(Desde Montevideo, Uruguay) - El productor ganadero del departamento de Paysandú (Uruguay) Juan Fachín se encontró en el campo con una serpiente crucera que le llamó la atención por ser amarilla. Al terminar su jornada de trabajo, Fachín arreaba unas vacas para sacarlas de un monte de Eucaliptos, cuando se encontró con ese extraño animal. Primero pensó que era una yara y también especuló con una crucera, por la forma de los dibujos de la piel. Pero el color que tenía no lo convencía.
El productor corrió varios metros hasta encontrar un bidón de agua vacío, cortarlo y, con la ayuda de unas ramas, colocar al reptil dentro del recipiente. Así, logró capturarla viva y sana, a pesar de que se trataba de un animal venenoso.
Luego, Fachín se contactó entonces con la ONG Alternatus, un centro educativo de cría y rescate de reptiles. En ese lugar se confirmaron sus sospechas: el color de la crucera era “muy raro”. “Jamás habíamos visto un caso como este”, le confirmaron desde la ONG.
Después de profundizar en el estudio del animal, en Alternatus aseguran que se trata de un “posible caso único de hipomelanismo o albinismo”. El responsable de la ONG, Ignacio Etchandy, dijo a Infobae que el animal tiene una “falla genética que le salvó la vida”. “Estaba en un campo en la que se mataban todas las serpientes de su especie por envenenar al ganado y su color fue lo que la salvó”, explicó.
El productor rural les comentó a los encargados de la organización que había tenido que sacrificar a varias cruceras anteriores, pero que esta vez tomó otro camino porque sabía que se trataba de un caso único.
Esta especie, señala Alternatus, habita en Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay y recibe varios nombres populares como crucera, víbora de la cruz, cruzeiro, urutú y yara grande. Su nombre científico es bothrops alternatus.
Las “legendarias serpientes venenosas” son “robustas” y llegan a alcanzar unos 160 centímetros de largo. El color de fondo suele ser castaño y en general tienen un clásico diseño en forma de herradura o de teléfono antiguo de color negro, con bordes blancos y pequeñas manchas marrones oscuras debajo. La cabeza es de forma triangular o de “punta de flecha indígena”. Presenta un patrón de líneas blancas que suele formar un dibujo que recuerda a las ballestas.
Pero hay excepciones. Y la que se encontró en Paysandú es una de ellas. Otro caso extraño se vio en la localidad de Aiguá (en Maldonado), donde se encontró un ejemplar de color marrón con diseños irregulares. Otra excepción se encontró en Argentina, donde se llegó a fotografiar una serpiente “presumiblemente albina” que presentaba una coloración naranja con blanco.
“Consideramos que es una oportunidad única para estudiar a este ejemplo estando vivo, ya que la mayoría de los animales que se estudian se hace cuando ya están muertos”, destacó la organización. Alternatus está llevando a cabo un registro científico con el investigador, biólogo y veterinario Claudio Borteiro, dada la “rareza” del caso.
“Si bien esto será confirmado más adelante, presumimos que se trata de un caso de hipomelanismo muy marcado o albinismo t+, en un primer momento pensábamos que se trataba de un ejemplar con algún tipo de albinismo más clásico, pero si fuera así debería tener los ojos de color rojo y este ejemplar los tiene pigmentados”, explica Alternatus.
La mutación presenta una nula o prácticamente nula producción de melanina (el pigmento negro), lo que hace que sea más visible otro pigmento llamado xantina que da el color amarillo.
La serpiente fue llamada “Chupete Furtazo” en homenaje al vocalista y compositor de la banda de metal uruguaya Reytoro, que es un “amigo” de la familia Alternatus. Los integrantes de la organización son fanáticos de su música.