Cuando el fuego pasa, no solo se destruyen árboles y plantas sino que, además, toda la biodiversidad que habita esa zona se ve perjudicada. En la Argentina, según los últimos datos emitidos por el Ministerio de Ambiente, desde que comenzó el 2022 y hasta septiembre, los incendios forestales redujeron a cenizas más de 1,2 millones de hectáreas en todo el país. Un número que crece a medida que otra zona se convierte en “foco ígneo”.
Según el primer reporte de incendios emitido en diciembre por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, en la actualidad hay 6 provincias que registran focos activos, un número que parecería mantenerse en el tiempo, ya que cuando logran sofocar un incendio, otro parece surgir en otra zona del país. Al primero de diciembre, se contabilizan focos ígneos en Jujuy (Ledesma), Salta (Gral. José de San Martín y Orán), La Rioja (Chamical), Tierra del Fuego (Tolhuin), Santa Fe (San Gerónimo), y Misiones (Apóstoles). Pero 24 horas antes, eran las provincias de Buenos Aires y Catamarca quienes tenían sus propios focos.
“Ya no hay temporada de incendios en la Argentina, porque todo el año es temporada”, aseguró en diálogo con Infobae Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente. “A diferencia de lo que ocurría hace 30 o 40 años atrás es que se borraron los límites geográficos y temporales en materia de incendios. Ni en la Argentina, ni en ningún otro lado del mundo. No es posible, en la actualidad, advertir estaciones marcadas y determinar la temporada de incendios con fechas aproximadas porque esos límites son cada vez más borrosos y confusos. En la actualidad, casi todo el año es temporada de fuego en la Argentina y hay muy pocas zonas del país que estén exentas. Es un fenómeno global y va más allá de las características locales, está asociado con el cambio climático”, afirmó el funcionario nacional.
Incendios forestales: cuál es la situación en la Argentina
Desde 2019 hasta la actualidad se registraron más de 7.300 incendios que afectaron por lo menos 2.417.764 hectáreas en Argentina, de acuerdo a los números reportados por las provincias al Ministerio de Ambiente de la Nación. La superficie quemada continúa, de la mano del fenómeno climático de “La Niña”, en ascenso. Según esos registros oficiales, en estos meses de 2022 ya se superó lo acumulado en todo 2021, según pudo reconstruir Infobae en septiembre pasado.
Es que una medición del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) señaló que en la provincia de Corrientes la superficie que quedó presa del fuego entre enero y marzo de este año es 10 veces mayor a la reportada por la provincia. Dicho en números, mientras la jurisdicción señaló que fueron 86.987 las hectáreas afectadas, el ente nacional advirtió más de un millón hasta marzo. Estos datos fueron aportados por el Grupo de Recursos Naturales de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Corrientes, quienes indicaron que la superficie quemada representa un 12% de la provincia.
Esta situación también se evidencia en otras provincias, según pudo recoger este medio de otros trabajos realizados por el organismo nacional. Mientras que la organización Global Watch Forest resaltó que, entre 2001 y 2021, la Argentina “perdió 535 kilo hectáreas de cobertura arbórea a causa de los incendios y 5.78 millones de hectáreas (Mha) a causa de otros factores de pérdida”. “Durante ese período, el año con mayor pérdida de cobertura arbórea a causa de los incendios fue 2013 con 72.7kha desaparecidas,19% de la pérdida total de cobertura arbórea para ese año”, indicaron.
“No considero, técnicamente hablando, que la cantidad de hectáreas sea el único elemento para determinar si un año fue más o menos catastrófico. Hubo años en los que la cantidad de hectáreas era menor, pero el impacto fue tremendo. Es por eso que las hectáreas como medida para evaluar el impacto de los incendios no es exacta, no es lo mismo una hectárea en el Delta, que en una zona de ganadería intensiva o que en las afueras de Bariloche. Cada uno es distinto cualitativamente”, afirmó Federovisky.
De todos modos, aseguró que “el año 2022 fue muy complejo. Fue la continuidad de dos años anteriores, 2020 y 2021, que también fueron complejos. Llevamos 4 años de una sequía muy pronunciada, con precipitaciones que disminuyen año tras año, y esto genera una condición muy adversa, pero también muy favorable para la propagación de los incendios”, a los que calificó como de sexta generación. “Son incendios cuya particularidad es que, una vez que se lanzan, es prácticamente imposible detenerlos porque se prenden como si fuera papel”, describió.
Para los científicos, este panorama no cambiará en el corto plazo, sino que será peor. El cambio climático ya comenzó a dar muestras de cuál será el futuro del planeta, y aún conocemos las consecuencias de calentamiento global que supera el 1,1°C. Las estimaciones más optimistas que se alcanzaron durante el Acuerdo de París establecen un aumento del 1,5°c para final de siglo. Las más pesimistas, 2°C. Sin embargo, a la velocidad con la que la humanidad empuja el termómetro planetario llegaría, según advierten algunos expertos, a superar los 3°C.
