Se considera ampliamente que el Protocolo de Montreal ha tenido éxito, y los niveles observados de sustancias controladas que agotan la capa de ozono (SAO) en la estratosfera, cuantificadas como cloro estratosférico efectivo equivalente (CESE), han ido disminuyendo lentamente desde finales de los años 1990. Sin embargo, la evaluación de la recuperación del agujero de ozono en la Antártida requiere el reconocimiento de otros factores.
Los patrones de temperatura y viento de la primavera tienen un gran impacto en su desarrollo, junto con la carga de aerosoles de los incendios forestales y las erupciones volcánicas, así como los cambios en el ciclo solar. También se espera que las tendencias en las emisiones de gases de efecto invernadero afecten la recuperación.
Por ello, a pesar de la percepción pública, el agujero de ozono en la Antártida ha sido notablemente masivo y duradero en los últimos cuatro años, según confirma la investigación realizada por la Universidad de Otago, que adjudican a los clorofluorocarbonos (CFC) la responsabilidad.
En el estudio publicado en Nature Communications, el grupo de trabajo analizó los cambios mensuales y diarios en diferentes altitudes y latitudes dentro del agujero de ozono antártico, desde 2004 a 2022. Hay mucho menos ozono en el centro del agujero en comparación con el que se podía registrar hace 19 años.
Esto significa que no sólo es más grande en área, sino también más profundo durante la mayor parte de la primavera. Hicimos conexiones entre esta caída de ozono y los cambios en el aire que llega al vórtice polar sobre la Antártida. Esto revela que los recientes y grandes agujeros de ozono pueden no ser causados sólo por los CFC.
Entender el proceso
Si bien el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, vigente desde 1987, regula la producción y el consumo de sustancias químicas artificiales que se sabe que agotan la capa de ozono, los investigadores creen que otros factores complejos también están contribuyendo al agujero de la capa de ozono.
La mayoría de las comunicaciones importantes sobre la capa de ozono en los últimos años han dado al público la impresión de que el problema se ha resuelto. Si bien el Protocolo de Montreal ha mejorado enormemente nuestra situación con respecto a los CFC que destruyen el ozono, el agujero ha estado entre los más grandes registrados en los últimos tres años, y en dos de los cinco años anteriores.
El presente análisis terminó con datos de 2022, pero a día de hoy el agujero de ozono de 2023 ya ha superado el tamaño de los tres años anteriores. A finales del mes pasado era de más de 26 millones de kilómetros cuadrados, casi el doble del área de la Antártida, es por eso que es importante comprender la variabilidad del ozono debido al papel que desempeña en el clima del hemisferio sur.
Todos conocemos los recientes incendios forestales y ciclones en Australia y Nueva Zelanda y el agujero de ozono en la Antártida es parte de este panorama. Si bien está separado del impacto de los gases de efecto invernadero en el clima, este interactúa con el delicado equilibrio de la atmósfera.
Debido a que el ozono generalmente absorbe la luz ultravioleta, un agujero en la no solo puede causar niveles extremos de esta radiación en la superficie de la Antártida, son que también puede afectar drásticamente el lugar donde se almacena el calor en la atmósfera.
Los efectos aguas abajo incluyen cambios en los patrones de viento y el clima de la superficie del hemisferio sur, que pueden afectar localmente. Pero los especialistas disipan los temores sobre los rayos ultravioleta extremos, ya que el agujero de ozono antártico generalmente está abierto en su mayor parte directamente sobre la Antártida y el Polo Sur.
*Hannah Kessenich, estudiante de doctorado en el Departamento de Física en la Universidad de Otago y autora principal del estudio.