La celebración de esta efeméride comenzó en 2012, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó al 21 de marzo como el Día Internacional de los Bosques. El objetivo de este día, que comenzó a celebrarse un año después, es tomar conciencia sobre lo que significan estos ecosistemas, no solo para los humanos, sino también para todos los seres vivos.
La deforestación es uno de los principales problemas que golpean a los bosques y, por ende, al equilibrio ambiental y climático a nivel global. No solo son hogares para miles de especies de flora y fauna, además son una de las reservas de suministro de agua más grande.
Los humedales forestales contienen casi el 75% de todo el agua dulce accesible. La organización Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) estima que cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo. Este ritmo no parece estar decreciendo, y se le suma a las 70 millones de hectáreas que fueron arrasadas por incendios.
Este año, en su decimoprimer festejo, la ONU propone un enfoque que une a la naturaleza con la tecnología. El lema será “Bosques e innovación: nuevas soluciones para un mundo mejor”. Hace referencia a los nuevos y mejorados sistemas de control y monitoreo forestal que permiten que los países puedan realizar un seguimiento de sus bosques de manera más precisa. Además, en caso de que se inicie algún foco de incendio forestal, estos sistemas darían una alerta temprana para que se puedan reducir antes de que se salgan de control.
Desde la organización también explican la importancia de los pueblos indígenas en lo que respecta al cuidado de los bosques: “Es necesario un empoderamiento de los pueblos indígenas, que son los guardianes de gran parte de los bosques aún intactos en el mundo, mediante la cartografía de las tierras y acceso a una financiación climática, lo que contribuirá a preservar su función crucial en la conservación de la biodiversidad y la fijación de carbono”.
La importancia de los bosques
Este ecosistema cubre un tercio de la superficie del planeta Tierra. En ellos se desarrolla una biodiversidad muy abundante que comprende desde 60.000 especies de árboles hasta el 68% de las especies de mamíferos existentes, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés).
Cumplen un rol fundamental en las precipitaciones y, en consecuencia, en la distribución de agua en el mundo. Previenen desastres climáticos, inundaciones y la erosión del suelo y sus nutrientes, necesarios para todos los seres vivos que habitan en ellos.
Absorben y almacenan el dióxido de carbono que se encuentra en la atmósfera. Esto tiene una consecuencia positiva directa en el control del exceso de los gases de efecto invernadero que empeoran el calentamiento global.
Desde el UNDP también brindan cifras sobre los niveles de carbono que los bosques logran incorporar: “Las estimaciones demuestran que, a nivel global entre 2001 y 2019, los bosques absorbieron el doble de la cantidad de carbono que emitieron, equivalente a 7.600 millones de toneladas métricas de CO2 al año”. Esto es importante ya que las crecientes temperaturas son las mayores responsables de los incendios forestales que arrasan con grandes partes de estos ecosistemas todos los años. Si no se los preserva, el ciclo vicioso va a continuar hasta que el daño sea irreversible.
Son el hogar de aproximadamente 70 millones de personas pertenecientes a comunidades indígenas, quienes los cuidan y protegen ya que los necesitan para sobrevivir. Otros beneficios que les generan a los seres humanos son medios de subsistencia como agua limpia, plantas que se utilizan con fines medicinales y alimentos. Al separar a los animales de los humanos, también actúan como “escudos” que reducen el riesgo de que enfermedades zoonóticas se propaguen a las personas.
¿Qué se puede hacer para cuidar a los bosques?
Lo esencial a la hora de “restaurar” los bosques es que se regeneren ellos mismos, no hacerlo de manera artificial. La plantación de árboles puede generar más problemas que soluciones en ciertas áreas ya que, según el académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de Chile, Alfredo Saldaña Mendoza, “las plantaciones (como las de pino o eucaliptus) no son bosque. Los bosques son de regeneración natural, no importan si son árboles nativos o especies introducidas”.
Además, explica que “las plantaciones forestales generan unas cargas enormes de combustible; cambian el microclima quitando humedad al suelo y a la vegetación y eso también promueve grandes incendios”.
Para lograr que prolifere esta regeneración natural es importante saber gestionar los bosques de forma sostenible. Eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero que genera la deforestación es un paso necesario.
Otro aspecto relevante es la modificación de las maneras y de los tipos de plantaciones de alimentos. Muchos bosques han perdido millones de hectáreas debido a la agricultura. Ante esto, Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, hace hincapié en la producción de alimentos “responsable y sostenible”. Aclara que “la clave está en producir sin deforestar”.
Algunas de las organizaciones que se involucran en este cambio para cuidar los bosques y, a su vez, todo el planeta son el Foro de las Naciones Unidas para los Bosques (UNFF), la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), y la Asociación de Colaboración en materia de Bosques (ITTO).