La crisis climática que afecta al planeta es una realidad dramática que necesita acciones urgentes, si queremos que el mundo siga siendo un lugar habitable para la humanidad en los próximos años. Ya no se trata estimaciones científicas sobre escenarios que ocurrirán en un futuro lejano, el impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente muestra hoy sus efectos devastadores, y en algunos casos irreversibles, sobre la naturaleza.
Para tomar dimensión de esta crisis global, es necesario conocer en profundidad ciertos conceptos ambientales clave y comprender sus trayectorias en el tiempo. No basta con repetir el mantra: “No al cambio climático” o “Basura Cero”.
Trabajar por el planeta y el medioambiente, que es la única casa que nos cobija -con mucha tolerancia y resistencia- a las sociedades modernas, implica el compromiso y la intervención de todos los actores sociales de la espesa trama social: gobiernos, dirigencia política, sistema judicial, sector productivo industrial y la sociedad en su conjunto.
Infobae dialogó en exclusiva con el decano de los abogados ambientales del país, el abogado y experto en derecho ambiental, Mario Capparelli, quien además es presidente de la ONG Asociación Inquietudes Ciudadanas, para conocer el estatus de los basurales en el país y la implicancia que tiene para la cultura ambiental argentina el primer fallo contra un basural a cielo abierto en Zárate.
El experto fue contundente: el debate ambiental es hoy en Argentina un “pelea contra los molinos de viento” de Don Quijote, en un país que frente a otras urgencias económicas y sociales, posterga o esquiva la discusión sobre el cuidado del planeta.
Por eso es fundamental comprender que la crisis climática no es una urgencia que interpela sólo a los países centrales. En las comunidades de naciones emergentes los problemas ambientales multiplican aún más la desigualad, como el menor acceso al agua potable o la contaminación por gases y residuos tóxicos, dos vectores cruciales en la propagación de enfermedades prevenibles.
En esa búsqueda de impulsar la conciencia ambiental, es imperante madurar un concepto que en Europa cobra relevancia en el debate sobre el cuidado del planeta: ocuparnos de los aparentes microproblemas, que son origen de otras problemáticas graves que dañan el ambiente. Este debate dinamiza a la sociedad, la coloca en acción y la vuelve protagonista.
Es el mejor antídoto para alejarse de los slogans que brindan una falsa tranquilidad y apelan a la inacción. Bajo esta mirada, podemos empezar a poner la lupa en los basurales a cielo abierto. No son un tema nuevo en la Argentina, existen desde hace décadas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.
Basurales a cielo abierto, un fuego tóxico que se derrama
Se denomina basurales a cielo abierto a aquellos sitios donde se disponen residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental.
En la Argentina existen más de 5.000 basurales a cielo abierto, lo que significa, en promedio, más de dos basurales por municipio, según cifras a las que tuvo acceso Infobae a través del Observatorio de residuos peligrosos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Rosario (UNR); en una iniciativa conjunta entre Cámara Argentina de Tratadores y Transportistas de Residuos Industriales (CATRIES) y Cámara Argentina de Industrias de Tratamiento para la Protección Ambiental (CAITPA).
La mayoría de estos basurales son formales, representan el “modo oficial” en el que los gobiernos locales (municipales) eliminan su desechos. Más de 402 mil industrias- empresas (41,59% del total país) son actualmente activas generadoras de residuos industriales peligrosos y vierten en estos basurales. Y 33.396 empresas son activas generadoras de residuos tóxicos que hacen tratamiento de esos desechos.
El epicentro de los basurales a cielo abierto se ubica en la provincia de Buenos Aires, donde se estima que existen alrededor de 120 de gran tamaño, con dimensiones de entre 5 y 20 hectáreas. Recientemente, se anunció el cierre de un basural a cielo abierto en Veinticinco de Mayo, cabecera del partido homónimo bonaerense.
Al decir del propio Capparelli, los basurales provocan fuegos que vienen desde adentro de la tierra por la propia combustión de las bolsas de residuos y de la basura que contamina las napas de agua más profundas y van drenando hacia desagües naturales, contaminando ríos, lagunas y riachos de los alrededores e impactando en la fauna y flora local.
La Argentina cuenta con la Ley General del Ambiente (Ley 25.675) que es el marco legal existente para sancionar y penar a los basurales a cielo abierto por su impacto directo sobre el ambiente y la salud pública.
