Mientras los incendios forestales arrasan regiones resecas de Europa, otro tipo de fenómeno meteorológico extremo asola una amplia franja de Sudamérica en pleno invierno. En los últimos días, una extraordinaria ola de calor ha azotado partes de Brasil, Chile, Paraguay y Argentina, batiendo récords de temperatura en la estación fría. El martes, Buenos Aires vivió el comienzo de agosto más caluroso desde 1905, con temperaturas que alcanzaron los 30 grados centígrados (86 grados Fahrenheit), frente a los 15 grados habituales para esta época del año. “El cambio climático no es un escenario lejano. Está aquí, y es urgente actuar”, escribió en Internet el servicio meteorológico nacional de Argentina.
En Chile, el calor fue aún más extremo: en algunas zonas se alcanzaron los 40 grados. El climatólogo chileno Raúl Cordero declaró al diario La Tercera de Santiago: “Aunque estamos en invierno, Chile está viviendo un pequeño infierno propio”. Advirtió que “el invierno de Chile está desapareciendo” a medida que el cambio climático aumenta el calentamiento. Al otro lado de la frontera, en Paraguay, las temperaturas subieron a casi 39ºC (102F) en varios lugares esta semana, unos 15 a 20 grados Fahrenheit por encima de lo normal. Los meteorólogos predicen que el calor persistirá hasta el fin de semana. Algunas zonas del sur de Brasil también han sufrido temperaturas cercanas a los 39ºC.
El climatólogo Maximiliano Herrera, según consignó CNBC, calificó la ola de calor invernal de Sudamérica de “brutal” y uno de “los fenómenos más extremos que el mundo haya visto jamás”. Añadió que está “reescribiendo todos los libros [climáticos]”. Los científicos atribuyen las temperaturas invernales anormales tanto a factores climáticos naturales, como El Niño, como a la perturbación de la atmósfera por las emisiones de gases de efecto invernadero. El Niño suele contribuir a los episodios de calor extremo en todo el planeta. Pero los investigadores afirman que el calor extremo del invierno sudamericano habría sido “prácticamente imposible” sin el cambio climático.
El implacable calor llega en un momento en que los políticos se preparan para reunirse en Brasil a principios de agosto en una cumbre centrada en la conservación de la selva amazónica y en abordar la crisis climática. Bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, el país anfitrión, Brasil, aspira a situarse a la cabeza de la lucha contra el calentamiento global, según consignó The Guardian. Lula ha prometido poner el cambio climático al frente y en el centro de la agenda de Brasil.
Pero mientras los políticos hablan, la selva amazónica y otros ecosistemas siguen tambaleándose. Los científicos advierten de que los fenómenos meteorológicos extremos, como la actual ola de calor, empeorarán si no se adoptan medidas urgentes para reducir las emisiones en toda la sociedad. Los climatólogos afirman que es inevitable que se produzcan olas de calor estivales más intensas y frecuentes en Sudamérica. Esto pone en peligro la salud humana, la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Los investigadores subrayan que una acción climática ambiciosa aún puede evitar los peores impactos, pero el tiempo apremia.
Las temperaturas abrasadoras de la estación fría en Brasil y sus vecinos ponen de relieve las consecuencias aceleradas de la alteración de la atmósfera por parte de la humanidad. Los gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático han hecho mucho más probable que se produzca esta ola de calor sin precedentes en el invierno sudamericano.
Los expertos aconsejan que el calor extraordinario sirva de llamada de atención urgente para que los responsables políticos y las empresas promulguen reformas audaces ahora para una rápida transición de los combustibles fósiles a la energía limpia en todo el mundo. Con el cambio climático aquí y ahora, los científicos subrayan que es imperativo actuar a fondo para preservar un futuro habitable.
Es evidente que estamos presenciando eventos climáticos que desafían las expectativas históricas. La ola de calor invernal en Sudamérica no es simplemente un evento aislado, sino un síntoma de un sistema climático global en transformación. Estos patrones extremos, que alguna vez fueron anomalías, están comenzando a ser más frecuentes y pronunciados.
Es crucial que, como sociedad, no solo reconozcamos estos cambios, sino que también comprendamos sus implicaciones a largo plazo. La adaptación y la preparación serán esenciales, pero también lo será la acción proactiva para abordar las causas subyacentes de estos cambios climáticos.
La ciencia es clara y los eventos actuales son un llamado a la acción. Es imperativo que tomemos medidas colectivas para enfrentar y mitigar los impactos del cambio climático en nuestras comunidades y en todo el mundo.
(Con información de CNBC, The New York Times y The Guardian)