La conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP27) celebrada en el balneario egipcio de Sharm el Sheij adoptó este domingo dos textos principales: una declaración final y una resolución sobre las pérdidas y daños sufridos por los países más vulnerables.
La cumbre del clima COP27 han tenido muchos claroscuros, donde la palabra “implementación” ha sido una clave repetida hasta la saciedad, y la lucha contra el cambio climático no parece haber encontrado la salida correcta de la “autopista al infierno” en la que, según el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, estamos encarrilados.
No obstante, la imagen que ha quedado es la de la creación de un fondo para lo países más vulnerables afectados por el cambio climático, aunque la ambición climática se ha dejado para un segundo o incluso un tercer plano.
Por ello, las conversaciones importantes sobre los puntos clave para luchar contra el cambio climático viajarán en avión rumbo a Dubái, sede de la COP28, que está prevista para finales de noviembre del año 2023.
Declaración final
Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero:
La declaración “subraya la necesidad urgente de reducciones inmediatas, profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”, responsables del cambio climático.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lamentó que la COP27 no optara por una formulación más fuerte que proclamara la necesidad de “reducir drásticamente las emisiones”.
Objetivos de limitación del calentamiento:
Se reafirma “el objetivo del Acuerdo de París [de 2015] de contener el aumento de la temperatura media claramente por debajo de 2 °C respecto a los niveles preindustriales, y de mantener los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C”.
Igualmente “recuerda que los impactos del cambio climático serán mucho más atenuados con un aumento de 1,5 °C frente a 2 °C, y decide continuar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C”.
Energía:
Llama a suprimir “las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles”, y pide “acelerar las transiciones limpias y justas hacia las energías renovables”.
Numerosos países habían pedido una mención a una salida progresiva del uso del petróleo y el gas, y no sólo a reducir las subvenciones ineficaces.
Pérdidas y daños
El documento “decide establecer nuevos acuerdos de financiación para ayudar a los países en desarrollo particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático a responder por las pérdidas y los daños” sufridos. Para ello se ofrecerán y movilizarán “recursos nuevos y adicionales”.
Como parte de esos mecanismos, la resolución decide específicamente “establecer un fondo para responder por pérdidas y daños”.
Un comité de transición, compuesto de 24 países, tres de ellos de América Latina y el Caribe, elaborará recomendaciones sobre el funcionamiento y la financiación de estas nuevas disposiciones, incluyendo el fondo específico.
Queda pendiente determinar quiénes serán los contribuyentes.
Las recomendaciones darán lugar a un “estudio y adopción” de estos nuevos mecanismos de financiación en la COP28 de Dubái, a fines de 2023.
Otras claves
El regreso de Brasil
Aunque la intervención del presidente estadounidense, Joe Biden, creó mucha expectativa, la del presidente electo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, fue la que realmente levantó olas.
Un auditorio totalmente abarrotado, cientos de personas siguiendo su alocución en directo y a través de pantallas en las salas contiguas, aplausos y jaleos son cosas que no se vieron ni antes, ni después en esta cumbre.
Lula llegó a Sharm el Sheij, en su primer viaje internacional desde su elección, para anunciar al mundo que “Brasil está de vuelta” en la lucha global contra el cambio climático. Su país, el mayor custodio de la selva amazónica, regresaba tras cuatro años de un “gobierno desastroso” que sumió a su país en el “negacionismo climático”, según el líder brasileño.
Uno de los llamamientos que puso a todos con la mirada puesta en el futuro de estas convenciones fue la intención de Lula de proponer a la ONU la celebración de la COP30, prevista para el año 2025, en la Amazonía brasileña.
La pérdida de confianza entre Norte y Sur
La confianza entre los bandos Norte y Sur del globo se ha resquebrajado, algo que lamentó el propio Guterres en Sharm el Sheij.
Ese Norte y Sur hace referencia a “las economías desarrolladas y las emergentes”, dado que estas últimas han requerido más acción y responsabilidad a los ricos para que paguen las consecuencias del cambio climático.
La argumentación final para que las partes aceptaran el acuerdo final se alineó en este aspecto o al menos así lo justificó la Unión Europea.
Derechos Humanos
Otra de las grandes cuestiones, más presente en las protestas “callejeras” que en la mesa de negociaciones, han sido los derechos humanos.
“Sin derechos humanos no hay justicia climática”, se repitió durante prácticamente cada día de la cumbre, con un especial recuerdo al activista egipcio-británico prodemocracia Alaa Abdelfatah, cuyo nombre copó los titulares durante la primera semana de la cumbre.
La COP27 ha recibido duras críticas por “el lavado de cara verde” al celebrarse en un país donde decenas de miles de personas, según las principales ong internacionales de derechos humanos, están tras las rejas por expresar sus opiniones políticas en contra del Gobierno egipcio.
No hay dinero
Pero en definitiva, el telón de fondo de esta cumbre ha sido una crisis energética, provocada por la invasión a Ucrania, que ha derivado en un periodo de inflación y que puede desembocar en una recesión.
Al final del día, el dinero y la geopolítica es lo que ha marcado la agenda climática.
(Con información de AFP y EFE)
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