El planeta vive la “era de la ebullición”, el 2023 es el año más caluroso desde que existen registros y los efectos negativos del calentamiento global crecen día a día. En ese marco, estos días se lleva adelante en Dubai, Emiratos Árabes, la Cumbre Mundial del Clima (COP28) organizada por las Naciones Unidas. Allí líderes globales de 193 países discuten el futuro del planeta. Mientras estos debates se dan de manera formal, los jóvenes alrededor del globo se movilizan preocupados por un mundo que se volverá inhabitable si no se frena la emisión de gases de efecto invernadero.
En este escenario, crece un nuevo fenómeno, la ecoansiedad que atrapa a las nuevas generaciones. Una investigación reciente de la Universidad de Bath, en el Reino Unido, mostró que más de la mitad de los jóvenes está extremadamente preocupados por el cambio climático y su impacto en el planeta.
“La ecoansiedad es una ansiedad arraigada en la incertidumbre sobre el futuro y que nos alerta de los peligros de un clima cambiante”, señaló Stephanie Collier, docente de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos.
Frente a esa ansiedad, muchos jóvenes optan por movilizarse, y tomar un rol potente para frenar el calentamiento global.
“El cambio climático se percibe a menudo como un problema sin solución y fuera de nuestro control, ya que algunas de las consecuencias no resultan tan inmediatas o evidentes para muchas personas. Pero podemos actuar de manera concreta para reducir los daños”, estas palabras podrían formar parte de un discurso en algunos de los paneles de la COP28, pero fueron dichas a miles de kilómetros, por un adolescente argentino integrante de la ONG “Jóvenes por el Clima” de Argentina.
Santiago Eulmesekian tiene 17 años y fue uno de los protagonistas del ciclo de charlas #ActiváTusIdeas organizado por Clubes TED-Ed y UNICEF Argentina, una serie de conferencias que Infobae publica en exclusiva con el fin de reflexionar y pensar qué les preocupa a hoy a las nuevas generaciones, cuáles son sus desafíos y las acciones inspiradoras que encuentran para superar barreras.
Desde el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señalan que la crisis climática es “amenaza directamente la capacidad de un niño o niña para sobrevivir, crecer y prosperar. Los fenómenos meteorológicos extremos ponen en riesgo sus vidas y destruyen la infraestructura crítica para su bienestar”.
Desde chico, todo lo que escuchaba Santiago sobre el cambio climático generado por el calentamiento global le parecía muy desalentador. La información que encontraba repetía de distintas maneras una sentencia similar: “Para el 2050, se espera que la temperatura media aumente 3 grados con respecto a la temperatura previa a la revolución industrial, algunas zonas del planeta quedarán inhabitables por las altas temperaturas, el aumento del nivel del mar tapará ciudades enteras y los migrantes por causas climáticas llegarán a ser cientos de millones”.
Esta idea de un escenario futuro totalmente catastrófico lo paralizaba.
En los últimos años, se multiplicó la evidencia científica que da cuenta de los efectos negativos de la suba de temperatura a nivel global causada, principalmente, por la emisión de gases de efecto invernadero. Los científicos advierten que si la temperatura global aumenta más de 2 grados Celsius, todos los seres vivos que habitamos el planeta podríamos enfrentar consecuencias graves e irreversibles. Entre las secuelas, se destacan:
- Aumento del nivel del mar: más del 70% de las costas de la Tierra podrían ver un incremento del nivel del mar de más de 0,2 metros. Esto podría causar un aumento de las inundaciones costeras, la erosión de las playas, la salinización de los suministros de agua y otros impactos en los seres humanos y los sistemas ecológicos.
- Cambio en los ecosistemas: podríamos ver la extinción de varias especies y la acidificación de los océanos.
- Eventos climáticos extremos: las temperaturas extremas, incluidas las olas de calor, se han vuelto más frecuentes e intensas desde la década de 1950. Además, podríamos ver un aumento en la frecuencia y la peligrosidad de los mega-incendios.
- Derretimiento de los polos: el aumento de la temperatura global acelera el deshielo de las masas de hielo y glaciares.
Como a millones de jóvenes en el mundo, el activismo ambiental de Greta Thunberg inspiró a Santiago a movilizarse y pasar de la observación a la acción. En 2019, a través de un video viral de YouTube se enteró que una chica de 15 años en Suecia había comenzado a reclamar a los dirigentes políticos por la crisis climática.
“Esa noticia se hizo viral y millones de personas alrededor del mundo comenzaron a movilizarse. Meses después, me enteré que ese movimiento llegaba a Buenos Aires. No dudé en pedirle a mi papá que me llevara a la marcha en el Congreso: el 15 de marzo de 2019 fue mi primera movilización mundial por el clima. Todavía tengo la foto que me sacó, sonriendo con los brackets y los carteles de fondo”, recuerda Santiago en su charla de Clubes Ted Argentina.
Ese día empezó su activismo ambiental y meses más tarde se incorporó a la ONG Jóvenes por el Clima Argentina.
“Ese mismo año en el que comenzó esta oleada ambiental en Argentina, se logró la sanción de la Ley de Presupuestos Mínimos de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático, en la que se establece un piso mínimo de inversión para adoptar medidas contra la crisis climática y ecológica. Me di cuenta que cuando las individualidades pasaban a formar parte de un movimiento ambiental más grande, lográbamos acelerar la transición a un futuro ambientalmente más sano”, relata Santiago.
Su entusiasmo, como el de otros tantos adolescentes, chocaba contra la percepción social del mundo adulto sobre el cambio climático como algo lejano, sin solución y más vinculados a los osos polares que a las inundaciones y sequías cada vez más extremas en todos los rincones del mundo.
Santiago se enfocó en ayudar a entender el problema como algo más próximo, no desde el miedo a un futuro apocalíptico, y decidió abocarse a las cuestiones ambientales locales que atraviesan a los argentinos.
“Abordé la cuestión de los humedales, un ecosistema en peligro que abarca el 20% del territorio nacional y desempeña un papel fundamental para la biodiversidad y en el control de inundaciones. También hablé en redes sociales de las olas de calor extremo que experimentamos durante el verano, que fue la temporada más calurosa en la Ciudad de Buenos Aires desde que comenzaron los registros en 1906″.
Para las nuevas generaciones, la crisis climática puede generar ansiedad respecto a un horizonte catastrófico, una película apocalíptica de la que no pueden escapar.
Por eso, jóvenes como Santiago buscan inspirar a otros a no quedarse quietos, a movilizarse para cuidar el planeta: “El cambio climático representa un problema claro y con una consecuencia directa para cada una de las personas que habitamos el mundo. Podemos organizarnos y reclamar colectivamente. El conocimiento sin acción, es inútil. Que el miedo nos nos paralice”, repite Santiago.