La epidemia global de gripe aviar -que técnicamente se llama “panzoonosis” por la diversidad de especies de animales que afecta- ya golpea en la Antártida. Se encontraron cientos de elefantes marinos muertos, y se teme que pueda provocar un mayor desastre ecológico si el virus alcanza a las remotas poblaciones de pingüinos.
“Al tener en cuenta las densas colonias de cría de animales salvajes en las regiones antártica y subantártica, se espera que la gripe aviar altamente patógena tenga efectos devastadores en la fauna salvaje y provoque reducciones catastróficas en las crías y la mortalidad en la región”, advirtió el Comité Científico de Investigación Antártica, integrada por diversos países, como la Argentina, Uruguay, Chile, Estados Unidos, entre otros, que está llevando a cabo un registro de los casos.
La gripe aviar es una enfermedad viral altamente contagiosa, que afecta principalmente a aves silvestres y de corral. Desde 2021, una cepa del virus, conocida como H5N1 clado 2.3.4.4b, ha causado importantes brotes, diezmando aves silvestres en el Reino Unido, Europa, Sudáfrica y América, y mamíferos pinnípedos -como los lobos marinos- en Sudamérica.
Desde que comenzó ese brote, millones de aves marinas y decenas de miles de mamíferos pinnípedos han muerto en todo el mundo a causa de la enfermedad. El 23 de octubre pasado se confirmó el primer caso de un animal con gripe aviar, a través del test de PCR, en la Isla Pájaro. El animal enfermo era un págalo subantártico (que también se conoce como salteador pardo o salteador antártico), un ave marina de la familia Stercorariidae ligada a las islas y territorios más australes.
Desde entonces, investigadores y observadores han informado de la muerte masiva de elefantes marinos, así como de un aumento de las muertes de elefantes marinos del Sur, gaviotas y págalos en otros lugares. Se han confirmado casos a 1.500 kilómetros al oeste de Georgia del Sur, en petrel plateado o austral en las islas Malvinas.
De acuerdo con la doctora Meagan Dewar, presidenta de la Red de Salud de Vida Silvestre Antártica, la situación de los elefantes marinos del sur es preocupante. “En algunos lugares hemos tenido mortandades masivas, que se cuentan por centenares. Es probable que se trate de gripe aviar”, dijo en diálogo con el diario británico The Guardian.
Hasta el momento, las pruebas han confirmado la muerte por gripe aviar en ocho lugares de la Antártida, y se sospecha de la enfermedad, con confirmación de las pruebas aún pendientes, en otros 20 lugares donde han muerto animales.
Varios elefantes marinos han presentado síntomas de gripe aviar, como dificultad para respirar, tos y acumulación de mucosidad alrededor de la nariz. El letargo, los espasmos y la incapacidad para volar son síntomas propios de las aves.
Aunque se han confirmado varios casos en aves marinas, muchos -incluidos los elefantes marinos- siguen clasificados como sospechosos, a la espera de los resultados de laboratorio.
Hasta ahora no se ha registrado ningún caso en la Antártida continental, pero se teme que el patógeno circule allí los próximos meses a medida que las aves se desplacen.
Los pingüinos empiezan a agruparse al iniciarse la temporada de cría, y este estrecho contacto los hace especialmente vulnerables. “Si el virus empieza a causar mortalidad masiva en las colonias de pingüinos, podría suponer una de las mayores catástrofes ecológicas de los tiempos modernos”, escribieron los investigadores en un artículo que aún espera revisión de pares.
Muchas especies de la Antártida no se encuentran en ningún otro lugar, por lo que se desconocen las consecuencias para la región de la propagación de la gripe aviar altamente patógena (IAAP).
Como informó Infobae el 3 de septiembre pasado, la nueva cepa surgió a partir de animales de producción. “Se falló en su contención inicial y el patógeno ha sido muy eficiente en su transmisión por el mundo”, según explicó a Infobae la científica argentina Marcela Uhart, veterinaria egresada de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN) y directora del programa para América Latina del Centro de Salud de la Vida Silvestre de la Universidad de California, en Davis, Estados Unidos.
Uhart junto con colegas de otros países que forman parte de la Red de Expertos en Gripe de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización Mundial de Alimentación (FAO) hicieron un llamado de alerta en agosto porque la gripe aviar podría implicar una catástrofe ambiental para la fauna de la Antártida.
“Antes de 2022, no se había registrado en Sudamérica una circulación previa del virus. Por lo cual, no había inmunidad en los animales y fue uno de los factores que podría haber contribuido a que haya tantos fallecidos. La misma situación ahora aplica para la Antártida, pero con agravantes”, señaló Uhart.