Más de 340 especies de aves migratorias -un total de casi 5.000 millones de aves- hacen viajes cada año entre los Estados Unidos y Canadá y América Latina y el Caribe. Además, más de 230 especies migran íntegramente dentro de Sudamérica.
Además, existen numerosos tipos de migración de aves en América del Sur: están las aves que vuelan entre las zonas de cría templadas y los trópicos, las que lo hacen dentro de latitudes tropicales o dentro de latitudes templadas.
Hoy es el Día Mundial de las Aves Migratorias, y hay preocupación por dilucidar cómo las aves migratorias son impactadas por el cambio climático global. Un grupo de investigadores de Brasil, Argentina y Estados Unidos acaban de publicar un estudio en la revista Frontiers in Bird Science sobre la tijereta, un ave nativa de América Latina que puede observarse desde México pasando por América Central y hasta la Argentina, Chile y Uruguay. Sun nombre científico es Tyrannus savana.
“La tijereta es una especie de aves migratoria sudamericana. Su área de hábitat está caracterizado por ciertos patrones de precipitaciones y temperatura. Encontramos que se verá modificado su tamaño en el futuro porque tendrá otros patrones de esas variables debido al cambio climático”, explicó a Infobae uno de los coautores, el doctor Diego Tuero, investigador del Instituto de Ecología, Genética y Evolución, que depende del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires, en Argentina.
Ya se precisó el impacto: “Los cambios climáticos reducirán en un 22% el área del hábitat que actualmente utiliza esta especie. Es decir, la tijereta sufrirá una gran pérdida de su hábitat actual”.
El equipo científico -que también estuvo integrado por investigadores de la Universidad Estatal Paulista de Brasil y la Universidad de Indiana de los Estados Unidos, colocaron geolocalizadores en aves.
“Son dispositivos que registran la intensidad y duración de la luz solar cada día. Con esa información se puede calcular su ubicación. Los datos sirvieron para calcular sus áreas de distribución durante la época reproductiva y no reproductiva. Luego estudiamos cómo pueden cambiar el tamaño de esas áreas por los futuros cambios climáticos”, contó Tuero.
El área reproductiva del ave se encuentra desde el centro de la Argentina hasta el sur de Brasil, incluyendo Uruguay, Bolivia y Paraguay. En cambio, el área no reproductiva son los llanos de Colombia y Venezuela.
“Las variables climáticas afectan la abundancia de insectos, que es el alimento de la tijereta y al mismo tiempo el área reproductiva óptima sería más pequeña. Entonces las aves tendrían menos lugares con las condiciones adecuadas para reproducirse”, precisó.
En tanto, otros investigadores de República Checa con la colaboración de colegas argentinos están prestando atención al emblemático tero de América del Sur. También se lo conoce como tero-tero, leque, quero quero o ave fría.
Miguel Silva-Monteiro, investigador brasileño en la Universidad de Bohemia del Sur en República Checa, contó a Infobae: “Mi trabajo en este momento consiste en estudiar y comparar dos especies similares: la Avefría Septentrional, que vive en Europa, y el avefría que habita en Sudamérica. Actualmente estoy en Argentina estudiando al emblemático Tero”.
Se prevé que el cambio climático tendrá un enorme impacto en todas las aves playeras, ya que son especies que han evolucionado para disfrutar de unas condiciones que sólo se dan cuando el clima les es favorable. El tero “es una especie ideal para estudiar los impactos del cambio climático porque tiene una amplia distribución y puede reproducirse desde hábitats naturales hasta zonas completamente urbanas”, comentó.
En Europa, “ya sabemos que el avefría septentrional se ve afectado por el cambio climático de varias maneras. En primer lugar, la especie se desplaza cada vez antes de sus zonas de invernada a sus zonas de nidificación, porque la primavera es cada vez más cálida. Otro aspecto afectado por el cambio climático es su supervivencia”, subrayó.
El cambio climático hace que los pastizales crezcan más deprisa, y el ave septentrional necesita vegetación corta, como también el tero sudamericano. “Cuando los pastos crecen demasiado rápido, se cortan más a menudo, y la maquinaria destruye los nidos que se colocan en el suelo. Lamentablemente, aún se sabe poco sobre el tero”.
Silva-Monteiro con su grupo de investigación -que está integrado por científicos del Conicet, la Universidad Nacional del Litoral y la organización Aves Argentinas- están llevando adelante un estudio por el cual colocan dispositivos GPS en ejemplares de teros.
“Los teros que viven en el extremo sur de la Argentina migran a zonas más septentrionales en invierno. Pero todavía no se sabe hasta dónde llegan. Queremos averiguar dónde pasan el invierno y si sus viajes migratorios son tan largos como los de los ejemplares de la misma especie en Europa o más cortos”, aclaró.
Otra ave cuclillo pico amarillo, que llega en los meses de mayo a América del Norte y otra parte del año está en América del Sur, se encuentra en franco declive: su área de distribución se redujo en un 60% en los últimos 35 años.
Un seguimiento por satélite reveló que las poblaciones del cuclillo pasan la mayor parte de la temporada no reproductora en la región del Gran Chaco de Sudamérica, que abarca partes de Argentina, Paraguay y Bolivia. Su tendencia a cantar antes de las tormentas ha hecho que se les conozca coloquialmente como “cuervos de la lluvia”.
La científica Calandra Stanley, de la Universidad Georgetown, con apoyo de de la Fundación de la Familia Knobloch y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, contó a Infobae: ”Estamos especialmente interesados en comprender cómo los cambios en los patrones de precipitaciones debidos al cambio climático podrían estar influyendo en las poblaciones de cuclillo pico amarillo en sus zonas de invernada en el Gran Chaco y durante su migración”.
Los investigan con transmisores por satélite que les permiten estudiar sus movimientos en el Gran Chaco y seguir su migración hacia el hemisferio Norte. Ahora, los cuclillos están migrando a Sudamérica.
Frente a la situación actual de las aves, los científicos proponen soluciones. Para Monteiro-Silva, “en Sudamérica hace falta más conocimiento. Los estudios sobre el cambio climático y su impacto en las aves migratorias se centran mucho en el hemisferio norte. Como se trata de un continente diferente, sometido a condiciones climáticas distintas, se necesitan estudios centrados en los distintos países de Sudamérica”.
Por supuesto -resaltó- que aunque falte más conocimiento, “eso no impide que se apliquen leyes y medidas de protección. Las aves migratorias necesitan varios lugares seguros para realizar sus viajes migratorios sin peligro. Proteger estos lugares es extremadamente necesario y un paso importante para minimizar el impacto del cambio climático. Por tanto, más caos climático significa más caos para las poblaciones de estas especies, incluida el tero”, sostuvo.
“Nuestro estudio -dijo Tuero- demuestra que el potencial impacto que sufrirán especies como la tijereta o las que utilizan el mismo hábitat se debe a la modificación de variables climáticas. Entonces las medidas tienen que estar dirigidas a evitar las acciones humanas que producen esas alteraciones principalmente en las lluvias y temperaturas. En otras palabras, se deberían reducir las alteraciones de los hábitats naturales para los negocios agrícolas y mineros, la quema de combustibles fósiles y reducir la emisión de gases de efecto invernadero”.