“Con este panorama, lo más probable es que situaciones como estas tiendan a reiterarse cada vez más asiduamente. Además, a esto se suma otra condición, una vegetación sometida a estrés hídrico”, resaltó. Según la cartera de ambiente, 14 provincias declararon la emergencia hídrica en sus territorios: Buenos Aires, Chaco, Chubut, Catamarca, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, San Juan, Santa Fe, La Rioja, Misiones, Tucumán y algunos municipios de Córdoba.
En tanto, 7 provincias que declararon la emergencia ígnea: Chaco, Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Fe, Misiones y Catamarca. Al tiempo que Corrientes declaró la emergencia ígnea y agropecuaria; y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación declaró la emergencia agropecuaria en Córdoba, Misiones y Mendoza. “Históricamente, en los incendios convencionales del Siglo XX, la preocupación estaba centrada en la vegetación seca que está sobre el suelo. Hoy, a esa vegetación se le agrega la vegetación en pie, porque es tal el déficit hídrico que (árboles, arbustos y plantas) se prenden con las misma velocidad que si estuviera muerta. Son zonas que, cuando llueve, uno cree que va a aliviar y lejos de hacerlo, es tal el déficit que no se resuelve”, aseguró Federovisky.
“El 2022 también fue un año de aprendizaje, fundamentalmente porque hubo un evento inesperado en Corrientes”, indicó el funcionario. Según recalcó en diálogo con Infobae, este evento fue “un punto de inflexión”. “No fueron incendios habituales dada la sequía y bajante del Paraná, se prendieron fuego los Esteros y allí constatamos la importancia de que las provincias tengan sus propios brigadistas especializados en fuegos de pastizales y bosques, porque no son iguales a los voluntarios. Es importante que cada provincia cuente con ellos, al menos, para el ataque inicial. Corrientes, en este sentido, fue una enseñanza”, reflexionó.
Cómo se puede enfrentar una situación desfavorable que podría profundizarse
No hay grieta. Ante la realidad del cambio climático, son solo unos pocos los que desestiman las secuelas del calentamiento global que ya se perciben en la Tierra. Olas de calor más extensas e intensas. Incendios forestales e inundaciones. Tormentas desenfrenadas. Algunos de estos aspectos (o todos) ya mostraron su comportamiento en el planeta.
Pero este sufrimiento no queda solo en la piel de los animales y las plantas. Los expertos en salud de todo el mundo alertaron sobre un incremento de la extensión de algunas enfermedades, la posibilidad de cuadros de desnutrición y deshidratación más profundos en niños y la obligación de millones de personas de abandonar sus hogares para trasladarse a ambientes más seguros.
“El cambio climático está haciendo que millones de personas enfermen o sean más vulnerables a las enfermedades en todo el mundo, y la creciente destructividad de los fenómenos meteorológicos extremos afecta de manera desproporcionada a las comunidades pobres y marginadas”, afirmó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, antes de que se realizara la Cumbre por el Cambio Climático en Egipto. Y agregó: “Es crucial que los líderes y los responsables de la toma de decisiones se reúnan en la COP27 para situar la salud en el centro de las negociaciones”. Este anhelo solo permaneció como un deseo.
“En términos climáticos y en términos de aparición de incendios estamos en una situación desfavorable y de ahí el desafío de tener una política pública consistente y persistente en el tiempo para que funciones como una política de Estado, independientemente de los gobiernos”, resaltó Federovisky. En ese sentido, el funcionario señaló que el Plan Nacional de Manejo del Fuego volvió a la cartera de Ambiente con el objetivo de “garantizar un abordaje ambiental e integral asociado con las consecuencias del cambio climático, para que, además, se incorpore la detección temprana, la prevención, el combate y además la restauración por incendio. Si ese plan tiene solo la óptica de la seguridad, queda restringido a la etapa del desastre, pero tiene que tener una visión ambiental más abarcativa”.
En segunda medida, según el viceministro nacional de Ambiente, era esencial “dotar al sistema de una financiamiento propio e independiente para garantizar su funcionamiento a lo largo del tiempo y tener una previsibilidad presupuestaria. Ahora, este plan se financia con la recaudación de una alícuota del 3 por mil de las pólizas de seguro que se emiten en el país. Esto permitió que el presupuesto real se multiplique por 35 veces desde 2019 hasta acá. Con este dinero compramos, por primera vez después de 20 años, autobombas y camionetas de ataque rápido para una mejor respuesta”.
Sobre este tema, el funcionario nacional señaló: “La Ley del Plan Nacional del Manejo del Fuego dice que, dado que los recursos son de dominio de las provincias, son ellas las que reciben los alertas que le brinda el Estado Nacional a través de cámaras y satélites, para que luego evalúen las condiciones para poder atacar los incendios, y que es de esta evaluación de dónde surge la solicitud de los medios del Estado Nacional, que son los recursos aéreos y los brigadistas”.
