Desde la década de 1970, la producción de plástico ha aumentado un un ritmo del 8% anual y podría duplicarse en los próximos 20 años. Dado que todavía no existe una solución para el final de la vida útil de la mayoría de los productos plásticos, la contaminación se ha extendido a los ecosistemas de todo el mundo.
Bajo la influencia de la luz, la abrasión mecánica y las fluctuaciones de temperatura, estos artículos se descomponen en fragmentos cada vez más pequeños. Las partículas menores a los 5 mm se denominan microplásticos (MP) y se consideran irrecuperables.
A pesar de la lejanía del Ártico, los microplásticos se han vuelto particularmente abundantes y ubicuos en los ecosistemas nórdicos, incluyendo la nieve, los glaciares, el agua de mar y las concentraciones muy altas en sedimentos de aguas profundas y hielo marino. Ahora los investigadores han detectado que el alga Melorisa, que crece bajo el hielo marino del Ártico, contiene diez veces más partículas microplásticas que el agua de mar circundante. Esta concentración en la base de la red alimentaria representa una amenaza para las criaturas que se nutren de las algas en la superficie del mar.
Los grupos de algas muertas también transportan el plástico con sus contaminantes particularmente rápido a las profundidades y, por lo tanto, pueden explicar las altas concentraciones de microplásticos en el sedimento allí. Los investigadores dirigidos por el Instituto Alfred Wegener de Alemania acaban de dar cuenta de este descubrimiento en una publicación en la revista Environmental Science and Technology.
Melorisa ártica crece a un ritmo rápido bajo el hielo marino durante los meses de primavera y verano y forma allí cadenas de un metro de largo. Cuando las células mueren y el hielo a cuya parte inferior se adhieren se derrite, se unen para formar grumos que pueden hundirse varios miles de metros hasta el fondo de las profundidades en un solo día. Forman una importante fuente de alimento para los animales y las bacterias que habitan allí. Sin embargo, estos agregados también transportan una carga dudosa a las profundidades del Ártico: los microplásticos.
“Finalmente hemos encontrado una explicación plausible de por qué siempre medimos la mayor cantidad de microplásticos en el área del borde del hielo, incluso en sedimentos de aguas profundas”, informó la bióloga Melanie Bergmann del Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina (AWI)-. Hasta ahora, los investigadores solo sabían por mediciones anteriores que los microplásticos se concentran en el hielo durante su formación y se liberan en el agua circundante cuando se derretía.
La velocidad a la que desciende el alga hace que caiga casi en línea recta por debajo del borde del hielo. La nieve marina, por otro lado, es más lenta y las corrientes la empujan hacia los lados, por lo que se hunde más lejos. El hecho de que Melosira lleve microplásticos directamente al fondo ayuda a explicar por qué medimos cantidades más altas de contaminantes debajo del borde del hielo”.
En una expedición con el buque de investigación Polarstern en el verano de 2021, ella y un equipo de investigación recolectaron muestras de algas Melosira y de agua circundante de los témpanos de hielo. Los socios del Ocean Frontier Institute (OFI), la Universidad de Dalhousie y la Universidad de Canterbury luego los analizaron en el laboratorio en busca de contenido microplástico. El resultado fue sorprendente: los grupos de algas contenían una media de 31.000 a 19.000 partículas microplásticas por metro cúbico, unas diez veces la concentración del agua circundante.
“Las algas filamentosas tienen una textura viscosa y pegajosa, por lo que potencialmente recolectan microplásticos de la deposición atmosférica en el mar, del agua misma, del hielo circundante y de cualquier otra fuente por la que pasa. Una vez atrapadas en el limo de algas, viajan como en un ascensor hasta el fondo del mar, o son devoradas por animales marinos”, explicó Deonie Allen, de la Universidad de Canterbury y la Universidad de Birmingham, quien forma parte del equipo de investigación.
Dado que estas algas son una importante fuente de alimento para muchos habitantes de las profundidades, el microplástico podría ingresar así a la red alimentaria. Pero también es una importante fuente de nutrientes en la superficie y podría explicar por qué los microplásticos estaban particularmente extendidos entre los organismos de zooplancton asociados con el hielo, como muestra un estudio anterior con la participación de AWI. De esta manera, también puede entrar aquí en la cadena alimentaria cuando el zooplancton es comido por peces como el bacalao polar y estos por aves marinas y focas, y estas, a su vez, por osos polares.
El análisis detallado de la composición plástica mostró que en el Ártico se encuentran una variedad de plásticos diferentes, incluidos polietileno, poliéster, polipropileno, nailon, acrílico y muchos más. Además de varios productos químicos y tintes, esto crea una mezcla de sustancias cuyo impacto en el medio ambiente y los seres vivos es difícil de evaluar.
“La gente en el Ártico depende particularmente de la red alimentaria marina para su suministro de proteínas, por ejemplo, a través de la caza o la pesca. Esto significa que también están expuestos a los microplásticos y químicos que contiene. Ya se han detectado en intestinos humanos, sangre, venas, pulmones, placenta y leche materna y pueden causar reacciones inflamatorias, pero hasta ahora apenas se han investigado las consecuencias generales -alerta Melanie Bergmann-. Básicamente, se han detectado micro y nanoplásticos en todos los lugares que los científicos han buscado en el cuerpo humano y dentro de una plétora de otras especies”.
“Se sabe que cambia los comportamientos, el crecimiento, la fecundidad y las tasas de mortalidad en los organismos y muchos productos químicos plásticos son toxinas conocidas para los humanos”, completa Steve Allen, miembro del equipo de investigación de la Universidad OFI Dalhousie.Además, el ecosistema del Ártico ya está amenazado por los profundos trastornos ambientales causados por la crisis climática. Si los organismos ahora están expuestos adicionalmente a los microplásticos y los productos químicos que contienen, puede debilitarlo aún más.
“Tenemos una combinación de crisis planetarias que necesitamos urgentemente abordar de manera efectiva. Los cálculos científicos han demostrado que la forma más efectiva de reducir la contaminación plástica es reducir su producción -aporta Allen-. Por lo tanto, esto definitivamente debería ser una prioridad en el acuerdo global de plásticos que se está negociando actualmente”. Por eso, Melanie Bergmann también acompaña la próxima ronda de negociaciones, que comenzará en París a finales de mayo.
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