El Niño ya se despertó de nuevo. Se trata de un fenómeno natural que consiste en el aumento de las temperaturas del océano en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial. Tiene una gran influencia en las condiciones climáticas de diversas partes del mundo, y puede -indirectamente- afectar la salud humana.
Instituciones como el Servicio Nacional del Tiempo de los Estados Unidos anunciaron que “las condiciones de El Niño están presentes y se espera que se fortalezcan gradualmente” el resto del año y durante 2024. También el Servicio Meteorológico Nacional de la Argentina ha alertado que el estado actual corresponde a “una transición a una fase Niño”.
Como se trata de un fenómeno meteorológico que puede afectar la salud humana e incluso puede generar víctimas fatales, hay autoridades sanitarias que dieron avisos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) admitió que se está preparando porque existe el riesgo de mayor propagación de infecciones transmitidas por mosquitos asociadas al fenómeno de El Niño, según dijo el director general de la agencia, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“La OMS se está preparando para la altísima probabilidad de que 2023 y 2024 estén marcados por un fenómeno de El Niño, que podría aumentar la transmisión del dengue y de otros arbovirus, como el Zika y el chikungunya”, afirmó el funcionario.
Durante el verano y el otoño austral de 2023, diferentes países de Sudamérica, como Bolivia, Perú, Paraguay, Brasil y Argentina, han estado enfrentando epidemias de dengue y Chikungunya. Pero existe la posibilidad de que los casos de personas afectadas vuelvan a crecer en la segunda mitad del año y no solo en esta región.
“El Niño suele durar dos años”, contó a Infobae el científico Tao Lian, profesor del Segundo Instituto de Oceanografía del Ministerio de Recursos Naturales de China, a través del correo electrónico. En abril publicó un estudio sobre la probabilidad del desarrollo del fenómeno en la revista especializada Ocean-Land-Atmosphere Research.
Durante el siglo XX se registraron al menos 26 fenómenos de El Niño. El inicio suele suceder entre marzo y mayo. “Luego, las anomalías cálidas de la temperatura superficial del mar en el Pacífico ecuatorial oriental aumentan gradualmente hasta diciembre y febrero. Después, esas anomalías empiezan a decaer y el Pacífico ecuatorial oriental vuelve a la normalidad en el verano siguiente”, explicó el investigador chino.
“El Niño suele tener fuertes repercusiones en el ambiente mundial. Los fenómenos más intensos se produjeron en los períodos 1997-1998 y 2015-2016. En marzo pasado, nuestra predicción fue que El Niño de 2023/24 tiene grandes probabilidades de ser también un fenómeno fuerte, y la intensidad actual parece seguir nuestra predicción”, subrayó el doctor Lian.
Cuando El Niño alcanza una intensidad fuerte -detalló- “las lluvias y tormentas en Sudamérica son mayores de lo normal, y en el este de Asia son menores. La sequía y los incendios forestales se observan con mayor frecuencia en la misma época”.
Desde el Servicio Meteorológico Nacional, el climatólogo José Stella contó a Infobae sobre cuáles pueden ser los impactos de El Niño en la Argentina: “En general, el fenómeno se relaciona con un aumento de las lluvias en la región húmeda del país en primavera y en el otoño posterior. Eso aumenta las chances de que ocurran eventos extremos y posibles inundaciones. Por otra parte ya están ocurriendo lluvias y nevadas en la Patagonia y en la región del Oeste del país, que se asocian a El Niño”.
En Perú, ya hay una emergencia por el dengue y el Ministerio del Ambiente reportó que se han registrado más de 350 incendios forestales durante 2023. Una situación que -avisó- “puede incrementarse debido a la proximidad de la temporada alta de ese tipo de siniestros y que también puede agravarse por los efectos del fenómeno El Niño que generará cambios en la temperatura, vientos, lluvias y humedad”.
De acuerdo a un informe del Wellcome Trust, una organización de investigación biomédica sin fines de lucro del Reino Unido, El Niño puede aumentar el riesgo de inundaciones, sequías e incendios, que son desastres que interfieren en el acceso al alimento y a la atención médica. Puede generar más olas de calor, que alteran tanto la salud física como mental, y hacer crecer los brotes de enfermedades infecciosas, como dengue, cólera o malaria.
La situación ya preocupa a las autoridades sanitarias de las Américas. Fueron convocadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para una reunión virtual en la que se alentó a que el sector de la salud se prepare para responder mejor al impacto que podría tener El Niño.
En los últimos 15 años, los huracanes, las tormentas, las inundaciones y los desplazamientos del terreno han generado más del 57% de las emergencias ocurridas en las Américas. Afectaron a más de 175 millones de personas, según datos del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres.
“El fenómeno de El Niño y la temporada de huracanes son un llamado para revisar dónde estamos como sector salud, cuáles son los escenarios posibles ante el riesgo de lluvias intensas y huracanes, y planificar las medidas a tomar”, consideró Leonardo Hernández, jefe de la Unidad de Operaciones de Emergencias de la OPS.
Durante la reunión se instó a las autoridades a actualizar y revisar los planes de contingencia hospitalarios y de la red de servicios salud, evacuar centros de salud que pudieran sufrir daños estructurales, asegurar la compra y ubicación estratégica de suministros médicos esenciales, redistribuir personal de salud para hacer frente a un incremento repentino de la demanda de atención, y preparar materiales de comunicación para la prevención de riesgos en salud de la población.
Consultado por Infobae el doctor Tomás Orduna, ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz y miembro del comité científico de la Fundación Mundo Sano, coincidió con las agencias sanitarias en relación a los potenciales impactos del fenómeno meteorológico: “Generalmente El Niño viene con mucha agua en Sudamérica. Esas lluvias podrían favorecer la creación de criaderos de mosquitos y larvas, que transmiten el dengue, el zika y Chikungunya. Podría haber una expresión importante de esas patologías”.
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