Son las aves marinas más abundantes que se reproducen en las costas de la Argentina, y conquistan la atención de miles de turistas cada año. Pueden pesar hasta 5 kilos cuando son adultos y miden 45 centímetros de alto. En esta época del año, están migrando desde las aguas del sur hacia el norte, y pueden alcanzar las aguas de Uruguay y el sur de Brasil.
Son los pingüinos patagónicos o de Magallanes. Se los puede ver desde el Complejo Islote Lobos en la provincia de Río Negro hasta Tierra del Fuego durante la primavera y el verano australes.
Diversos grupos de científicos los han estudiado y ahora se conoce cuántos ejemplares hay y cuáles son las 5 amenazan que aún los ponen en riesgo.
Se estima que hay 1.030.000 parejas de pingüinos de Magallanes en las costas de la Argentina, según contó a Infobae el doctor Pablo García Borboroglu, investigador en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos del CENPAT del Conicet y presidente de la organización sin fines de lucro Global Penguin Society.
Estas aves nidifican en islas o en la costa continental bajo arbustos o en cuevas. Excavan en suelos sueltos y arcillosos para hacer los nidos. Entre septiembre y octubre, vuelven hacia la Patagonia, y cada pareja pone dos huevos. Tanto la hembra como el macho se ocupan de la incubación durante unos 42 días. Después, se ocupan de la crianza entre 60 a 120 días.
Cuando llegan a la etapa adulta tienen el dorso negro y el área ventral en color blanco. Se destacan también por dos bandas negras en el cuello, y un arco blanco en la cara, desde la parte superior del ojo hasta la garganta. Se alimentan de peces como la anchoíta, la sardina, la merluza común y los calamares.
García Borboroglu junto con los científicos Luciana Pozzi, Ana Parma, Patricia Dell’Arciprete y Pablo Yorio, descubrieron que los pingüinos de Magallanes están cambiando sus áreas de reproducción y cría.
Encontraron que la redistribución hacia el norte amplió el área de cría más de 1° hacia el norte en la Patagonia argentina. En las colonias que se encuentran en la costa de la provincia de Río Negro y el norte de Chubut se registraron tasas de aumento consistentemente altas. Mientras que las colonias en el centro y sur de Chubut disminuyeron o se mantuvieron relativamente estables.
El estudio fue publicado en la revista especializada Ocean & Coastal Management.
El pingüino de Magallanes estaba en la categoría “casi amenazado” de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 2018 porque hubo una importante declinación en algunas colonias del centro de Patagonia. Pero también se reportó un incremento evidente y expansión de la población en su distribución hacia el norte.
“Si bien el tamaño de colonias importantes en algunas regiones sigue cayendo, en otras se incrementa y eso hizo que hoy lo ubiquemos en la categoría “preocupación menor”. Eso no significa que haya que abandonarlos ni que no tengan problemas ni amenazas que atender”, explicó García Borboroglu, codirector del grupo de especialistas en pingüinos de la UICN y el primer latinoamericano en ganar el premio que se considera como el “Nobel” de la conservación (el Premio de Indianápolis 2023).
Las amenazas que enfrentan los pingüinos patagónicos
En la actualidad, “el manejo desacertado de las pesquerías, los cambios en disponibilidad de alimentos como consecuencia del cambio climático, la contaminación por plásticos en mares, costas y colonias de reproducción que utilizan y el plan de desarrollo petrolero son 4 de los factores que pueden amenazar a las poblaciones de esta especie de pingüino”, afirmó el biólogo.
También hay una quinta amenaza. Son los disturbios causados por los seres humanos cuando las aves se están reproduciendo. Este problema está en crecimiento. En noviembre del 2021, con una topadora, un propietario de un campo pasó por encima de nidos de pingüinos en plena etapa de reproducción y cría en cercanías de la reserva de Punta Tombo, en la provincia de Chubut.
En ese momento, casi 30 mil personas firmaron un pedido para reclamar justicia por la matanza. El dueño del campo fue imputado por la masacre contra los animales recién el mes pasado.
En tanto, Esteban Frere, doctor en ciencias biológicas e investigador del Centro de Investigaciones Puerto Deseado de la Universidad Nacional de la Patagonia y del Conicet en Puerto Deseado, Santa Cruz, y de la organización WCS Argentina, y científicos de los Estados Unidos también aportaron más detalles sobre esa especie de pingüinos que entre 1980 y 1997 se hicieron populares y recibieron atención mediática porque eran víctimas de los derrames de barcos petroleros.
