Después de un período récord de calor en todo el mundo en el último verano del norte, parece casi seguro que 2023 superará a 2016 como el año más cálido registrado en la Tierra, según coinciden los pronósticos de una serie de informes globales.
Los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) calcularon que hay un 93,42 por ciento de posibilidades de que 2023 se convierta en el año más caluroso, según un informe climático mensual que acaban de publicar. Ese porcentaje es casi el doble de lo estimado un mes antes (46,82 por ciento) y 86 puntos porcentuales más que la proyección de principios de año (6,9 por ciento).
El cálculo, cuando quedan menos de cuatro meses en el año, subraya cuán dramáticamente las observaciones de las temperaturas globales del aire y del océano y la extensión del hielo han divergido de cualquier otro tipo de estimación que los científicos hayan presenciado anteriormente, o que hubieran predicho a principios de año.
A principios de la primavera del hemisferio norte comenzaron a aparecer signos de una calidez inusual y la tendencia no ha flaqueado desde entonces. Julio fue el mes más caluroso jamás registrado en el planeta, posiblemente con el calor sostenido más extremo en 125.000 años.
Los tres meses de junio a agosto fueron los más calurosos del mundo en 174 años de registros, 0,24 Celsius por encima del récord anterior y 1,15 Celsius por encima del promedio del siglo XX para el verano en el hemisferio norte, según la NOAA. Esto confirma las estimaciones que los científicos de la Unión Europea publicaron este mes, declarando un verano récord “por un amplio margen”.
Deke Arndt, director de los centros de la NOAA, compartió el informe en X (anteriormente conocido como Twitter) con una declaración inusual: “rara vez me sorprenden nuestros hallazgos -escribió-. “Cuando el equipo de monitoreo climático informó esto, me tomó cinco minutos procesar la magnitud”.
Índices extremos
Un nuevo récord de temperatura global comenzó a parecer posible cuando surgió el patrón climático de El Niño en junio pasado, pero los científicos pensaban que ocurriría en 2024. Este fenómeno está asociado con aguas superficiales más cálidas de lo normal en el Océano Pacífico ecuatorial oriental, y se sabe que estimula el calentamiento del planeta y alimenta el clima extremo.
Un fuerte patrón de El Niño que se formó en 2015 y duró hasta 2016 ayudó a que la Tierra alcanzara un calor promedio récord en 2016. “Pero el patrón de calentamiento de este año ha diferido del calor de 2016 -explicó Robert Rohde, científico principal de Berkeley Earth, entidad sin fines de lucro que acaba de emitir un informe alarmante sobre la situación del pasado agosto y las proyecciones que se observan para fin de año-. La mayor parte del tiempo, cuando estás avanzando hacia un nuevo récord, el clima es cálido desde el principio. Pero este año las temperaturas extremas no aparecieron hasta junio. Ese camino hacia un calor récord es bastante inusual”.
Rohde y Berkeley Earth coinciden en que hay más de un 99 por ciento de posibilidades de que 2023 sea el más cálido, un gran salto desde principios de año, cuando situaron las probabilidades en sólo el 14 por ciento.
Si bien El Niño puede ser hasta cierto punto responsable del inicio del calentamiento de este año, los océanos están alcanzando temperaturas récord mucho más allá del epicentro del patrón de El Niño en el Pacífico. El calor en la cuenca del Atlántico provocó un blanqueamiento desastroso de los arrecifes de coral de Florida y ha contribuido a la rápida intensificación de los huracanes.
Alrededor de la Antártida, durante el invierno del hemisferio sur, la capa de hielo marino alcanzó un máximo mucho menor que el que los científicos hayan observado antes.