La Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP27, es la cita anual convocada por el organismo internacional para reunir a los líderes del mundo y definir políticas y soluciones ambientales a nivel global. En esta cumbre mundial, realizada en Sharm el-Sheikh, Egipto, se abordan temáticas candentes de la actualidad como las emisiones de carbono y la transformación de los sistemas energéticos, entre otros.
En ese marco, la ONU -que organiza el cónclave- publicó un informe provisional con una dura advertencia para los políticos, representantes de la sociedad civil y activistas presentes. “La humanidad tiene una opción: cooperar o perecer. Es un pacto de solidaridad climática o un pacto suicida colectivo”, introdujo Antonio Guterres, secretario general del organismo.
El estudio en cuestión relevó las condiciones climáticas del planeta Tierra en los últimos 8 años y mostró, por ejemplo, que las temperaturas fueron las más cálidas de los últimos tiempos debido a los gases de efecto invernadero y a su concentración, que va en constante aumento. “Cuanto mayor es el calentamiento, peores son los impactos”, lamentó Petter Taalas, jefe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) dependiente de la ONU.
En segundo término, Taalas agregó: “Tenemos niveles tan altos de dióxido de carbono en la atmósfera ahora que los 1,5°C más bajos del Acuerdo de Parísapenas están al alcance. Ya es demasiado tarde para muchos glaciares y el derretimiento continuará durante cientos o miles de años con importantes implicaciones para la seguridad del agua”.
El informe realizado por la ONU menciona “eventos climáticos preocupantes que tienen lugar en un contexto de niveles récord de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, los tres principales gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, que actualmente se estiman en alrededor de 1,15°C por encima de los niveles preindustriales”.
En ese sentido, uno de los fenómenos que preocupa a la comunidad que participa de la COP27 tiene que ver con el creciente derretimiento del hielo en el mundo, algo que produjo aumentos exponenciales del nivel del mar en los últimos 30 años. “La tasa de calentamiento de los océanos ha sido excepcionalmente alta durante las últimas dos décadas: las olas de calor marinas son cada vez más frecuentes y se espera que estos indicadores continúen en el futuro”, profundizaron.
A su vez, las autoridades de la ONU detallaron los graves efectos no sólo de las sequías sino también de las lluvias excesivas en países como Somalia, Etiopía y Kenia, que están sufriendo malas y escasas cosechas e inseguridad alimentaria. Avanzando por el globo terráqueo, en Europa se registraron “repetidos episodios de calor extremo”. Por caso el Reino Unido tuvo un nuevo récord nacional el 19 de julio, cuando la temperatura superó los 40°C por primera vez en la historia.
Tras la difusión del informe, que será ampliado en 2023, Guterres se mostró preocupado porque es “una crónica del caos climático”. Por lo tanto, anunció que próximamente lanzará un plan de acción en pos de lograr alertas tempranas de esta situación en los próximos cinco años. “Debemos responder a la señal de socorro del planeta con iniciativa: una acción climática ambiciosa y creíble. Justamente la COP27 debe ser el lugar, y ahora debe ser el momento”, alertó el secretario general.
Además, durante los primeros dos días de la COP27, la Organización Mundial de la Salud (OMS) -también integrante de la ONU- sumó su preocupación porque la crisis climática “sigue enfermando a las personas”. Bajo ese precepto, pidieron que la salud esté en el centro de las negociaciones de la cumbre. En un comunicado, este organismo informó que entre 2030 y 2050 “se espera que el cambio climático cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año por la desnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés por calor”. En segundo lugar, “se estima que los costos directos para la salud aumentarán hasta $4 mil millones por año para fines de esta década”.
En relación a los datos de la OMS, Guterres profundizó: “Los impactos mortales del cambio climático están aquí y ahora. Las pérdidas y los daños ya no se pueden esconder debajo de la alfombra. Es un imperativo moral. Es una cuestión fundamental de solidaridad internacional y de justicia climática. Aquellos que contribuyeron menos a la crisis climática están cosechando el torbellino sembrado por otros”.
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