Sin embargo, la letra de la Ley parece estar congelada porque no se aplica para regular al sector de la basura, ni tampoco la Justicia la utiliza como norma marco para sancionar a aquellas industrias o particulares que, al verter residuos tóxicos, dañan el ambiente “para siempre” .
Esto se traduce en un escenario ambiental que se convierte en irreversible: los problemas y el escaso porcentaje de basura que recibe tratamiento representan una realidad transversal a todas las ciudades de Argentina, un país donde nueve de cada diez personas habitan en núcleos urbanos.
Es por esa razón que, si bien la competencia en el manejo de los residuos corresponde a los municipios, el problema de la gestión en general, y de los basurales a cielo abierto en particular, es por volumen y alcance, una preocupación a nivel nacional y uno de los principales problemas ambientales del país.
Capparelli, quien es un eximio conocedor de la problemática ambiental, pero un tanto reacio a las entrevistas públicas, visitó los estudios de Infobae y fue al hueso con sus opiniones. A pesar del pesimismo que lo envuelve sobre el tema ambiental en las nuevas generaciones -sobre todo en los actuales centennials, franja etaria que va desde los 9 años- deposita toda la esperanza en que la realidad cambie.
Cuidar el ambiente en real time
— Cómo le explicamos a las nuevas generaciones un concepto que no es un eslogan vacío, sino una idea llena de contenido respecto de los basurales a cielo abierto y que el daño ambiental que generan se transforma en un daño colectivo
— Mario Capparelli: Los residuos tóxicos que se vierten en los basurales a cielo abierto, sostenidos en el tiempo, generan un pasivo ambiental para la humanidad. De esto hay que hablar si queremos verdaderamente un futuro habitable en la tierra.
— Dónde está el rol de la sociedad, el rol de la política, cuál es el rol de la Justicia. ¿Si cada uno ‘se calza el sayo’ podemos cambiar este panorama y no solo llenarnos de slogans?
— A pesar de algunos avances y aciertos respecto de la empatía de las sociedades con el medio ambiente, yo diría que, hoy, igualmente es una pelea contra los molinos de viento. Porque en nuestro país, en la consideración social no está el medio ambiente en el podio. Hay otras preocupaciones graves como son la pobreza, la inseguridad, la política, la economía. Y los problemas ambientales han quedado un poco relegados. Muy diferente a lo que ocurre en otros países, yo he estado en países de Europa donde el tema es prioridad...
— Y además se penaliza al que incumple y daña el ambiente...
— Sí, se penaliza. Incluso, por ejemplo, hasta México condena penalmente al que invade un humedal. No es lo mismo que un basural, pero quiero decir que hay una condena penal para evitar que un recurso natural se deteriore.
Capparelli es enfático en que los basurales hace años que están engrandeciéndose con el aporte de los municipios o de las empresas que, en lugar de enviar sus residuos a las plantas tratadoras, los vuelcan a esos basurales de forma ilegal. Según el experto, la perpetuación de este escenario se debe a un escenario múltiple, que va desde la falta de conciencia social sobre el tema tanto en la sociedad civil como en las autoridades que ejercen el gobierno y deben controlar; y que se extiende tanto en municipios como a nivel nacional.
Ley vigente y datos
Según datos del Ministerio de Ambiente de la Nación que obtuvo Infobae, se perdieron 8 millones de bosques en diversos puntos del país por la expansión de la frontera agropecuaria. ¿Cómo despertar al gigante de la Ley General del Ambiente sancionada en 2002 y que sirva como marco legal eficaz, ya que hoy su aplicación es pendulante?
La normativa actual es un instrumento que se consolida para crear jurisprudencia ambiental, pero a la vez se utiliza poco para reparar el daño ambiental ya hecho. La norma establece los presupuestos mínimos para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo sostenible en Argentina. Asimismo, establece un marco general sobre información y participación en asuntos ambientales, la responsabilidad por daño ambiental y la educación sobre el medioambiente.
A diferencia de otros sitios de disposición y tratamiento de residuos, los basurales a cielo abierto carecen de medidas mínimas de seguridad por lo que pueden encontrarse todo tipo de residuos, incluso patogénicos y peligrosos. Tampoco cuentan con un tratamiento de impermeabilidad de los suelos donde se emplazan o la distancia adecuada respecto de las napas freáticas, los cursos de aguas superficiales, los centros urbanos u otras áreas susceptibles de recibir los impactos derivados de estas instalaciones.
