Antiguamente, y hasta no hace tanto tiempo, el papel de los zoológicos era principalmente el de coleccionar y exhibir animales exóticos y salvajes para el entretenimiento y la curiosidad de los humanos. Sacados de sus hábitats naturales, distintos ejemplares eran puestos en cautiverio sin tener en cuenta —la mayoría de las veces— su bienestar, y mucho menos, cómo esto afectaba la conservación de las especies.
El debate en torno de la función de ese tipo de parques ya tiene décadas y mucho se ha modificado en todos estos años. ¿Qué papel tienen hoy los zoológicos? ¿Es posible que sean un factor clave para la conservación de las especies amenazadas? Estas son preguntas válida que aún continúan planteándose, y ante las cuales, en los últimos días, dio respuesta la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la mayor autoridad mundial en materia ambiental. Se trata de la red ambiental más grande y diversa del mundo. Fue creada en 1948 y está conformada por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que promueve el desarrollo sostenible y la protección de la biodiversidad.
El visto bueno otorgado por esa entidad a los llamados zoológicos, actualmente muchos de ellos conocidos como bioparques, ecoparques o reservas, implica un hito para estas organizaciones por la jerarquía de los expertos que la integran, quienes han reconocido el aporte que realizan para la conservación y respondido a una pregunta que muchas personas, con legítima inquietud, continúan realizando: ¿Está bien o mal la existencias de esos espacios?
Jon Paul Rodríguez, doctor en Biología, Presidente de la Comisión de Supervivencia de Especies (CSE) de la UICN, en diálogo con Infobae, recordó que el papel de los zoológicos fue evolucionando a lo largo de la historia. Hasta hace pocos años, eran centros de “exhibición de colecciones de animales de todo tipo de hábitats y regiones del mundo, con poca preocupación sobre el bienestar animal, las condiciones de las instalaciones o la conexión de los ejemplares o el público con las poblaciones silvestres”.
De ahí evolucionó “hasta el diseño de exhibiciones que se aproximan, en la medida de lo posible, al ecosistema de origen de los animales, ya que ofrecen oportunidades de enriquecimiento de comportamiento, con atención explícita a estándares de bienestar animal basados en evidencias acordadas por las asociaciones de zoológicos internacionales, y vinculando los animales bajo cuidado humano a las poblaciones silvestres”, dijo.
En un comunicado emitido la semana pasada, los expertos que integran la CSE reconocieron “las importantes contribuciones que los jardines botánicos, acuarios y zoológicos pueden aportar y, de hecho aportan, a la conservación de animales, hongos y plantas silvestres”. Y declaró que la preservación “ex situ”, es decir, fuera del entorno natural de las especies, como llevan adelante esas organizaciones, es una estrategia vital para prevenir la extinción de la fauna y la flora bajo amenaza.
Además, remarcaron el importante rol de esas instituciones también en cuanto a la conservación “in situ” —en su hábitat natural— mediante diversas actividades, como investigaciones, estudios de comportamientos, reintroducción de especies, translocación, relación con comunidades locales, entre otras acciones. Así, la UICN expresó su aval a la existencia de zoológicos con el respaldo de la comunidad científica internacional.
El doctor Rodríguez explicó a este medio que el objetivo de la conservación siempre es que todas las especies “prosperen in situ, es decir en la vida silvestre, desde contextos de coexistencia cercana con humanos en ámbitos urbanos y paisajes manejados, hasta ecosistemas remotos, alejados del impacto humano”. Pero aclaró que “nuestra declaración destaca las muchas contribuciones científicas y educativas, entre otras, de las organizaciones ex situ”, es decir los zoológicos, acuarios y jardines botánicos.
