Los seres humanos se han estado desplazando desde hace miles de años y han favorecido intencionalmente (o no) la introducción de más de 37.000 especies de plantas, animales, y gérmenes, como los virus, en otras regiones y biomas de todo el mundo.
Más de 3.500 de esas especies exóticas se han vuelto invasoras nocivas en los territorios en que habitan, y hoy amenazan gravemente a la naturaleza, a las contribuciones de la naturaleza a las personas y a su buena calidad de vida, según informó los resultados de un nuevo reporte de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
Son muchas especies invasoras que generan diferentes tipos de impactos, pero algunas directamente se llevan la vida de las personas. En ellas, figuran el virus que causa el dengue, que afecta a 400 millones de personas por año en el mundo, y los mosquitos que pueden transmitirlo como el Aedes aegypti o el Aedes albopictus.
Otro es el caracol gigante africano, que ha colonizado ambientes en los que vivían moluscos nativos en varios países de América Latina y el Caribe, como Cuba, Nicaragua, Colombia, Brasil y Argentina (en el Noreste). Afecta la agricultura y a la fauna de caracoles nativos, y puede transmitir parásitos perjudiciales para la salud humana y la de otros animales.
Entre las plantas, el jacinto de agua también complica todo. Se le suele llamar “camalote” y ha teñido de verde las aguas del Río de la Plata, entre otros espacios del mundo. En 2016, hubo una invasión de camalotes que llegó desde los ríos Paraná y Uruguay que puso en alerta a vecinos y autoridades sanitarias.
El avance de la especie obstruyó la toma de agua de una de las principales plantas potabilizadoras de la ciudad de Buenos Aires y puso en peligro el suministro. Además, perjudicó la navegación por el río y facilitó a su vez que se introdujera fauna del Litoral en la Capital como insectos, roedores, nutrias y reptiles y algunos más peligrosos como arañas o víboras que quedaron atrapados en el camalotal.
“La situación de las especies exóticas invasoras es preocupante a nivel global”, contó a Infobae la científica argentina Evangelina Schwindt, quien es investigadora principal del Instituto de Biología de Organismos Marinos del CONICET en Puerto Madryn, Chubut y fue una de las coautoras del reporte de IPBES.
También en el informe colaboraron los investigadores del Conicet de Argentina Martín Nuñez, Carolina Morales, Romina Fernández, Victoria Werenkraut, Ricardo Gürtler, entre otros, quienes contribuyeron a partir de que son expertos destacados en algún aspecto del problema de las invasiones biológicas.
De las 3.500 especies exóticas invasoras registradas en todo el mundo, el 6% son plantas (1.061), el 22% son invertebrados (1.852 ), 14% son vertebrados (461) y el 11% son microbios (141 microbios). La región de América tiene la mayor proporción de impactos notificados de especies invasoras (34 %).
“Hicimos una revisión de estudios publicados durante los últimos 4 años según preguntas que hicieron los Estados que conforman IPBES. Se fue también recibiendo comentarios de expertos, comunidades originarias, instituciones y organizaciones no gubernamentales y se coprodujo un documento que servirá que los tomadores de decisiones puedan hacer un mejor manejo de las especies invasoras”, comentó Schwindt.
Aunque sean invasiones silenciosas, las consecuencias son drásticas. Las especies exóticas invasoras han contribuido con el 60 % de la extinciones mundiales registradas de otras especies. También se sabe que han sido las únicas causantes del 16 % de las extinciones mundiales.
Generan impacto sobre las especies autóctonas a través de cambios en las propiedades del ecosistema por competencia interespecífica, por depredación o porque se alimentan de los mismos vegetales y les reducen el alimento. Todo cuesta mucho dinero. Los expertos calcularon que el costo económico anual estimado de las invasiones biológicas fue de 423.000 millones de dólares en 2019.
“Los costos que reportamos están claramente subestimados. Así que serían mayores”, acotó a Infobae el doctor Martín Núñez, del Instituto Inibioma, que depende de la Universidad Nacional del Comahue y del CONICET en Bariloche.
Se han detectado 2.300 especies exóticas invasoras en tierras gestionadas, usadas y/o propiedad de pueblos indígenas. “Es un problema que impacta mucho en los pueblos indígenas, y por eso deberían ser incorporados en la coparticipación de las decisiones que se tomen para contener las invasiones y la mitigación”, afirmó la experta argentina.
Los investigadores que hicieron el reporte enfatizaron en que hay mucho por hacer en prevención y en mitigación para el futuro.
“Cada país debería tener una estrategia sobre manejo de especies exóticas invasoras. Hoy el 80 % (156 de los 196 que forman parte de IPBES) cuentan con estrategias nacionales de biodiversidad y planes de acción que incluyen objetivos para gestionar las invasiones biológicas. Sin embargo, en muchos casos solo están en los papeles. El 83 % de los países no tiene legislación o normativa nacional específica en materia de especies exóticas invasoras.
Hay diferentes medidas que se pueden adoptar, y la población en general también puede participar. “Se han desarrollado iniciativas de ciencia ciudadana que han permitido identificar a tiempo especies exóticas. Por ejemplo, hay gente que bucea y se da cuenta que hay una especie que antes no veía en un lugar”, expresó. En cada país debería funcionar un sistema de vigilancia para actuar rápidamente cuando aparezca una especie que no es nativa del lugar.
La erradicación ha resultado eficaz y rentable especialmente en poblaciones de exóticas que era pequeñas y de propagación lenta, en ecosistemas aislados como las islas. La tasa de éxito de los programas de erradicación llevados a cabo en 998 islas fue del 88 %.
Por ejemplo, en la Polinesia Francesa, se logró erradicar a la rata común y al conejo europeo. En cambio la erradicación de plantas exóticas es más complicada, debido a que las semillas pueden permanecer latentes en el suelo durante mucho tiempo.
Cuando la erradicación no es posible, las especies exóticas invasoras pueden contener y controlarse, sobre todo en sistemas terrestres y de aguas cerradas, así como en la acuicultura. Un ejemplo es la contención de la invasión de la papa de mar en mejillones azules de acuicultura en Canadá.
Se debería hacer un manejo integral en el que también participe el sector privado junto con el Estado. Por ejemplo, se la evaluación de impacto ambiental antes de importar especies exóticas. También se deberían establecer políticas y códigos de conducta coherentes entre sectores y escalas; el compromiso y la dotación de recursos; la concientización de la ciudadanía, a través de campañas de divulgación científica como las que promueven “comprobar, limpiar y secar”.
Un caso de estrategia de prevención es el que practica Nueva Zelanda, que prohíbe la entrada de embarcaciones con incrustaciones de especies como una manera de prevenir invasiones biológicas.