Al no contar con suelos impermeabilizados, resultan un foco de contaminación tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero. El lixiviado es un líquido que se produce cuando los residuos sufren el proceso de descomposición y el agua de las lluvias, el drenaje de la superficie o las aguas subterráneas se percola, es decir se mueve a través de la superficie porosa de los residuos sólidos descompuestos.
Este líquido contiene materiales disueltos y suspendidos que, si no son controlados de forma adecuada, pueden pasar a través del piso de base y contaminan fuentes de agua potable o aguas superficiales.
Otro agente contaminante que emanan los basurales a cielo abierto es el biogás, una mezcla de metano y dióxido de carbono también producida a partir de la descomposición de los residuos. A medida que se forma el metano, acumula presión y comienza a moverse a través del suelo, siguiendo el camino de la menor resistencia. Este gas es más liviano que el aire y es altamente inflamable, pero, además, liberado a la atmósfera, contribuye en gran medida al agotamiento de la capa de ozono y al cambio climático.
¡ Contaminación ya !
El daño ambiental que producen los residuos sin tratamiento y en descomposición al aire libre genera una contaminación del suelo que repercute en los ciclos de vida de las plantas. A su vez, los residuos mal dispuestos pueden provocar la proliferación de plagas y vectores de enfermedades diversas.
Existe además el riesgo de que los residuos sean incinerados de forma espontánea o intencional, y en el caso de los plásticos y otros materiales puede derivar, también, en la emisión de sustancias tóxicas, aumentando la concentración de contaminantes atmosféricos como óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre o metales pesados, como el mercurio, el plomo, el cromo o el cadmio.
Muchos de los basurales se convierten en la fuente de trabajo de una gran cantidad de recuperadores informales, quienes realizan tareas sin ningún tipo de elemento de protección personal, ni cuentan con agua potable para su hidratación y correcta higiene. Tampoco disponen de un área de trabajo segura, quedando expuestos en el frente de descarga del basural.
Los daños a la salud humana pueden ser de diversa índole y diferente gravedad, según la incidencia de varios factores. Algunos de las recurrencias detectadas son problemas neurológicos, malformaciones congénitas, bajo peso al nacer, o enfermedades como dengue y cólera. El cáncer es otro tipo de enfermedad que se presenta en aquellas personas que habitan cerca de basurales.
El poder de un fallo testigo
—¿Cómo analiza el primer fallo judicial de un basural a cielo abierto en la localidad bonaerense de Zárate, que representa un caso testigo en el país y en el cual usted fue protagonista …?
— Sí, así es. A través de una ONG que se llama ProConsumer nos presentamos como querellantes y después de cuatro arduos años en los que hubo muchas vicisitudes, en los que nos costó que se llegue a la audiencia oral, y después de muchas pruebas, hace un mes aproximadamente se dictó sentencia condenando penalmente al dueño del basural.
Es la primera condena que se registra en el país. Se trata de un leading case porque a partir de este momento puede ser una advertencia para los que siguen lucrando con los basurales a cielo abierto y con los municipios. Tenemos conocimiento e incluso hemos hecho otras demandas sobre otros basurales donde los municipios tenían el mismo modus operandi. Y otros municipios que lo hacen en sus propios terrenos fiscales. Desoyendo la obligación de erradicarlos, los instalan.
— Lo perpetúan... y esta fue una condena efectiva. Es económica y penal.
— Si bien condenaron al dueño del basural a cuatro años prisión, se trata de un hombre que tiene 80 años y lo más probable es que se le otorgue la prisión domiciliaria. Es un hombre que ha demostrado en el expediente tener enfermedades cardíacas. Es decir, yo creo que eso es lo que va a ocurrir. Pero lo importante fue el fallo que se logró y la condena es importante. Lo importante es que exista una condena que no ha sido apelada, de manera que ha quedado firme. Es una advertencia…
Lo que viene
Fuentes del Ministerio de Ambiente de la Nación explicaron a Infobae que la problemática de estos residuos hay que entenderla como un problema de alcance nacional. Por el eso el ministerio desarrolla, en articulación con los gobiernos locales, un Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto. Esta iniciativa se sostiene en una inversión de más de $30 mil millones, alcanzada en base a presupuesto propio y a un préstamo otorgado por el BID, que se encontraba a punto de vencer debido a su subejecución.
