El 99% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de contaminación atmosférica superan los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Esa contaminación impacta en la salud de los habitantes con molestias a corto plazo, como irritación de garganta y ojos, y enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Para reducir los efectos de la contaminación, está creciendo la tendencia a crear focos de aire limpio en las ciudades. En el Reino Unido, Alemania y Japón, ya se han establecido más de 320 áreas llamadas “zona de bajas emisiones o de baja contaminación”.
Ahora, una revisión de estudios, que fue publicada en la revista The Lancet Public Health, comprobó los beneficios de esas iniciativas: bajan los infartos en la población.
Rosemary Chamberlain, del Imperial College de Londres, que formó parte del equipo de revisión, contó: “Queríamos reunir los estudios más actualizados de zonas de baja emisión a nivel mundial, para entender su eficacia y para informar a los futuros planes para hacer frente a la contaminación del aire”. En esas zonas, se limita el número de vehículos altamente contaminantes que pueden transitar.
Los investigadores del Imperial College examinaron las repercusiones sanitarias de las Zonas de Bajas Emisiones y las llamadas “Zonas de Peaje por Congestión”, que son áreas en las que conductores de ciertos vehículos tienen que pagar. Descubrieron que en varias ciudades se había producido un descenso de las enfermedades cardiovasculares (como los ingresos hospitalarios) asociadas a las zonas de bajas emisiones.
También encontraron que hubo una reducción general de las lesiones por accidentes de tránsito asociadas a las zonas donde se aplica el peaje por congestión. “Encontramos pruebas de beneficios para la salud en un plazo relativamente corto desde su implantación, especialmente en relación con las enfermedades cardiovasculares y los traumatismos causados por el tráfico”, señaló Chamberlain.
En tanto, el doctor Anthony Laverty, profesor titular de la Escuela de Salud Pública del Imperial College de Londres, comentó: “Sabemos que la contaminación atmosférica y acústica asociada al tráfico de vehículos puede tener efectos nocivos en la salud cardiovascular, por ejemplo, a través del aumento de la presión arterial, el impacto en el sueño y directamente a través de la inhalación de pequeñas partículas en los pulmones”.
Pero esos efectos resultaban difícil de medir. El trabajo publicado reunió “las medidas de los resultados de salud de múltiples fuentes para demostrar que, en general, las zonas de bajas emisiones y las zonas de peajes de congestión pueden aportar beneficios directos para la salud pública, con una reducción demostrable en los resultados de las enfermedades cardiovasculares y lesiones por accidentes de tráfico”.
Las zonas de bajas emisiones o contaminación se diseñan para reducir los niveles de contaminación del aire en las ciudades a través de la restricción o fijación de tarifas para los vehículos más contaminantes y, por lo general, más antiguos. Las zonas se han establecido en varias ciudades del Reino Unido (entre ellas Londres, Bristol y Edimburgo), así como en toda la Unión Europea y en Japón.
El objetivo de crear esas zonas es restringir la circulación de los vehículos más contaminantes por las vías urbanas y reducir así sus emisiones y los niveles de partículas finas y dióxido de nitrógeno que pueden inhalarse profundamente en los pulmones y afectar la salud.
Las zonas de peajes de congestión, en cambio, están diseñadas para reducir las demoras del tránsito en las ciudades cobrando a los propietarios de vehículos por conducir en determinadas zonas, sin centrarse en las normas de emisión o haciéndolo muy poco.
El equipo del Imperial College examinó inicialmente un conjunto de más de 2.000 estudios potencialmente pertinentes y, en última instancia, analizó los resultados de 16 estudios que incluían medidas sobre el aire y el tránsito y los resultados en materia de salud.
Ocho de los estudios evaluaron las zonas de bajas emisiones (publicadas entre 2011 y 2022), cuatro de ellos centrados en ciudades alemanas, dos en Tokio, Japón, uno en Milán, Italia, y uno en Londres, en el Reino Unido. Los ocho estudios restantes evaluaron las zonas de peaje por congestión y se publicaron entre 2005 y 2021.
Revelaron que la mayoría de los estudios que analizaban las enfermedades cardiovasculares mostraban una reducción asociadas a los focos de aire limpio en uno o más resultados cardiovasculares, como una reducción del 4,6% de la hipertensión arterial en Alemania y una reducción del 11% de las muertes cardiovasculares en Japón.
También un informe que comparaba la zona de peaje por congestión de Londres con otras ciudades importantes de Inglaterra descubrió una disminución del 5,3% en el total de las lesiones por el tránsito, incluidas las lesiones leves, graves o mortales.
“Como ocurre con cualquier intervención basada en sanciones económicas para incentivar el cambio, es fundamental estudiar detenidamente cómo y dónde se aplican —sostuvo el doctor Laverty—. Uno de los argumentos en contra de las zonas de bajas emisiones en las ciudades es que pueden afectar más a las personas con rentas más bajas. Pero la realidad es que la mala calidad del aire y los problemas de salud asociados suelen afectar más a los más pobres de nuestras ciudades. Tenemos que abordar este problema para mejorar la calidad del aire y la salud pública”.
El seguimiento y la evaluación continuos “siguen siendo cruciales, pero este estudio y otros datos apoyan los esfuerzos por reducir el uso de vehículos privados, sobre todo los más antiguos y contaminantes, en las ciudades”, resaltó el experto.
La investigación contó con financiamiento del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido, la Escuela de Investigación en Salud Pública del Instituto Nacional de Investigación Sanitaria y Asistencial (NIHR) y la Unidad de Investigación en Protección de la Salud (HPRU) en Amenazas y Riesgos Químicos y Radiológicos del NIHR, una asociación de investigación entre el Imperial College de Londres y la Agencia de Seguridad Sanitaria.
Consultada por Infobae, la doctora Andrea Pineda Rojas, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, que depende del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explicó: “En general, las concentraciones de contaminantes en aire son mayores en zonas de elevado tráfico. Son los vehículos los que más contribuyen a esos niveles de contaminación. Por eso, los planes de mitigación de la contaminación atmosférica en lugares con excedencias de los estándares de calidad de aire son locales e implican sacar vehículos. Deben estar acompañados de medidas que resuelvan la movilidad de las personas, y para eso mejorar la red de transporte público es fundamental”.
Para la científica, el trabajo realizado por los investigadores del Imperial College es parte “los estudios que se necesitan para comprender los beneficios de las medidas ya que afectan la calidad de vida de las personas de manera directa”.
También afirmó que “la mejor evidencia de que la reducción de vehículos disminuye la contaminación la hemos presenciado durante los confinamientos por la pandemia. Existen numerosos estudios que muestran importantes reducciones en las concentraciones de varios contaminantes durante los períodos de restricción de la movilidad en diferentes ciudades del mundo”.
Lo más importante —sostuvo Pineda Rojas— “es empezar a concientizar a la población sobre el problema de la calidad del aire en las ciudades y la necesidad de promover una movilidad que reduzca la exposición: usar más el transporte público, bicicletas o caminar”.
En mayo pasado, las ciudades de Varsovia, en Polonia, Riga, en Letonia, y Sofía, la capital de Bulgaria, anunciaron que van a introducir sus primeras zonas de bajas emisiones, prohibiendo el acceso a sus áreas centrales a los vehículos más contaminantes.
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