Las preocupaciones respecto de las emisiones de efecto invernadero se extienden y profundizan. Bajo la presión de alcanzar menores niveles de emisiones de dióxido de carbono (CO2) al ambiente, los científicos trabajan fuertemente en las mediciones y la elaboración de soluciones posibles para hacer de esa meta una realidad posible. Si no se cuentan con modelos que aporten a los gobiernos y especialistas a cargo de las decisiones globales, información relevante y correcta de datos actuales y pronósticos certeros, los expertos aseguran que será poco posible lograrlo.
Uno de los hitos que se trabaja es la capacidad de transferencia de carbono orgánico producido mediante la fotosíntesis desde la superficie a las aguas mesopelágicas, hecho que extrae dióxido de carbono de la atmósfera. Hace escasos días se anunció que la capacidad del océano para almacenar dióxido de carbono atmosférico es aproximadamente un 20% mayor que las estimaciones contenidas en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Estas son las conclusiones de un estudio publicado en la revista especializada Nature, dirigido por un equipo internacional que incluye especialistas de la universidades de California, Xiamen, Fudan, Brest, New Hampshire y Princeton. Los científicos estudiaron el papel que desempeña el plancton en el transporte natural de carbono desde las aguas superficiales hasta el fondo marino.
El plancton devora dióxido de carbono y, a medida que crece, lo convierte en tejido orgánico mediante la fotosíntesis. Cuando muere, parte de él se transforma en partículas conocidas popularmente como nieve marina. Al ser más densas que el agua de mar, estos fragmentos se hunden hasta el fondo marino, almacenando carbono allí y proporcionando nutrientes esenciales para una amplia gama de organismos de aguas profundas, desde pequeñas bacterias hasta peces que habitan esos espacios hondos de los océanos.
Al analizar un banco de datos recopilados en todo el mundo por buques oceanográficos desde la década de 1970, el equipo de siete científicos internacionales pudo mapear digitalmente los flujos de materia orgánica en los océanos del mundo. La nueva estimación resultante de la capacidad de almacenamiento de carbono es de 15 gigatoneladas métricas por año, un aumento de alrededor del 20% en comparación con estudios anteriores (11 gigatoneladas métricas por año) publicados por el IPCC en su último informe que data e 2021.
La exportación de carbono orgánico mediante la mezcla y otros transportes fluidos de materia disuelta y partículas suspendidas sigue siendo importante a nivel regional para satisfacer la demanda de carbono respiratorio. Además, la dependencia de la temperatura de la eficiencia de secuestro inferida sugiere que el calentamiento global futuro puede intensificar el reciclaje de materia orgánica en la parte superior del océano, debilitando potencialmente esta bomba biológica de carbono que funciona naturalmente en los océanos.
Esta reevaluación de la capacidad de almacenamiento del océano representa un avance significativo en la comprensión científica de los intercambios de carbono entre la atmósfera y el océano a nivel global.
Si bien el equipo destaca que este proceso de absorción se produce a lo largo de decenas de miles de años y, por tanto, no es suficiente para compensar el aumento exponencial de las emisiones de CO2 provocado por la actividad industrial mundial desde 1750, el estudio destaca, no obstante, la importancia del ecosistema oceánico como un actor importante en la regulación a largo plazo del clima global.
* François W. Primeau está a cargo del Departamento de Ciencias del Sistema Terrestre de la Universidad de California, en Estados Unidos.