En los últimos 50 años se ha pasado de un deshielo relativamente limitado y concentrado a nivel regional a otro mucho más generalizado”.
Por su parte, el profesor Robert Bingham, coautor del estudio, consideró que “lo que estamos viendo en torno a la Antártida es un ataque sostenido del calentamiento climático a los contrafuertes, que frenan la conversión del deshielo, en subida global del nivel del mar. Esto refuerza la necesidad de que actuemos donde podamos para reducir las emisiones globales de carbono”.