Hace más de 15 días que se generaron intencionalmente focos de incendios en el Parque Nacional Los Alerces, en la provincia de Chubut, en la Argentina. El fuego se fue propagando y ya afectó más de 7.800 hectáreas de bosque nativos, matorrales y pastizal.
El lunes pasado, se sumó otro incendio grande de vegetación, en el Parque Nacional Nahuel Huapi, que ya alcanzó a más de 500 hectáreas de bosque nativo.
En ambos casos, están quemando poblaciones de bosques de árboles nativos, donde habitan una gran diversidad de animales, que se han perjudicado por el fuego o que van a sufrir consecuencias incluso cuando se controlen definitivamente. Allí se incluye a especies como el huemul o el pudú, que ya estaban en peligro.
Según contó a Infobae, Danilo Hernández Otaño, ingeniero forestal e intendente del Parque Nacional Los Alerces, “desde el 25 de enero pasado se quemaron principalmente hectáreas del bosque de transición dentro del Parque y en zonas cercanas, con ñire, maitén, coihue, lenga, como especies vegetales.
Es una zona que se encuentra entre el bosque de selva valdiviana y la estepa patagónica. Entre los mamíferos que habrían sido afectados por el fuego, podría haber huemules, pumas, gato montés, y zorros”, afirmó Hernández Otaño.
En Los Alerces como el Nahuel Huapi, habita también el “gato huiña”, el menor de los gatos manchados, de color bayo leonado.
“Los más afectados en Los Alerces serían los más pequeños, como roedores, como el tucu-tucu patagónico, una especie propia de Sudamérica, los reptiles, como las lagartijas, y los insectos. Estos animales no pueden huir como los mamíferos más fácilmente de los incendios”, señaló el intendente.
Las aves pueden volar y escaparse del fuego, pero los incendios tendrán un impacto negativo para su futuro. Porque tuvieron que abandonar huevos y pichones al irse de los lugares en los que residían.
Entre los pájaros que viven en la zona del Parque están el chucao (que habita solo en Argentina y Chile y tiene la forma de una gallina, aunque es del tamaño de un gorrión) y el peutrén, una especie ave de color pardo grisáceo que fue colectado por el naturalista Charles Darwin en el siglo XIX y descripto luego en el Reino Unido. También allí habita el esparvero patagónico, un ave rapaz.
“Casi todos los animales van a ser afectados de una u otra forma”, comentó a Infobae Héctor Gonda, naturalista, investigador del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP), miembro de la Asociación Fotógrafos de la Naturaleza y Aves Argentinas y docente de la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco.
“Los incendios están también alterando a otros animales como sapos, reptiles, roedores, insectos, como abejas y abejorros. Y los peces de lagos, ríos y arroyos podrían verse afectados si hay arrastre de las cenizas hacia las aguas”, agregó.
Si bien el fuego puede ser parte natural del ecosistema, el impacto puede ser diferente cuando se trata de incendios intencionales: aumentan la periodicidad. La intensidad del fuego también es importante. Podría quemarse materia orgánica del suelo y complica más la regeneración, señaló Gonda.
En la zona que incluye el área incendiada del Parque Nacional Nahuel Huapi, según informó la oficina de la Administración de Parques Nacionales, fue afectado “el huillín, que es también una especie emblema del área protegida y en peligro de extinción”.
Ese animal es una nutria que habita exclusivamente los ambientes acuáticos de la región patagónica argentina y chilena. Ya las poblaciones de huillín estaban en peligro de extinción porque fueron cazados en el pasado para aprovechar y comercializar su piel.
Allí, también vive el huemul, en peligro de extinción, que es una especie considerada Monumento Nacional Natural.
El huemul es un ciervo que alcanza cerca del metro de altura en los ejemplares mayores, y un peso de 70 a 90 kilos. Por la caza mayor y por la transformación de su hábitat, sus poblaciones han quedado fragmentadas en la Patagonia.
Los incendios también alcanzaron los hábitats de otros animales como el chinchillón común, el pudú, y el monito de monte.
El pudú es uno de los ciervos más pequeños que existen en el mundo. Puede medir hasta 45 centímetros y pesa entre 7 y 13 kilos. Solamente los machos tienen dos pequeñas astas. Se alimentan de hojas y brotes tiernos de árboles y arbustos principalmente.
En tanto, el monito del monte es toda una “curiosidad” en la evolución. Es una especie de marsupial endémico que solo vive en Argentina y Chile y es pariente de los canguros de Australia. Es de hábitos nocturnos y un hábil trepador.
Juan Paritsis, científico del Laboratorio de Investigaciones en Ecología de Bosques del Instituto INIBIOMA, del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, comentó a Infobae “que hay especies como el monito del monte que puede ser más impactado por el incendio, porque tienen menos movilidad. También se incluye a la rana esmeralda y la lagartija pintada”.
Entre las aves alteradas por el incendio en el Parque Nacional Nahuel Huapi, están la paloma araucana, lechuza bataraz, picaflor rubí, carpintero gigante patagónico, carpintero bataraz grande, chucao, y picolezna patagónico, entre otras, incluyendo especies de movilidad reducida como anfibios y reptiles. “Todas las especies y sus hábitats se ven afectadas en estos eventos”, mencionaron las autoridades del Parque.
“Cuando se apaguen los incendios -dijo el doctor Paritsis-, los ambientes quedarán dañados y hay especies de animales que ya no podrán utilizarlos por mucho tiempo lamentablemente”.
Desde la organización no gubernamental FARN, Ana Di Pangracio, quien trabaja en biodiversidad desde el enfoque de los derechos humanos, comentó a Infobae: “Los incendios intencionales en los parques nacionales Los Alerces y Nahuel Huapi no son la excepción. Gran parte de los incendios en el país son intencionales. Algunas personas prenden fuego para hacer fogones y por negligencia generan incendios. Pero otros los hacen para destinarlos a producción agropecuaria a gran escala o a otros fines productivos”.
Los incendios gigantescos “pueden afectar las vidas de las personas que intentan apagarlos y dañar la biodiversidad de especies animales y vegetales -sostuvo Di Pangracio. Más allá de que hay incendios naturales, hay que tener en cuenta que el cambio climático inducido por actividades humanas podría aumentar el riesgo de incendios de vegetación y frecuencia y se debería trabajar más en prevención”.