La migración de aves representa un vínculo entre diversos sistemas. Si bien la migración activa ocurre en hábitats aéreos, los lugares de escala terrestres y acuáticos proporcionan sitios críticos para que las aves descansen, se alimenten y obtengan un respiro de las condiciones climáticas adversas. El uso de estos hábitats, ya sea en tierra o en el aire, no es nada aleatorio: algunas áreas muestran un uso mayor y más consistente temporada tras temporada, década tras década.
Según datos que ha puesto de manifiesto una nueva investigación, casi 1.000 aves murieron el 4 y 5 de octubre cuando chocaron con un edificio de vidrio iluminado en Chicago. Aunque las muertes masivas de esta magnitud son raras, la contaminación lumínica plantea una amenaza grave y creciente para estas especies migratorias.
En el estudio más grande de su tipo, publicado en Nature Communications, los científicos utilizaron datos de radar meteorológico para mapear la densidad de las paradas de aves en los Estados Unidos y descubrieron que la luz artificial es un indicador superior de dónde aterrizarán las aves. Las luces de la ciudad las atraen hacia lo que puede ser una trampa ecológica”, dijo el autor principal Kyle Horton, profesor asistente en el Departamento de Pesca, Vida Silvestre y Biología de la Conservación de la Universidad Estatal de Colorado. El testimonio se encuentra citado en un comunicado de la Universidad Estatal de Michagan a la cual pertenece Geoff Henebry, otro de los científicos que participó del estudio.
Los edificios que provocan colisiones, reducen el hábitat, ofrecen menos alimentos y se rodean con más personas y gatos pueden hacer que las ciudades no sean lugares de descanso ideales para las aves migratorias. Los parques urbanos pueden ser sitios más apropiados para hacer escala, pero las aves que descansan allí podrían tener que competir por recursos limitados.
La migración es un momento arriesgado y agotador en la vida de un ave. Viajan de cientos a miles de kilómetros, a veces quemando la mitad de su masa corporal en el camino. Encontrar un buen lugar para descansar y repostar es fundamental para que sobrevivan y prosperen una vez que lleguen a su destino. “Estas escalas son las estaciones de servicio -dijo Horton-. Si estás en un viaje a través del país y no hay estaciones de servicio, entonces estás varado. Si no tienen un buen lugar para reconstruir el suministro de energía, La migración no puede ocurrir”.
El estudio proporciona los primeros mapas continentales de puntos críticos de escala migratoria en los Estados Unidos, y conocerlos puede ayudar en el desarrollo de planes de conservación. “Las ciudades plantean múltiples riesgos para las aves migratorias -afirmó en el comunicado el coautor y profesor de la Universidad Estatal de Michigan, Geoff Henebry-. También ofrecen recursos para que las aves cansadas descansen y reposten. Nuestro estudio se destaca porque combina big data y mucho procesamiento de la red de radares de vigilancia meteorológica con la información obtenida de múltiples sensores espaciales para abordar cuestiones clave sobre la influencia de las áreas urbanas en la migración de las aves”.
Una urbe de peligros
El estudio combina más de 10 millones de observaciones de radar con información del paisaje y otra información local para intentar explicar por qué las aves eligen descansar donde lo hacen. De 49 predictores, la contaminación lumínica fue el segundo de densidad de escala.
El principal predictor fue la elevación, que proporciona un contexto sobre dónde vuelan las aves, pero no explica por qué vuelan allí. Los patrones creados que son captados por el radar tienden a seguir las líneas costeras o una elevación particular. La contaminación lumínica es el principal predictor de la influencia humana en la migración de las aves.
La atracción de las aves por las ciudades crea un enigma de conservación: ¿Deberían los centros urbanos conservarse como lugares de escala importantes o ser objeto de campañas de apagado de luces? Horton y sus colegas están trabajando con organizaciones gubernamentales y sin fines de lucro para hacer ambas cosas, pero el alumbrado urbano involucra a muchas partes interesadas, lo que lo convierte en un tema complicado.
Puede haber presión social para dejar las luces encendidas y algunas personas las encuentran estéticamente agradables. Pero la contaminación lumínica también perjudica a las personas. Puede alterar los ritmos circadianos de los seres humanos, provocando problemas de salud como depresión, insomnio, enfermedades cardiovasculares y cáncer . “No solemos pensar en la luz como un contaminante, pero cumple todos los requisitos”, dijo Horton.
Herramientas como BirdCast, un proyecto de colaboración entre el Laboratorio de Ornitología de Cornell y la Universidad de Massachusetts, pueden ayudar. Proporciona pronósticos de migración y mapas en tiempo real de radar meteorológico. Cualquiera puede crear alertas para recibir notificaciones cuando las aves acuden en masa cerca de su ciudad. Las previsiones señalan qué noches son más importantes para reducir la contaminación lumínica.
Colocar calcomanías en las ventanas como puntos o líneas cuadriculadas puede ayudar a prevenir colisiones al revelar la barrera a las aves. También puede ser útil reducir el brillo y suavizar el color de las luces. Las luces blancas o azules brillantes son las peores para la vida silvestre, mientras que los tonos más cálidos, como el rojo, el naranja y el amarillo, son menos atractivos.
Las torres de comunicación solían emitir luz roja o blanca continua para advertir a los aviones. Los pájaros rodeaban las torres y golpeaban los cables que las aseguraban. En 2016, basándose en una investigación de conservación, la Administración Federal de Aviación comenzó a exigir que las torres de comunicación usaran luces rojas intermitentes, lo que redujo drásticamente las colisiones de aves. “Si apagáramos todas las luces esta noche, no habría pájaros chocando debido a las luces esta noche. El impacto es inmediato y positivo para las aves”, concluyó Horton.
* Kyle Horton es el autor principal del estudio. Es profesor asistente en el Departamento de Pesca, Vida Silvestre y Biología de la Conservación de la Universidad Estatal de Colorado.
* Geoff Henebry es científico y profesor en el Departamento de Geografía, Medio Ambiente y Ciencias Espaciales y en el Centro para el Cambio Global y Observaciones de la Tierra de la Universidad Estatal de Michigan.
*La información contenida en este artículo periodístico se desprende de la investigación denominada “La luz artificial nocturna es uno de los principales predictores de la densidad de las escalas de migración de aves”, publicada en la revista Nature, de la que también son autores: Jeffrey J. Buler, Sharolyn J. Anderson, Carolyn S. Burt, Amy C. Collins, Adriaan M. Dokter, Fengyi Guo, Daniel Sheldon y Monika Anna Tomaszewska. Además del comunicado de prensa emitido por la Universidad Estatal de Michigan.