“Pero uno de los principales aportes [de esas entidades conservacionistas] es ofrecer un seguro de vida para aquellas poblaciones cuya abundancia silvestre ha disminuido tanto que su sobrevivencia es poco probable o se han extinguido en vida silvestre. En estos casos, las poblaciones bajo cuidado humano, manejadas científica y conjuntamente entre las instituciones que las alojan, pueden servir de resguardo para su futura reintroducción una vez que las amenazas a su ambiente silvestre sean mitigadas”, explicó Rodríguez, quien realiza una destacada labor ecologista a nivel global y también en su país, Venezuela.
En el documento, la CSE expresó que “valora el papel clave” que desempeñan los zoológicos, acuarios y jardines botánicos “en la intersección entre la conservación ex situ e in situ. Estas funciones abarcan las ciencias genéticas, conductuales y veterinarias aplicadas, la cría, reintroducción y translocación de vida silvestre, la investigación, educación y participación comunitaria, el desarrollo de políticas, acceso a experiencias basadas en la naturaleza y financiación para la conservación. La CSE también cree que existe una oportunidad e interés en aumentar la participación de estos papeles”.
Es por eso que la CSE los instó “a aprovechar el máximo de su potencial de conservación y a trabajar como miembros valiosos de una comunidad conservacionista bien integrada para garantizar la supervivencia y la salud de las poblaciones silvestres de animales, hongos y plantas”. Asimismo, invitó “a todos sus socios, incluidas las agencias gubernamentales, a colaborar con los jardines botánicos, acuarios y zoológicos en el trabajo colectivo de salvar especies a través del One Plan Approach (enfoque de plan único)”.
En ese sentido, la bióloga Paula González Ciccia, Directora de Conservación, Educación e Investigación de Fundación Temaikèn, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, explicó a Infobae, que su entidad adhiere al One Plan Approach que “debe ser realizado conjuntamente por partes interesadas que acrediten experiencia, tanto bajo cuidado humano como manejo en entornos naturales, y puede incorporarse a la planificación general de conservación de especies para poblaciones silvestres”.
La UICN manifestó también el objetivo de esa organización internacional de promover un enfoque integrado para la conservación, combinando esfuerzos tanto in situ como ex situ, con el objetivo de aprovechar todas las herramientas y conocimientos disponibles. En ese sentido, “el trabajo en red es para nosotros una necesidad —dijo González Ciccia—, que hasta se imprime en nuestra misión: Proteger juntos la naturaleza, formar parte de asociaciones destacadas a nivel mundial, nos asegura sostener estándares internacionales y estar en vinculación con los bioparques y acuarios de mayor reconocimiento”.
Dijo que Temaikèn forma parte de instituciones como la Association of Zoos and Aquariums (AZA), conformada por 240 instituciones entre las que se encuentran el Smithsonian, el San Diego Zoo, el Houston Zoo, el zoo del Bronx y el Acuario de Georgia. También es referente regional en la Alianza Contra el Tráfico Ilegal de Vida Silvestre (WTA, por sus siglas en inglés) y el programa SAFE Aguará guazú que concentra esfuerzos y recursos de zoológicos de Estados Unidos para recuperar la población argentina de esa especie. “Estas colaboraciones permiten un intercambio constante de conocimientos y recursos, lo que enriquece nuestro trabajo en pro de la conservación de la biodiversidad”.
La UICN también destacó el papel social y cultural que desempeñan los jardines botánicos, acuarios y zoológicos en sus comunidades locales, ofreciendo educación medioambiental y experiencias con la naturaleza.
Siguiendo con el ejemplo de Temaikèn, que se replica en otros bioparques, la educación y la concientización ambiental son fundamentos de su misión. “Más de 500.000 personas por año nos visitan, y la oportunidad para promover la ciudadanía ambiental es enorme. Desarrollamos experiencias que permitan, durante la visita, comprender de una manera lúdica e integral el compromiso que todos debemos tomar para proteger a la naturaleza”, explicó.
Casos exitosos de conservación de especies
Son numerosas en el mundo las especies recuperadas o en proceso de recuperación a partir del trabajo de los centros de conservación como los zoológicos, acuarios y botánicos.
