El cambio climático ya está provocando un aumento de las temperaturas globales medias, con aumentos mayores en latitudes más altas, así como una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos.
Los cambios de temperatura pueden causar cambios en la fisiología, morfología, historia de vida y distribución de las especies. Teniendo esto en cuenta, el efecto del calentamiento global en los seres vivos implica, además, un efecto en cascada para las comunidades y los ecosistemas. Aún no se sabe si las especies tropicales o templadas son más vulnerables a los cambios de temperatura.
En este sentido, un equipo de científicos del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido acaba de confirmar la capacidad de las especies tropicales para mantenerse frescas a temperaturas del aire más altas. Esto significa que son más capaces de “termorregular” y mantener una temperatura corporal equilibrada en comparación con sus primos evolutivos en climas más templados.
Los especialistas lo han probado con las estrategias de las mariposas de América Central para resistir las altas temperaturas, lo que significa que en realidad podrían estar mejor equipadas para lidiar con el calentamiento global de lo que se pensaba anteriormente.
Los investigadores advirtieron que no puede asumirse que las criaturas en las partes más cálidas del mundo sufrirán más con el aumento de las temperaturas; más bien, algunas mariposas en las regiones templadas, como Europa occidental y central, podrían correr un mayor riesgo.
Equipados con redes de mano, los ecologistas tomaron la temperatura de más de 6.800 mariposas en Panamá, Austria, la República Checa y el Reino Unido utilizando una pequeña sonda similar a un termómetro.
Compararon la temperatura de la mariposa con la del aire circundante o la vegetación sobre la que estaba posada. Descubrieron que las tropicales podían mantener una temperatura corporal más baja a mayor cantidad de grados en el aire circundante que las mariposas de climas más templados. Los resultados se acaban de publicar en la revista Global Change Biology.
Cazando mariposas
Investigadores de la Universidad de Cambridge y la Academia Checa de Ciencias pasaron nueve meses, en el transcurso de dos viajes, en los bosques tropicales de tierras bajas del centro de Panamá, trabajando con colaboradores del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales. Dedicaron nueve horas al día, evaluaron 54 especies de mariposas y tomaron registros de las temperaturas ambientales. Compararon estas medidas con las de las mariposas de los prados alpinos de Austria, los pastos de la República Checa y los pastizales calcáreos del Reino Unido.
Los especialistas descubrieron que las mariposas de diferentes climas usaban estrategias especializadas para calentarse o enfriarse. Pero los factores físicos, en particular el tamaño y la forma de las alas, fueron clave para mantener la temperatura corporal en un nivel óptimo para las especies en ambos climas estudiados.
El autor principal Andrew Bladon, del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, indicó al respecto: “nos sorprendió ver que eran las diferencias físicas, como el tamaño y la forma de las alas, lo que impulsaba la capacidad de una especie de mariposa para mantener su temperatura constante en ambas regiones, en lugar de que una distinción inherente entre especies adaptadas a climas tropicales y templados. Esperábamos encontrar que las especies tropicales serían más sensibles a los cambios de temperatura, pero este puede no ser el caso”.
Los investigadores destacaron que, cuando se trata de la capacidad de las mariposas para amortiguar los cambios de temperatura y, en última instancia, sobrevivir, ser un ejemplar más grande parece ser mejor. Para las mariposas tropicales, por ejemplo, las alas de mayor tamaño significan que pueden moverse más y volar más rápido a áreas más frescas.
Y para las que viven en climas templados, las alas más grandes les permiten calentarse más rápido cuando toman el sol, dándoles el impulso de energía que necesitan para volar.
“Nuestros resultados han resaltado cuán únicas son estas especies: están utilizando diferentes estrategias para enfriarse o calentarse -indicó la coautora principal Esme Ashe-Jepson, también perteneciente a la Universidad de Cambridge-. Lo emocionante es que estos resultados sugieren que las medidas fisiológicas podrían usarse para hacer predicciones sobre cómo las especies podrían responder al cambio climático”.
Por su parte, la codirectora Benita Laird-Hopkins de la Universidad de Bohemia del Sur, afirmó: “Demostramos que los cambios en el tamaño y la forma del ala son importantes para hacer frente al cambio de temperatura. Por ejemplo, notando este análisis que hicimos, es probable que las mariposas pequeñas, independientemente de su origen, se vean más afectadas por el cambio climático que las grandes”.
Si bien el estudio actual brinda optimismo en términos de la capacidad de algunas especies de mariposas para vivir en temperaturas cálidas, lo que no se sabe es cómo pueden hacer frente a cambios drásticos de temperatura como las olas de calor, o qué efecto tendrá un clima más cálido en otras etapas de la vida, como orugas y huevos. Bladon afirma que se necesita más investigación para comprender cómo otros grupos de insectos, así como las mariposas, responden al cambio de temperatura.
“Las amenazas duales del cambio climático y del hábitat amenazan con llevar a muchos insectos a sus límites fisiológicos. Comprender cómo y dónde sucede esto es crucial para diseñar estrategias de mitigación de la conservación, pero también debemos actuar con rapidez para proteger y restaurar diversos hábitats”, concluyó.
El documento contó con la colaboracíon de Yves Basset, Stephany Arizala Cobo, Lucy Eberhardt, Inga Freiberga, Josh Hellon, Gwen E. Hitchcock, Irena Kleckova, Daniel Linke, Greg P. A. Lamarre, Alex McFarlane, Amanda F. Savage, Edgar C. Turner, Ana Cecilia Zamora y Katerina Sam.
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