(Desde COP28, Dubai).- El quinto día de negociaciones en la calurosa Dubai, donde se lleva adelante la Cumbre de Cambio Climático (COP28), avanza sin grandes novedades respecto del texto final que debería firmarse el 12 de este mes. Toda la atención está centrada en el lenguaje que utilizará el Balance Mundial o Global Stocktake (GST), respecto de la posición de los países frente a la eliminación del consumo de los combustibles fósiles. El segundo borrador iba a conocerse ayer, pero sigue retrasado. Esto significa que no hay acuerdo ni para el borrador.
En el día dedicado, entre varios temas, al financiamiento se conoció un reporte que resume claramente por qué los compromisos del Acuerdo de París avanzan de manera tan lenta.
“De momento ya hay algo claro: el objetivo establecido por los países desarrollados de proporcionar 100.000 millones de dólares anuales en concepto de financiación climática de cara a 2020 no se ha cumplido. Según las prácticas actuales de contabilidad y presentación de informes que utilizan los contribuyentes a la financiación climática, en 2020 el total declarado fue de 83.300 millones de dólares, pero la contabilidad real indica que ha llegado efectivamente menos de la mitad de ese monto”, indica el informe elaborado por Oxfam, una confederación internacional de 21 ONG que trabajan con socios en más de 90 países para acabar con las injusticias que causan la pobreza.
“Para saber qué medidas hacen falta tomar no tenemos que esperar a conocer el Balance Mundial de los progresos realizados en concepto de financiación climática, que servirá para fijar la agenda de las negociaciones a corto plazo sobre el cambio climático. Lo que hay que hacer es acelerar enormemente la aplicación de medidas climáticas. Sin embargo, esta aceleración sólo se producirá en la escala necesaria y de una forma equitativa si aceleramos también la provisión y la movilización de financiación climática y nos aseguramos de que llegue a donde se necesita”, agregan en Oxfam.
La magnitud del dinero que se necesita es muy importante y, como sucede hasta ahora, el gran problema es que el flujo de fondos va por la escalera y las necesidades, por el ascensor.
Como para tener una idea de la dimensión de la que se habla en estos pasillos, van sólo algunos números que impactan a los países de América Latina y el Caribe:
- 462.000 millones de dólares se prevé que le costarán a América Latina y el Caribe las pérdidas y los daños inducidos por el cambio climático para 2050. Para 2070, esta cifra podría aumentar a US$ 891.000 millones.
- 81% del financiamiento climático de fuentes públicas internacionales que recibió América Latina y el Caribe en 2020 fue a través de préstamos con altos intereses. Esto, en un contexto en que el endeudamiento público en la región —tanto interno como externo— llegó al 71,8% del PBI en 2021.
-17% del flujo promedio anual de financiamiento climático global es lo que recibió América Latina y el Caribe entre 2016 y 2020 (Asia lidera con 42%, seguida de África, con 26%), según un informe de Latindadd.
Estos guarismos son los que generaron durante la cumbre del año pasado, en Egipto, la denominada agenda Bridgetown, iniciativa de Barbados para reformular los organismos multilaterales de crédito y definir quién paga y a quién.
La intención de esta propuesta es proporcionar liquidez a través de los canales del FMI: impulsar las facilidades rápidas de crédito y financiación a los niveles de crisis; suspender los recargos por intereses.
También incluye el aumento de la capacidad de préstamo de los bancos de desarrollo hasta en 1000 millones de dólares, siguiendo las recomendaciones de un panel del G20, que cuenta con el apoyo de los Estados Unidos y Alemania. Y, crear un impuesto sobre los productores de combustibles fósiles, que entraría en vigor a medida que los precios bajaran para evitar agravar los efectos de la crisis de los precios de los combustibles para los usuarios.
¿Deuda por naturaleza?
Otro de los debates que aquí se impulsan, especialmente fogoneada aquí por el presidente de Colombia, Gustavo Petro y varios ministros de la región, es la de plantear esa reforma de los organismos multilaterales de crédito en la que se tenga en cuenta la deuda externa que tienen los países, que los obligan a exportar commodities para conseguir divisas para cumplir con las obligaciones financieras.
La deuda total de América Latina en 2021 alcanzaba casi los US$ 2 billones, lo que representaba el 21% de la deuda total de los países del Sur Global. En 2021, el 66% de la deuda pública externa de los países de ALC pertenecía a acreedores privados, según indica un reporte de Latindadd.
América Latina también es la región que más paga por el servicio de su deuda externa como porcentaje de sus exportaciones de bienes y servicios. En 2021, el servicio de la deuda representaba el 91% del gasto social (educación, salud y protección social). Asimismo, la actual priorización del pago del servicio de la deuda (y de los reembolsos de capital) también presiona a los países del Sur Global para que sigan invirtiendo en sectores extractivos y contaminantes.
En este contexto resurgió la idea, que no tuvo éxito en los 80, de intentar establecer un canje de deuda por naturaleza. La idea, básicamente, era crear un mecanismo para reducir la deuda exigiendo reinversión en conservación. Los deudores tenían un respiro en sus pagos. Los acreedores evitaban el default. Y la naturaleza se conservaba.
En un análisis publicado en 2022 por el Fondo Monetario Internacional, donde se reseñaban más de 100 operaciones de canje de deuda, se concluía que “el volumen total de alivio de la deuda que han generado ha seguido siendo modesto” con un valor cercano a 2.600 millones de dólares que ha financiado un gasto relacionado con el desarrollo o la naturaleza de unos 1.200 millones.
“La razón principal ha sido el pequeño tamaño de las transacciones”, explicaron sus autores, “la mayoría de los canjes de deuda se han situado en el rango de dos dígitos de millones de dólares estadounidenses”.
“Le propongo a la humanidad cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales”, dijo Petro cuando lanzó la iniciativa y lo reitera en cada oportunidad que tiene frente a las audiencias internacionales. “No somos nosotros los que emitimos los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano a su extinción, pero nosotros sí tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: La selva amazónica”, sostuvo aquí anteayer antes de volver a su país.
Y agregó: “Podemos convertir a toda la población que hoy habita la amazonia colombiana en una población cuidadora de la selva, pero necesitamos los fondos del mundo para hacerlo. Si es tan difícil conseguir esos dineros que las tasas de carbón y los fondos del clima pactados deberían otorgar para salvar algo tan esencial, entonces, le propongo a la humanidad cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas”.
Avinash Persaud, enviado de la primera ministra de Barbados, indicó que este mecanismo no puede funcionar generalizadamente. En una conferencia de prensa a periodistas latinoamericanos en la COP indicó: “El cambio de deuda por naturaleza es limitado y no soluciona la cancelación total de la deuda. Los ejemplos que hemos visto son muy puntuales y es un mecanismo que no puede escalar. Nadie puede asegurar que haya garantía de pago de toda la deuda de un país.”
“Yo soy una persona de Finanzas y me beneficio de las personas que piensan que existe la magia financiera. Pero no es magia. Las finanzas no pueden crear cosas de la nada. Necesitamos usar las finanzas lo más que podamos, pero lo que se necesita es nuevo dinero”.
En ese sentido, indicó que la reforma que proponen debe ser realista, debe comprometer a los organismos multilaterales de crédito a que den garantías para que sea la inversión privada la que ponga el dinero, por ejemplo, para la transición energética necesaria en nuestros países.
Por el momento América Latina y el Caribe no han podido negociar en bloque en estas negociaciones internacionales. Lo que termina ocurriendo, como se dijo, es que se avance con proyectos puntuales y a pequeña escala.