El Grupo Especialista en Cría de Conservación (CBSG), una red global de profesionales dedicados a salvar especies en peligro de extinción, perteneciente a la Comisión de Supervivencia de Especies (SSC) de la UICN, ha trabajado de manera exitosa por ejemplo en:
—Loros de hombros amarillos en la Isla Margarita, en Venezuela: Se logró el aumento en la población de loros de 700 en la década de 1990 a 1.700 en la actualidad.
—Grulla trompetera: Esa organización ha realizado trabajos de conservación de esta especie en peligro crítico de extinción en América del Norte, que han incluido la cría en cautiverio y la reintroducción de aves jóvenes en la naturaleza.
—Bilby mayor, en Australia: Las tareas de conservación de esta especie en peligro crítico de extinción en ese país incluyeron la cría en cautiverio y la reintroducción de animales jóvenes en la naturaleza, así como la eliminación de depredadores y la restauración del hábitat.
—Marmota de la Isla de Vancouver, Canadá: También se encuentra en peligro crítico de extinción en esa región. Se ha promovido la cría en cautiverio y la reintroducción de animales jóvenes en la naturaleza, así como la eliminación de depredadores y la restauración del hábitat.
—Salamandra gigante del este: Los esfuerzos de conservación de esta especie en peligro crítico de extinción en América del Norte incluyeron la cría en cautiverio y la reintroducción de animales jóvenes en la naturaleza, así como la eliminación de depredadores y la restauración del hábitat.
En el caso de Temaikèn, González Ciccia explicó que esa institución trabaja “tanto desde programas puntuales como brindando asesoramiento profesional”. Algunos ejemplos de esas tareas con especies en estado crítico o peligro de extinción son los siguientes:
—Caracoles de Apipé
—Ranita patagónica
—Cardenal amarillo
—Tortuga carbonaria
—Guacamayo rojo
—Huemul
—Aguará guazú
—Ciervo de los pantanos
—Cóndor andino
Los cardenales amarillos, un caso emblemático
La bióloga explicó que el de esta especie, cuyo nombre científico es Gubernatrix cristata, es un caso destacado. El trabajo de conservación “involucra un amplio espectro, desde la rehabilitación de individuos huérfanos o rescatados, la generación de centros de recría, hasta la investigación sobre su comportamiento y ecología”, relató.
El cardenal amarillo, dijo, es “una de las especies más traficadas del mundo, está categorizada globalmente como en ‘Peligro de Extinción’ por la UICN y por resolución Nº 795/17 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDSN)”, en Argentina.
González Ciccia explicó que “su mayor amenaza es la captura como ave de jaula (particularmente los ejemplares machos). Esta explotación constante, llevada a cabo durante más de 100 años, sumada a la pérdida de hábitat por destrucción y modificación para producción agrícola-ganadera han provocado una rápida disminución de la población silvestre en los últimos años”.
Temaikèn forma parte de la Alianza Cardenal Amarillo por lo que recibe ejemplares “rescatados a través de operativos que realizan las Direcciones de Fauna. Los animales derivados son rehabilitados hasta su posible liberación, previo análisis genético para determinar su lugar de origen. La recuperación implica que sean evaluados individualmente por los protocolos sanitarios de rutina (cuarentena, chequeo veterinario y prueba de vuelo) y por determinadas pruebas diseñadas para conocer y fortalecer, en el caso de ser necesario, la capacidad de reconocimiento de predadores. De esta manera se busca aumentar tanto la supervivencia de los ejemplares liberados como el éxito reproductivo de las poblaciones naturales”.
Desde 2017, dijo la especialista, la entidad llevó a cabo entre 1 y 2 campañas anuales de reinserción de grupos de esta especie en la naturaleza, y más de 120 cardenales amarillos volvieron a su hábitat.