Existen una gran cantidad de hábitos que llevamos adelante de manera casi automática, como si fuesen un designio indispensable para vivir. Un ejemplo, sin dudas, es lavar la ropa, una de las prácticas cotidianas más extendidas en el mundo.
Es que el uso del lavarropas trasciende culturas, fronteras y hogares. Lo que no estaba claro hasta el momento era el impacto ambiental que puede tener esta acción, que requiere no sólo de la electricidad sino también -y sobre todo- del agua. En ese sentido, recientemente, un grupo de expertos de la Escuela de Diseño de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, estimó la liberación anual de microfibras a partir del lavado de prendas.
Las microfibras son hilos diminutos que ingresan al medio ambiente cuando se confecciona, usa y lava la ropa. Aunque miden menos de 5 milímetros y son invisibles a simple vista, estas partículas tienen un impacto sustancial como fuente de contaminación del agua.
Según precisaron en el estudio, la liberación anual de microfibras del lavado en el Reino Unido fue de entre 6.860 y 17.847 toneladas. Esto es “el equivalente a alrededor de 600 a 1.500 colectivos de dos pisos”, de acuerdo a los pronósticos de los científicos.
“Cuantificar la liberación de microfibras es un paso importante para comprender la escala del problema, así como los impactos potenciales de esta forma de contaminación. Ya existen muchas estimaciones, pero varían drásticamente y es casi imposible hacer comparaciones significativas”, detalló Alice Hazlehurst, una de las autoras del trabajo.
En segundo término, Hazlehurst sumó: “Usamos un método de prueba confiable para comparar la liberación de microfibra de diferentes telas y bajo diferentes condiciones de lavado en el laboratorio. Según nuestros resultados, pudimos estimar la cantidad de liberación de microfibras a una escala realista”.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores crearon una prueba para medir cómo los diferentes materiales y condiciones de lavado afectan la cantidad de microfibras liberadas en el agua. En este contexto, utilizaron un dispositivo especial que reproduce el funcionamiento de una lavadora doméstica en condiciones de laboratorio. Allí, probaron 16 tejidos comunes como poliéster, algodón, viscosa y materiales combinados, y compararon diferentes tipos de hilos. A su vez, estimaron los efectos de las condiciones de lavado, incluido el tamaño de la carga y cuánto se sacude la ropa en la máquina.
De acuerdo a lo informado por los científicos, este método de prueba ya ha sido adoptado por distintos organismos de la Unión Europea y de Estados Unidos debido a su fiabilidad. Además, destacaron que estos hallazgos podrían ayudar a las marcas de ropa a probar con mayor precisión la liberación de microfibra en sus prendas, informar a los fabricantes de lavadoras sobre el filtrado y brindar una imagen más clara de la magnitud del problema.
“El lavado doméstico de textiles se reconoce cada vez más como una fuente importante de contaminación por microfibras. Es necesaria una cuantificación fiable de la liberación de microfibras para comprender la escala de este problema y evaluar la eficacia de las posibles soluciones”, postularon en el estudio, que contó con la colaboración del organismo European Outdoor Group (EOG) y de la organización de textiles sostenibles The Microfibre Consortium (TMC).
En el estudio, que fue publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research, los investigadores plantearon: “El nivel de agitación y fricción dentro del proceso de lavado se considera un factor importante que afecta a la cantidad de microfibra liberada. El aumento de la velocidad de rotación dio como resultado una mayor liberación de microfibras, al igual que el aumento de la proporción entre el líquido de lavado y la carga”.
Y añadieron: “Se liberó más del doble de material de microfibra cuando se duplicó la proporción de agua en relación a la ropa. Por lo tanto, llenar el tambor de la lavadora con más prendas puede reducir la cantidad de microfibras que se pierden, porque se mueve menos agua a través de la ropa y elimina el material suelto. Sin embargo, llenar en exceso un lavarropa puede ser un problema de seguridad, además de reducir potencialmente la calidad del lavado”.
En ese tono, las pruebas reflejaron que el tipo de fibra y las características del tejido tendrían más influencia que las condiciones del lavado en la cantidad de microfibras liberadas. Sobre este punto, Mark Sumner, otro de los autores, destacó: “Nuestra investigación muestra que la elección de telas es compleja y no debemos asumir que algunas son peores o mejores que otras”.
Las microfibras en el secado de ropa
No es la primera vez que la ciencia investiga el impacto ambiental del lavado de ropa. En 2022, un estudio realizado por expertos de la Universidad de Northumbria de Newcastle, en el Reino Unido, postuló que secar una carga de ropa con una secadora que no utiliza calor, sino que simplemente gira la tela para eliminar la humedad, libera microfibras potencialmente dañinas en el aire.
En este trabajo, los investigadores midieron el volumen de microfibras liberadas durante el lavado, así como las capturadas en los filtros de pelusa cuando funciona la secadora. Tras este procedimiento, plantearon que las microfibras sintéticas como el poliéster, la poliamida y el acrílico presentan un mayor problema ambiental debido a sus tasas de biodegradación significativamente más lentas en comparación con las naturales, como el algodón y la lana, o las fibras regeneradas producidas a partir de materias primas naturales.
Kelly Sheridan, una de las autoras a cargo del trabajo, explicó: “Al medir las microfibras liberadas durante todo el proceso de lavado, descubrimos que la pérdida de microfibras a través del secado doméstico es una gran preocupación. Es fundamental para nuestra comprensión del impacto de las microfibras en la salud humana y el medio ambiente que se evalúen todas las vías potenciales para la liberación de microfibras, incluido el aire. Las fibras en el aire son tan preocupantes como las presentes en las aguas residuales”.
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