Con el verano dando sus primeros pasos, el aumento de las temperaturas está casi asegurado. Por ende, el Sol hará lo propio y secará, aún más, las zonas que ya sufren de ausencia de agua. ¿Cómo se prepara la Argentina para esta próxima temporada de incendios? “No nos preparamos solo para este verano, queremos consolidar un sistema de alerta temprana, mecanismos de prevención y todos los medios correspondientes para poder enfrenar los incendios. Pero el elemento más trascendente que tenemos que conseguir es, aunque parezca una verdad de perogrullo, que no se inicie el fuego”.
“El fuego y la manera en que se prende es central en un país donde más del 90% de los incendios constatados se inician con la actividad humana, que puede ser deliberada, para obtener una ventaja; o accidental o por negligencia. En este momento, por ejemplo, dada la emergencia ígnea, hace más de un año que está prohibido usar el fuego como labranza”, dijo Federovisky. En muchos lugares del país, cuando alguna cosecha debe desecharse (por la razón que sea), cuando se debe despejar algún espacio de vegetación para alguna funcionalidad específica o, incluso, cuando se quiere eliminar la basura, el fuego es una de las opciones elegidas.
Sin embargo, tal y como aclara el viceministro, en época de sequía, cualquier chispa (o “fuego controlado”) puede convertirse en una catástrofe. “Es que si no entendemos este panorama crítico donde prender fuego es una actitud criminal no podemos después pedirle al Estado que resuelva todas las situaciones de un incendio que tiene facilidades para propagarse, porque no hay recursos suficientes”, dijo el funcionario.
Por otro lado, ante la consulta de este medio sobre cómo se preparan para los meses venideros, Federovisky resaltó la instalación de cámaras de detección temprana de humo y calor para una alerta temprana y en tiempo real en las tres provincias del Delta (Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires). Además, señaló que también se realizó esta acción en Córdoba, San Luis, la Patagonia Andina, Corrientes, Misiones y Jujuy. “Buena parte del país va a estar conectado con un centro de monitoreo donde se centralizarán todas las alertas de las provincias y en tiempo real”.
Federovisky reflexionó, además, sobre la importancia de que aquellos que inician un incendio reciban una pena. “Distintos actores hicieron lo que hay que hacer. El Presidente Alberto Fernández le transfirió a Ambiente el Plan Nacional. Los legisladores acompañaron dando una financiación independiente, pero necesitamos que la Justicia interprete su responsabilidad en esta historia”. “Está prohibido prender fuego, sabemos que en el Delta, en particular, los incendios son intencionales y buscan deliberadamente obtener una ventaja porque todos los años se prende fuego para la misma época, pero la Justicia no está investigando. Y mientras no den señales de que prender fuego en el Delta no es gratis, lo van a seguir haciendo”, continuó.
Según señaló, desde la cartera que lidera junto a Juan Cabandié se presentaron pruebas y hasta documentación de la intencionalidad de estos fuegos que, periódicamente, asfixian a Rosario (por poner un ejemplo). En ese sentido, se refirió a la reforma de la Ley 26.815, que impide modificaciones en el uso de las tierras y campos que se vean afectadas por el fuego, y recalcó: “La Ley está vigente y nosotros nos presentamos en la Justicia para que se inhiban estas zonas donde se constató que el fuego fue intencional o accidental, porque no hay diferencia en este aspecto en la norma, para que obligue a los registros catastrales a quitarle la autorización para emprendimientos productivos. No pedimos nada más, con datos concretos queremos que se aplique la Ley”.
Para finalizar y ante la consulta de Infobae sobre el rol de la ciencia en la recuperación de estas zonas siniestradas, Federovisky resaltó que se encuentran licitando un proyecto para la restauración inicial de 5 mil hectáreas del Parque Nacional Iberá. “Es, obviamente, con especies locales y nativas, que son las mismas que estaban anteriormente y que van a contar con un esquema de monitoreo permanente. También queremos saber cuánto tiempo se tarda en restaurar un ecosistema de estas características para poder incorporar una restauración guiada, criteriosa y científica. En la Argentina no hay experiencias de este estilo y en el mundo hay muy pocas”.
“Trabajamos con el CONICET, con universidades e instituciones académicas y les proveemos información. Tratamos de hacer un proyecto que nos permita replicarlo más tarde en otras zonas de la Argentina. En Corrientes hay recuperación, es cierto que volvió cierta humedad y que la naturaleza le gana al fuego, pero en los procesos espontáneos de recuperación pueden aparecer muchas especies invasoras. Por eso, cuando perdemos esta biodiversidad, estamos obligados a recuperarla como era”, concluyó.
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