El informe Corredores Azules del Océano Pacífico Oriental, Oportunidades y Acciones para Proteger a las Ballenas Migratorias elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) recopiló las rutas de las ballenas migratorias que atraviesan el Océano Pacífico Oriental de polo a polo y ha llamado a estos corredores como las superautopistas de estos cetáceos que nadan anualmente desde el Estrecho de Bering, en Alaska, hasta la Península Antártica, en el extremo sur del Continente Americano, a veces abarcando miles de kilómetros.
Aunque en el siglo XX se capturó comercialmente a casi 3 millones de ballenas, lo que llevó a muchas especies al borde de la extinción, WWF indica que, en la actualidad, hay significativamente menos caza comercial, lo que permite que prosperen algunas poblaciones de estos cetáceos. Pero “están surgiendo nuevas amenazas que hacen que las rutas migratorias de las ballenas sean cada vez más peligrosas para navegar”.
El informe explica que los corredores azules son hábitats oceánicos críticos para las especies marinas migratorias. Es más, las ballenas dependen de estas zonas donde se alimentan, se aparean, dan a luz, amamantan a sus crías, socializan o migran- para su supervivencia. Los “corredores azules”, explica la WWF, son rutas de desplazamiento de la megafauna marina entre zonas diferentes pero ecológicamente interconectadas, esenciales para su supervivencia.
Las ballenas, como otras especies acuáticas, tienen un papel fundamental en el mantenimiento de la salud de los océanos y en el clima mundial. Además, contribuyen a la economía global a través de los ingresos del turismo. En Ecuador, por ejemplo, la temporada de avistamiento de las ballenas jorobadas atrae a cientos de turistas a las costas del país.
A pesar de su importancia, las ballenas suelen terminar en artes de pesca, con capturas incidentales o redes fantasmas, colisionan con embarcaciones, o son víctimas de la contaminación química y acústica submarina, de la pérdida de hábitats y del cambio climático, factores que están afectando a las ballenas, sus presas, y sus hábitats.
Para preservar a estos animales, la WWF señala la importancia de la intervención de los gobiernos del continente para ejecutar planes que protejan los correderos azules. Para el organismo, la declaración conjunta sobre la “Protección de las Américas para el Océano Pacífico” durante la novena Cumbre de las Américas es un primer paso crucial para conservar y proteger el 30% de los mares regionales para el 2030. Este instrumento fue firmado por los gobiernos de Chile, Canadá, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Estados Unidos, en junio de 2022.
La WWF ha identificado 12 especies de ballenas que recorren el Pacífico Oriental. Para protegerlas, el informe recoge tres líneas generales de trabajo: implementar redes conectadas de áreas marinas protegidas y otras medidas de conservación basadas en zonas geográficas específicas; reducir, mediante la cooperación, las amenazas cumulativas como trabajar para conseguir que la pesca no enrede a las ballenas o reducir la contaminación por plásticos, entre otros; e invertir en las ballenas para tener un océano próspero.
En el documento, se expone el caso de la iniciativa del Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical (CMAR), que es un mecanismo de cooperación regional entre Panamá, Ecuador, Colombia y Costa Rica para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina e incluye una propuesta de red de áreas marinas protegidas con una extensión aproximada de 500.000 kilómetros cuadrados. Dentro del CMAR se encuentran algunas de las rutas migratorias más importantes del mundo para ballenas, tortugas marinas, tiburones y rayas. La WWF sostiene que su aplicación contribuirá a proteger las especies endémicas, autóctonas y migratorias amenazadas de la región, como los cachalotes, las ballenas de Bryde y las ballenas azules, junto con una serie de especies de delfines.
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