La energía y la crisis climática ocupan hoy el escenario y los debates en Sharm El Sheikh, Egipto, donde se celebra la cumbre COP27. Mientras se cocina el documento final que, por ahora, mantiene el límite de 1,5ºC de aumento promedio de la temperatura global en relación con la etapa preindustrial, el abandono de los combustibles fósiles y la carga contra la industria petrolera.
Las organizaciones de la sociedad civil están preocupada por el avance del gas como posible solución, especialmente en vistas, no sólo de esta cumbre en un país petrolero sino de la próxima, que se realizará en Arabia Saudita. El fondo del debate es abordar el dilema de la energía en el contexto de la crisis global: el imperativo de la descarbonización, el de una justa y equitativa transición energética y la necesidad de acelerar los avances tecnológicos que garanticen la seguridad energética global. A esto hay que sumarle el ingrediente que la invasión a Ucrania ha deteriorado e impactado negativamente en las economías planetarias.
En África, especialmente, esta amenaza es catalogada directamente como nuevo colonialismo. “Tienes que ir a la misma definición de colonialismo: viene la gente tomando los recursos sin el permiso, llegan en nombre del desarrollo de la civilización, pero lo que están haciendo es aprovecharse de sus recursos”, señaló en la Cumbre del Clima el keniata Omar Elmawi, director de StopEACOP, una campaña mundial contra la construcción del oleoducto de petróleo crudo de África Oriental (EACOP, por sus siglas en inglés).
Precisamente hoy, su organización, Urgewald y más de una treintena de ONGs denunciaron en un informe que 200 empresas están explorando o desarrollando nuevas reservas de combustibles fósiles, como terminales de gas natural licuado (GNL), gasoductos o centrales eléctricas alimentadas con gas y carbón, en África. Sin embargo, en las promesas de proyectos industriales, está presente la división de opiniones en torno al empleo que generan los terminales de GNL y las minas de carbón, muchísimo más contaminantes, sobre todo en Sudáfrica.
“Los precios de los combustibles fósiles son inherentemente volátiles, y cuando se producen grandes fluctuaciones en los mercados mundiales de hidrocarburos, las comunidades vulnerables son las más perjudicadas. En el Reino Unido, se prevé que por el alza de precios del gas registrada este año la factura de energía de los hogares aumentará un 80%. En los próximos meses, muchas familias de bajos ingresos tendrán que elegir entre calentarse o comer. En tanto, empresas dedicadas a la producción de combustibles como BP, Chevron, ExxonMobil, Total y Shell se embolsaron ganancias por 59.000 millones de dólares (un poco más de 57.000 millones de euros) solo en el segundo trimestre de este año”, apuntaron las jóvenes activistas Vanesa Nakate, de África, y Rachel Kyte, experta en negociaciones de la ONU en un editorial publicado por el Diario El País.
Y son precisamente a esas ganancias las que se ha apuntado desde el comienzo de esta cumbre. Desde el mensaje del secretario General de la ONU, António Guterres, hasta la propuesta de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, apoyada por el presidente francés, Emmanuel Macron.
La propuesta de Mottley, anunciada como “Agenda Bridgetown” y rebautizada como el Plan Marshall del cambio climático, incluye Un impuesto sobre los productores de combustibles fósiles, que entraría en vigor a medida que los precios bajaran para evitar agravar los efectos de la crisis de los precios de los combustibles para los usuarios.
A este mensaje se sumaron hoy más de 30 periódicos y medios de comunicación de más de 20 países que han adoptado una visión común sobre lo que hay que hacer. Es una iniciativa del diario inglés The Guardian, dirigido a los líderes que asisten a la COP27. ¿El pedido? Acción, acción, acción por parte de los países ricos para enfrentar la crisis climática. “El tiempo se acaba. En lugar de dejar los combustibles fósiles y transitar hacia las energías limpias, los países más ricos siguen reinvirtiendo en petróleo y gas, sin reducir sus emisiones al ritmo necesario y retrasando las negociaciones para enviar ayuda a los países más pobres”.
“Mientras muchas naciones buscan reducir su dependencia de Rusia, el mundo está experimentando una ‘fiebre del oro’ por nuevos proyectos de energías fósiles. Estas iniciativas se presentan como medidas temporales, pero corren el riesgo de abocar al planeta a un daño irreversible. Todo esto deja claro que la humanidad debe terminar su adicción a los combustibles fósiles. Si las energías renovables fueran la norma, no tendríamos una emergencia climática”, continúa el editorial.
Una buena noticia, que daba algo de esperanza es el acuerdo al que llegaron los presidentes de Estados Unidos y China, Joe Biden y Xi Jinping, de reabrir las conversaciones sobre el clima en el G20. La información sobre el comunicado final de ese encuentro es variada. La meta de 1,5°C parece segura por ahora y los borradores indican un compromiso de aumentar los objetivos para 2030. Pero, los sherpas no se pronuncian sobre otras cuestiones clave, como la financiación de los combustibles fósiles, dicen los que están cerca de la acción. Es poco probable que Rusia respalde un texto final, por lo que es posible una declaración final “19+1″.
Aquí, algunos números que se difundieron en la cumbre:
● 0% - El crecimiento de la demanda mundial de gas hasta 2050, según la Agencia Internacional de Energía.
● 75% - La cantidad de centrales a carbón en la OCDE y la Unión Europea que están en vías de cerrar para 2030. La escala de nuevas centrales eléctricas a carbón propuestas se desplomó globalmente en la misma cantidad desde 2015.
● 4.200 millones de dólares - El ahorro de los costos energéticos en India gracias a la transición a la fuentes solares.
● 1400 euros - La cantidad que la factura media de electricidad y combustible subió en Italia durante el verano por la inflación impulsada por los combustibles fósiles.
● 57% - La proporción de británicos encuestados que creen que la apuesta del gobierno por el gas y la falta de inversión en renovables provocó la crisis de la factura energética.
● 17,5 GW - La capacidad de energía eólica y solar que fue añadida en toda América Latina durante 2021, según BloombergNEF.
● +10% - La participación de las fuentes eólica y solar en la energía producida en Argentina, México, Brasil y Chile.
● 1 GW - Lo que sumó Argentina con nuevos proyectos eólicos y solares en 2021.
● 7% - La proporción renovable en la capacidad instalada de Colombia. El gobierno de Gustavo Petro se propone expandirla con +4 GW en los próximos cuatro años.
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