Entre otras medidas, se destaca la derogación del Decreto 591/2019, que facilitaba la importación de residuos para ser utilizados como insumos industriales sin la exigencia de un certificado de inocuidad sanitaria y ambiental. Sobre esta base, se despliega hoy una estrategia de intervención sostenida en tres líneas de acción:
1 - Construcción de infraestructura para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos.
2 - Promoción del empleo de la economía circular y fortalecimiento a las recicladoras, recicladores y sus familias.
3 - Fomento a la separación en origen, el reciclado, la valorización y promoción de una industria del aprovechamiento de los residuos como insumos de los procesos productivos.
En ese sentido, el plan dispone el cierre de basurales a cielo abierto en distintos municipios del país y la construcción de Complejos Socioambientales para el tratamiento diferenciado y eficiente de los residuos. Según el Ministerio de Ambiente, todo esto se apunta a producir un salto de calidad que permita un tratamiento eficiente y moderno de los residuos para un país que produce, en promedio, 1,15 kilos de desechos diarios por habitante. Esta cifra equivale a casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos) y alrededor de 16,5 millones cada año.
Infobae preguntó a Capparelli, quiénes son los principales responsables de los vertederos de basura tóxica y cómo se desarrolla el proceso.
— Son las industrias que en realidad lo hacen no legalmente porque deberían enviar sus residuos a disposición final a las plantas de tratamiento autorizadas. Pero, ¿qué hacen con los residuos industriales? No todos son tóxicos, no todos son peligrosos, pero la mayoría lo son, y en vez de enviarlos a las plantas de tratamiento los desvían hacia un basural que los recibe, y generalmente hay alguien que lo regentea, que lo administra. Puede ser el titular, puede ser otro. Y por supuesto a vista y paciencia de las autoridades.
— Como bien señala, el basural tiene algo como el ‘cántaro va a la piedra’. Es una acumulación en el tiempo de un pasivo ambiental que penetra en las napas, que contamina la región, generando un impacto en la salud de los alrededores importante
— La Ley General del Ambiente habla de todo lo que ocasione un daño relevante tiene que estar regido por esta norma que es de orden público y es una Ley que rige en el ámbito nacional. Hay una Ley en la Provincia de Buenos Aires sobre residuos sólidos, también en la Ciudad, pero la que más utilizamos es la de residuos sólidos urbanos de la Provincia de Buenos Aires. Y esa Ley, que no es tan antigua, les establece a los municipios la obligación de erradicarlos. Hay una serie de disposiciones que dicen que si el municipio no está en condiciones se lo pide a la provincia. Pero en definitiva hay unos planes que establecen la modalidad y cómo se tiene que hacer. Pero el punto es que los municipios tienen la obligación primaria de erradicarlos. Ese es el control primario. La provincia tiene un control, pero en este caso siempre secundario, si el municipio no lo puede hacer.
Una gota en el océano
El drama está, y la ilegalidad supina, es que cuando se ponen de acuerdo los municipios con los dueños de los basurales y vuelcan los residuos sólidos urbanos en esos basurales. En este problema, hay dos ilegalidades, la que hace el municipio contratando al dueño del basural para volcar así los residuos de los municipios y el dueño del lugar porque está generando un lucro que no es legal. No es legal la existencia del basural a cielo abierto por tanto todo lo que viene después es ilegal. Ese es un problema muy frecuente en el país respecto de los basurales.
-Mario, donde estará la llave del cambio, para ocuparnos realmente del medioambiente
— En los jóvenes más chicos, como mis nietos que en los colegios levantan los papeles y eso genera conciencia ambiental. Y les importa de verdad el planeta que habitan, los animales y las plantas, no quieren que nadie los dañe. ¡Pintan y dibujan un país mejor cuidando del medioambiente! Ellos son los que van a llevar la defensa del ambiente a un nivel superior.
El basural hiere a los recursos naturales y a las generaciones futuras como dice la Constitución, dentro de muchos años. Ese lixiviado, esa agua podrida que nace del basural, se extiende por las capas y va hacia los cursos de agua, incluso aguas mayores, y termina en los ríos. Y eso a lo mejor, si bien no se toma esa agua, pero se pesca y toda esa pesca estará contaminada.
El lixiviado que llega al acuífero demora 15 años. Pero eso se va a mantener mucho tiempo, por eso hay que pasarlos ahora. Está bien, es un trabajo de hormiga pero como decía la Madre Teresa ‘es una gota en el océano, pero sin esa gota el océano es el mismo’.
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