Frere contó a Infobae: “Nuestro estudio empezó en la década de 1980. Con otros investigadores, salíamos a registrar los pingüinos de Magallanes -tanto adultos como juveniles- que aparecían muertos a lo largo de las costas de Chubut y observábamos si tenían o no petróleo en sus cuerpos”.
Ese relevamiento se hizo entre 1982 y 1990 a lo largo de unos 900 kilómetros de costa y permitió saber que más del 60% de los cadáveres de pingüinos presentaban indicios de contaminación por petróleo. Morían unos 40.000 individuos por año en esa época.
En aquel momento, por la presión ejercida por organizaciones no gubernamentales y la ciudadanía, las autoridades provinciales de Chubut y el Gobierno nacional tomaron medidas por las cuales se trasladaron las rutas de los petroleros comerciales 20 millas náuticas hacia el Este, es decir, más lejos de la costa. Eso ocurrió en 1997 y se exigieron que los buques petroleros tuvieran doble casco. De esta manera, se redujeron los derrames de petróleo. También se crearon áreas protegidas.
En 2001, el doctor Frere y los investigadores Eric Wagner y Dee Boersma, del Centro de Ecosistemas Centinelas, de la Universidad de Washington en Seattle, Estados Unidos, volvieron a llevar a cabo el mismo relevamiento.
También recorrieron los mismos lugares en los años 2003, 2005, 2007, 2015 y 2022 y encontraron que el número de pingüinos muertos y empetrolados se había reducido casi a cero. “Con las medidas que se implementaron las muertes de pingüinos cayeron estrepitosamente”, resaltó el científico.
“Constatamos que las medidas que se tomaron no sólo redujeron el número de los ejemplares empetrolados, sino que probablemente también hayan aumentado la supervivencia de los pingüinos de Magallanes adultos cerca de algunas de sus colonias de cría más importantes en Argentina”, dijo Frere.
El trabajo se publicó recientemente en la revista especializada Marine Pollution Bulletin.
Otro grupo de investigadores argentinos junto con estadounidenses recientemente pudieron determinar impactos de los turistas sobre los pingüinos patagónicos. “Sabíamos que algunos efectos son fácilmente perceptibles, otros más sutiles, como los cambios en las funciones fisiológicas de los individuos, y pueden pasar desapercibidos”, expresó Marcelo Bertellotti, investigador del Conicet y de la Universidad de Chubut, en Puerto Madryn.
Hicieron una evaluación integrada utilizando un conjunto de herramientas fisiológicas diversas junto con medidas más tradicionales sobre las crías que están expuestas a la cercanía de los turistas.
Demostraron, a través de un estudio publicado en Science of the Total Environment, que las crías de pingüinos tenían parámetros inmunitarios alterados y una elevada prevalencia de pulgas. “Es posible que la presencia humana genere algunos niveles de estrés en los pichones de áreas visitadas por el turismo, y lo seguimos estudiando”, comentó.
Ya hay varias áreas protegidas que incluyen al pingüino de Magallanes. Además de la de Punta Tombo, está la Reserva de la Biósfera Patagonia Azul de la UNESCO, que se encuentra también en Chubut y posee 3,1 millones de hectáreas. El año pasado, el Congreso aprobó la ley que creó el Parque Nacional Islote Lobos, en Río Negro. También está en desarrollo la posibilidad de contar con el Área Marina Protegida Frente Valdés.
“En Chubut, se encuentra el Área Natural Protegida Península Valdés, que abarca más de 800.000 hectáreas de estepa patagónica. Pero existe un proyecto de crear un área marina protegida que esté conectada con la costa. Si se aprueba, sería una manera de contribuir con la conservación de las poblaciones de los pingüinos de Magallanes”, subrayó el doctor Bertellotti, quien es autor del libro de divulgación Pingüino de Magallanes: Embajador de la Patagonia.
La iniciativa es impulsada por el Ministerio de Ambiente de la Nación, y cuenta con el aval técnico de los investigadores del Conicet y el Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo Pesquero (INIDEP).
“Sería importante que se apruebe por ley el área marina Frente Valdés -resaltó el científico Bertellotti en diálogo con Infobae-. Una de las razones es que se protegerá a la población de anchoítas, son el sustento de pingüinos y otras aves marinas, delfines y peces, que a su vez son el alimento de mamíferos marinos, como los lobos marinos de un pelo de los apostaderos de Península Valdés”.
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