El calentamiento climático ya está alterando la distribución de especies en todo el mundo. Sin embargo, la sensibilidad de las distribuciones biogeográficas al cambio climático varía considerablemente entre las especies, lo que pone en duda la consistencia con la que la temperatura limita los rangos geográficos.
Si una especie ocupa todo el hábitat accesible donde las temperaturas se adaptan a sus tolerancias, es decir, la especie llena su nicho térmico potencial, entonces se espera que los límites de su distribución sean sensibles al cambio de temperatura. Sin embargo, en realidad, frecuentemente no pueden llenar su nicho térmico potencial cuando los rangos están limitados por otros factores, como la dispersión, las interacciones entre especies, la disponibilidad de recursos y factores abióticos no térmicos como la humedad u oxígeno.
Comprender dónde y cuándo la temperatura limita directamente los rangos de distribución de las especies puede ayudar a aclarar los mecanismos responsables de los cambios históricos de rango y mejorar las proyecciones de la sensibilidad de las especies al calentamiento climático contemporáneo.
En ese escenario una nueva investigación tuvo como objetivo mejorar la comprensión de cómo un clima más cálido podría influir en la distribución futura de estas especies a medida que encuentren condiciones de vida nuevas y posiblemente impredecibles debido al aumento de las temperaturas globales.
Para investigar esto, un numeroso equipo de científicos de España, México, Portugal, Dinamarca, Australia, Sudáfrica y varias universidades canadienses, realizaron pruebas para evaluar el papel de la temperatura como factor limitante para el rango de espacios potenciales de una especie. Compararon los hábitats actuales de 460 tipos de animales de sangre fría con las áreas y temperaturas donde potencialmente podrían residir en función de su tolerancia a la temperatura.
El estudio reveló que, a diferencia de las especies que habitan en los océanos, los animales terrestres como reptiles, anfibios e insectos exhiben rangos de hábitat menos directamente afectados por la temperatura.
Sensibilidad al cambio climático
Los investigadores observaron que las especies de latitudes más altas son menos propensas a habitar áreas cercanas al Ecuador con temperaturas dentro de su rango de tolerancia. En lugar de la tolerancia a la temperatura, el estudio sugiere que las interacciones negativas con otras especies, como la competencia o el parasitismo, pueden ser cruciales para evitar que estos animales ocupen ciertos hábitats potenciales.
“No fue sorprendente descubrir que la temperatura no siempre limita el rango de las especies, pero lo que sí fue llamativo fue que, a pesar de la complejidad, encontramos patrones generales en el papel que desempeña la temperatura entre las especies -dijo el autor principal del estudio que acaba de ser publicado en Nature Ecology & Evolution y estudiante de doctorado en el Departamento de Biología, Nikki A. Moore-. Esta investigación nos ayuda a comprender los patrones generales de cuán sensibles pueden ser las distribuciones de diferentes especies de animales de sangre fría a los cambios de temperatura, lo que nos ayudará a predecir cómo cambiará la distribución global de las especies debido al cambio climático”.
El patrón observado identificado por Moore y sus colegas ayuda a conciliar dos hipótesis opuestas sobre la distribución de la vida en la Tierra.
Aunque estos hallazgos ofrecen información valiosa sobre cómo los animales en diversos ecosistemas y en todas las latitudes pueden responder al cambio climático, la siguiente fase de esta investigación implica validar estas predicciones con observaciones del mundo real de los cambios en el rango de distribución de las especies, según predicen los investigadores en el documento.
Destacan que predecir y probar con precisión cómo reacciona la distribución de las especies a los cambios de temperatura depende de observaciones sólidas de sus hábitats actuales. Los investigadores alientan la participación pública para mejorar nuestra comprensión de la distribución de las especies a través de iniciativas de ciencia ciudadana, como el uso de aplicaciones como iNaturalist.