(Desde Montevideo, Uruguay) El mapa de Montevideo muestra una extensa costa sobre el Río de la Plata, que abarcan casi 15 kilómetros de los 70 que tiene hacia el mar la capital del país, según los datos oficiales.
Las playas arenosas se ven enfrentadas a un fenómeno llamado comprensión costera. La tierra, por un lado, presiona el avance urbano, recreativo e industrial; el mar, presiona el aumento de su nivel, las tormentas y el oleaje. La consecuencia de este apriete es la pérdida de la arena y que la zona de playa sea cada vez menor, concluye una investigación académica de la Universidad de la República publicada por La Diaria.
El trabajo utiliza una metodología sencilla para calcular la superficie de la arena y la vegetación de la costa, y arroja información sobre lo que pasó entre 1984 y 2019 en la costa uruguaya.
En la investigación se considera el área de arena y vegetación de 20 playas de Montevideo. Una de las playas más conocidas de la capital uruguaya, la Ramírez, decreció un 31% entre 1984 y 2019. La Playa Brava, que en general es elegida por los aficionados del windsurf, jet-ski y canotaje, disminuyó un 19%. La cercana playa del barrio Malvín, en tanto, solo perdió apenas el 1% de su superficie, pero esto fue porque creció su vegetación.
Otras playas menos conocidas hacia el este de Montevideo registraron pérdidas de su superficie por encima del 10%.
Si se consideran las playas hacia el oeste de Montevideo, en tanto, también hubo pérdidas de hasta el 29% de la superficie de arena. Hubo algunos, sin embargo, que aumentaron su área comparando si se comparan 1984 con 2019.
“Hay un crecimiento de la ciudad que no es nada despreciable, que influye directamente, por ejemplo, a través de las escorrentías de los pluviales. Eso sale directo a las playas y son fuente de alteración”, dijo el investigador Luis Orlando, autor del informe, en declaraciones a ese medio. El experto entiende que hay una “presión de la urbanización” a la que se le debe sumar el “uso de la tierra” y principalmente “el uso intensivo en las cuencas”.
“Si uno se fija en estos resultados, que están un poco sin tratar, en las playas del oeste de Montevideo hay una dinámica y en las del este hay otra. Al oeste se registran picos más extremos, pero aun así todas las playas parecen estar suavizadas en estas variaciones”, aseguró el investigador.
En la zona este, que está más urbanizada, las oscilaciones del área de las playas son “más fuertes”, lo que podría ser un “efecto de la urbanización”.
Orlando consideró que, vistos los resultados, el primer paso es reconocer la situación. Cuestionó que “no hay una estrategia coordinada” para preservar un “espacio de libertad”.
“Capaz que lo que le falta a todo el sistema de gestión es un poco más de sentido de urgencia y de entender que, en realidad, el diferencial que pueden ofrecer las playas de Uruguay son los servicios ecosistémicos”, sostuvo, en referencia a el contacto con la naturaleza más allá de la playa.
¿Cambio climático?
El cambio climático suele ser un factor que explica este tipo de fenómenos, pero, según la nota de La Diaria, no es científicamente acertado atribuirle esta pérdida. Al ser consultado sobre si esta era la explicación principal, Orlando dijo: “Esa es la solución fácil. Eso es buscar una excusa, algo que está más allá de nuestro control, y decir que es el culpable de todo”.
En los sistemas costeros, explicó, hay una “triple amenaza”. Uno de los motivos es, sí, el cambio climático. Pero se le suma la urbanización y el uso intensivo de los recusos. “La extracción de arena es un problema mundial” y la “sobrepesca” es otro motivo. “El problema de la erosión que viene de que se talaron los montes originales para hacer leña o carbón o espacio para la urbanización y se sustituyeron por plantas exóticas”, dijo.
“Hay cosas como esas que sucedieron y siguen sucediendo y que, como la urbanización, son 100% nuestra responsabilidad. Entonces, escudarse en el cambio climático no tiene nada de sentido”, concluyó el experto.
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